Rivales, no enamorados

Capítulo 16

«El vecino súper apuesto»
 

—Mira Julia, ahí va Fabricio —dijo mi padre—, ¿por qué no caminas con él al colegio?

Toby dijo que llegaría hasta la segunda hora, así que tenía que caminar sola hasta topar con Camila. Hecho que mi padre aprovecho para sugerir su idea.

En verdad no comprendo la necesidad de mi padre de tratar de acercarme a Fabricio Cardoza, nuestro vecino. Un muchacho educado de buen aspecto que asiste cada domingo a la iglesia, es líder espiritual y es solamente un año mayor que yo.

Mi padre me ha insistido muchísimo para que salga con él y nos conozcamos, lo que en realidad significa que él quiere que Fabricio sea mi futuro esposo y padre de mis hijos, cosa que no va a ocurrir porque Fabricio simplemente no me gusta. El problema es que creo que yo sí le gusto.

No puedo negar que nos llevamos muy bien, ya que compartimos tiempo juntos en el grupo de jóvenes de la iglesia y me parece una persona agradable. Además, lo conozco desde que tengo memoria y sus padres son muy buenas personas también.

—Papá, no le tengo la confianza suficiente a Fabricio para pedirle que me acompañe en el camino —mencioné.

—Tú no, pero yo sí —señaló papá.

—¡Papá! ¡N—

—¡Buenos días, Fabricio! —exclamó.

Claro que Fabricio respondió educadamente como siempre. —Buenos días, Sr. Montenegro.

Yo me ocultaba al otro lado del auto de mi padre, deseando que me tragara la tierra porque sabía lo que mi papá estaba apunto de hacer.

—Acércate muchacho. No quiero gritarte desde aquí.

Cuando se acercó, mi escondite ya no era muy útil, así que decidí salir y enfrentar la realidad. Al salir tropecé con una piedra que ensució mi brillante zapato.

—Hola Julia —dijo Fabricio sonriendo mientras yo trataba de devolverle el brillo a mi zapato.

—Hola —respondí.

—¿Te gustaría acompañar a Julia hasta el colegio? Hoy Tobías no se siente bien, por lo que tiene que irse sola y me sentiría más tranquilo si tú la acompañas —comentó papá.

—Claro que sí, si no es molestia para ella. —Él me miró como si estuviera preguntándome.

Mi padre respondió en mi lugar. —No es ninguna molestia, ¿verdad Julia?

Los ojos de mi padre me obligaron a decir—: No, para nada.

Preferiría mil veces caminar un rato sola, pero no podía negar la compañía de Fabricio. Además, dentro de unos metros encontraría a Camila y eso me haría sentir más cómoda, porque aunque Fabricio me caiga bien no he llegado al punto de confianza en el que pueda iniciar como si nada una conversación con él.

—Siempre me veo con Camila a medio camino, espero no te moleste eso —le dije.

—No, sabes que Camila me cae bien —mencionó Fabricio. Ellos se conocen gracias a la iglesia.

Pasaron unos dos minutos y Fabricio habló. —¿Cómo vas en el colegio? En realidad no sé por qué pregunto eso si ya sé la respuesta.

—Pues, no tan bien como siempre por culpa del chico nuevo, que hasta ahora me ha superado en todo. —Quité una pelusa invisible de mi uniforme.

—Tengo que confesarte algo. —No sé porque esa frase me puso tan nerviosa, pero luego habló y me sentí tonta—. Soy pésimo en matemáticas, ciencias, historia y todas las asignaturas.

—Que mal —mencioné. Aunque ya lo sabía, repitió un año y por eso es mi compañero de clase de informática. 

—Sí... ¿Crees que puedas ayudarme a estudiar?

Obvio no podía decir que no, la familia de Fabricio ha sido demasiado buena con mi padre. Además, él es un buen chico y se merece un poco de ayuda.

—Claro, cuando quieras.

El camino se hizo eterno hasta que encontramos a mi prima, porque ninguno de los dos dijo una sola palabra después de la corta plática. Camila inició una conversación con Fabricio, por suerte, me convertí en invisible el resto del camino.

Al llegar al colegio, Camila me interrogó mientras buscaba mis cuadernos en el casillero.

—Es algo nuevo que ahora viajas con Fabricio —dijo ella.

—¿Quién es Fabricio? —mencionó Lucas.

—Mi vecino.

—¿Qué? —preguntó Tori— ¿El vecino súper apuesto?

—Vine con él porque mi papá casi nos ató de las manos, creo que ya hemos hablado de esto. Mi padre—

—Tu padre cree que es el indicado para tí —me interrumpió Tori—. Los padres siempre tienen la razón, amiga.

—No quiero nada con Fabricio ¿ok? —señalé—. Me parece un buen chico y eso es todo, no me gusta.

—A tí te gusta Frank —afirmó Emiliano. Rayos, aquí viene.

—¡Shhh! —Justo en ese momento Franco estaba pasando frente a nosotros.

—¡¿Quééé?! —gritó Tori— ¿Franco Villareal?

—¿Franco? ¿Frank? ¿Tú rival? —cuestionó Camila.

—¡Vaya! Julia, ¿por qué no nos habías contado? —exclamó Lucas.

—Dios mío, no me gusta Franco, son solo suposiciones de Emiliano, no me gusta Fabricio y ya.

—Eso decías de Alexis —comentó Camila. Tori rió.

Ese tema no debía salir a la luz.

—Vamos tarde a clases. —Cerré mi casillero de un portazo y caminé hasta Geografía.

Hoy es el último día de clases antes de las vacaciones de medio año, por lo que el profesor de geografía no hizo nada productivo.

—Vamos a repasar algunas capitales del mundo, ¿cuál es la capital de Escocia? —preguntó mi profesor.

—¡Edimburgo! —respondimos varias personas.

—Capital de Cuba.

—¡La Habana! —dijo casi toda la clase.

—Capital de Lituania.

—Vilna —respondimos tres personas. Dorian, Franco y yo.

—Ni siquiera sabía que Lituania era un país —susurró Tori.

—Lo aprendimos la semana pasada, además, Lituania es uno de los países que aparecen en el reality show de modelos que te gusta ver —le dije a mi amiga

—Cierto. —Tori se quedó pensando y luego añadió—: ¿Por qué no me contaste lo de Frank? Soy tu mejor amiga.

—Tori, este no es el momento adecuado.

—¿Por qué? ¿Cuándo va a ser el momento adecuado?



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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