Rivales, no enamorados

Capítulo 45

«Háblame más de física»
 

Giré la manija de la puerta para entrar a la habitación de Franco, recibí el olor de la habitación, era una mezcla de detergente para ropa y su colonia. Él estaba recostado en el respaldar de su cama con las piernas estiradas y un gato gris en ellas, noté que no traía sus gafas. Además, tenía varios cuadernos a su lado.

Discretamente, observé el resto de la habitación. Frente a su cama había un pequeño mueble que sostenía un televisor, unos libros viejos y su mochila. Su cama se encontraba en el centro de la habitación, al lado derecho estaba su clóset y al lado izquierdo había un escritorio y una silla giratoria. Dos paredes eran de color azul y las otras dos de color gris, estaba bastante ordenado, me agradaba.

Me adentré a la habitación lentamente porque me incomodaba entrar. —No parece tan malo lo de pasar en reposo todo el día —dije.

—Entra sin miedo, Montenegro, no te voy a hacer daño.

Avergonzada por su comentario llegué hasta la silla del escritorio. —¿Puedo? —pedí permiso para sentarme en su silla. El gato comenzó a caminar hacia mí y maulló.

Franco asintió y luego dijo—: Si Andrómeda está de acuerdo yo también lo estoy.

¡Cierto! Andrómeda. Es una gata, no un gato. Me senté e inmediatamente la gata subió a mis regazos, obviamente la recibí con gusto.

—¿Quieres primero las buenas noticias o los apuntes de clase?

—Por supuesto que las buenas noticias, que sea el mejor de la clase no significa que me entusiasme el colegio.

—¿El mejor de la clase? No lo creo.

—¿Ah sí? —dijo con una ceja levantada—. Entonces ¿quién es?

—Obviamente yo, Franco.

—No tengo ganas de discutir por algo obvio, Montenegro. Mejor dime ya qué es la buena noticia.

—Hablé con el director y dijo que los de la U.C.I te dejarán hacer el examen en línea, pero no podrás hacer trampa.

—No acostumbro a hacer trampa —dijo sonriendo—. ¿Me hiciste un favor? ¿A mí?

—¿Quieres hablar de favores? Me estabas escoltando hasta casa, Franco.

Entrecerró sus ojos. —Bien, gracias por eso, entonces. Es genial, en serio. Me quitaste un peso enorme de encima, Montenegro.

—¿Qué gracia tendría hacer el examen si no puedo competir contigo? —comenté.

Franco se me quedó viendo aún con una sonrisa en su rostro, su mirada me atrapó. Reaccionó y dijo—: Emmm... ¿Empezamos con los apuntes?

Me liberé de sus ojos cafés. —S-sí, primero matemáticas.

Él tomó su cuaderno de matemáticas y comenzó a anotar todo, obviamente no invertí mucho tiempo explicándole el tema de hoy, lo captó en segundos. Fruncía su ceño y asentía inconscientemente cada vez que le explicaba algo y me ponía atención. Siendo sincera, se me dificultó mantenerme relajada, me ponía nerviosa estar a solas con Franco en su habitación ahora que no podía verlo sin pensar en lo bonito que me parecía.

—Sigamos con física —sugerí.

—De acuerdo.

—Pues, la verdad que hoy no estudiamos nada nuevo, repasamos el experimento de la doble rendija que aprendimos el año pasado —expliqué—. ¿Lo recuerdas?

—Emmm... —dudó Franco.

Me pareció extraño que no lo recordara, aun así di una breve explicación. —Se supone que una máquina deposita un átomo en una de dos cajas al azar y al abrir las cajas el átomo saldrá y creará una pequeña mancha en una pared que está frente a las cajas, ese átomo obviamente debe estar en solo una de las dos cajas, pero al abrir las cajas al mismo tiempo parece que estuviera en las dos a la vez porque crea las manchas frente a ambas cajas. Es fascinante.

—Te apasiona mucho la física, ¿cierto? —cuestionó Franco con una sonrisa.

—Bastante, ¿por qué preguntas eso? ¿Al menos me pusiste atención?

—Sí recordaba el experimento, pero te dejé hablar solo porque tus ojos brillan cuando hablas de las cosas que te apasionan.

Se me revolvió el estómago al escuchar su comentario, ¿para qué quiere ver mis ojos brillar? 
Me descontrolé aún más al notar que me estaba viendo de la misma forma que lo hizo en la fiesta. Sabía lo que significaba.

—Julia —dijo mirando mis labios—, háblame más de física.

Escucharlo decirme «Julia» era una situación escasa. Tragué grueso mirándolo a los ojos, le seguí la corriente. Hablé con dificultad. —Según la cuántica, se podría decir que mientras no sepamos dónde está el átomo exactamente, entonces está en ambas cajas a la vez.

Franco se impulsó para tomar mi silla y rodarla de un solo tirón hasta chocar contra su cama, Andrómeda saltó de la silla, la inercia casi me hace chocar contra él, aunque no lo hice estábamos demasiado cerca. —Continúa —pidió.

Traté de encontrar mi respiración y recordar siquiera el concepto de física. —Es como... —Mi corazón estaba demasiado acelerado para hablar sin tomar una respiración—. Es como el gato de Schrödinger... mientras la caja esté cerrada el gato está vivo y muerto a la vez.

Franco se inclinó aún más hacia mí, una expresión de dolor apareció en su rostro, supuse que fue su rodilla al inclinarse. Mientras él se acercaba a mi oreja yo me quedé estática tratando de no hiperventilar.

—Explícame... ¿Por qué está vivo y muerto a la vez? —susurró.

—Porque no sabemos si se liberó o no el veneno. No lo sabremos hasta que la caja se abra —susurré inconscientemente.

—¿Se relaciona todo eso con este momento? —cuestionó.

—Puedo decir que nos vamos a besar o no a la vez, no lo sabré con certeza hasta que lo hagamos... o no. —De nuevo tragué grueso sin saber de dónde había sacado el valor para decir lo que dije, le estaba pidiendo a Franco que me besara discretamente porque en estos momentos lo único que quería sentir era lo mismo que había sentido el fin de semana.

Y lo hizo. Me besó mientras tomaba mi rostro, yo seguí el ritmo de su beso con mis manos sosteniendo fuertemente la silla para asegurarme de que no me iba a caer de la nube en la que me sentía.



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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