Rohaihu Roheka

Haciendo su parte

Patrick sonrió al observar a Ramón. 

El niño era ahora más consentido que antes. Con su piernita vendada sobre una silla, comía una gelatina roja que le estaba manchando toda su carita, mientras la hermana Mónica Joan tejía a su lado un pequeño muñeco de hilo para él. Ambos charlaban en su idioma incomprensible, mientras Trixie se pintaba las uñas y la Sra. Blanco pelaba unas papas y cantaba una canción, también en el idioma incomprensible. 

 

Era casi de noche, y el día había sido bastante tranquilo en el hospital. Un par más de internaciones, pero con síntomas leves. 

Por eso Patrick estaba descansado y se enfocó en el discurso que quería escribir y estudiar. Planeaba decirlo ante las autoridades de Ciudad del Este, ya que al día siguiente viajaría junto a la hermana Julienne y quería ser útil de alguna manera. Como su manejo del español estaba lejos de ser óptimo, temía olvidar palabras y detalles fundamentales, así que aprenderse un discurso de memoria le parecía lo ideal, aunque Trixie había puesto mala cara cuando él le comentó. 

-¿Puedo leerlo? -preguntó la enfermera, mientras movía sus manos para que sus uñas se secaran. 

-Si, por favor. Seguramente hay errores, escribí lo que pude, el resto fue gracias a este diccionario y el traductor del teléfono. 

Trixie puso mala cara otra vez, tomando la hoja llena de escritura desprolija de médico, y mirando de reojo el diccionario viejo y bastante maltratado que Patrick trajo en su mochila. 

-Doctor, ya le dije que estudiar algo así de memoria no le servirá. En cuanto le hagan alguna pregunta no sabrá qué decir. 

-Lo sé, lo sé, pero aunque sea…-suspiró, sintiéndose derrotado. 

La chica sonrió con lástima, y comenzó a leer. En un momento tomó el lápiz de Patrick, tachó un par de palabras y las reescribió. 

-Todo está bastante bien, sólo corrija estas frases. Debería mencionar también el grupo de scouts. Aunque aún no comenzaron, es un proyecto nuevo y las autoridades deben saber las cosas que se hacen aquí, para que se den cuenta que no estamos de vacaciones sino que trabajamos constantemente. 

Patrick asintió, rascándose la cabeza, pensando cómo podría escribir todo eso con el poco vocabulario que poseía.

-¿Trixie, tú podrías…? 

La chica rió.

-Claro, lo escribiré yo, no se preocupe será algo corto y simple.

Mientras Trixie escribía, en otro papel Patrick anotó distintas cosas que podía comprar para los niños scout en la ciudad, aprovechando el viaje. Unos marcadores, un par de pelotas, telas de colores para hacer banderines, y algún juego de mesa sería suficiente para empezar. 

Trixie le entregó la hoja de papel, Patrick leyó dos veces hasta que comprendió bien todo lo que decía allí. 

Pronto la cena estuvo lista, y antes de dormir, Patrick repitió en voz alta todo lo que diría. Más seguro, se durmió. 

 

Pero el día siguiente no sería como lo esperaba, en absolutamente nada. 

Por empezar, se despertó tarde. Sin saber porqué, Fred no lo despertó y la alarma no sonó en el celular. Luego tardó en encontrar la única corbata que había llevado. La noche anterior preparó su camisa y su traje, hasta los planchó delicadamente, pero olvidó la corbata. Se vistió rápidamente, sacudió la corbata para quitarle las arrugas, pero no lucía bien. 

Cuando llegó a la cocina para desayunar, ya no había nadie allí. Se hizo un té con leche y lo tomó con rapidez y salió afuera, a esperar a la hermana Julienne. Mirando la hora en su reloj, se impacientó hasta que vio a la hermana Bernadette. 

-Buenos días doctor, lo acompañaré hoy.

-¿Cómo? ¿Y la hermana Julienne? -miró a todos lados, sintiéndose atrapado. No era que no le gustara pasar tiempo con la hermana Bernadette. Justamente ese era el problema.

-No se siente bien -respondió ella, caminando hacia afuera-. Anoche tuvo vómitos, creo que tiene algún tipo de intoxicación. Dios mío, ya es bastante tarde.

-Lamento si me estuvo esperando mucho tiempo hermana, sinceramente me dormí y luego no pude encontrar la corbata y creo que no es muy apropiada. Está arrugada.

Ella se detuvo un momento, mirándolo.

-Es perfectamente apropiada. 

-Gracias. Sobre la hermana Julienne, ¿necesita que la revise?

-No, para nada.

Patrick sintió como si lo hubiera abofeteado pero comprendió que todas estas personas estaban acostumbradas a arreglárselas sin un médico. Además todas las mujeres eran enfermeras muy competentes. 

 -Me pidió que vaya en su lugar -continuó la hermana Bernadette, ajena completamente a lo que Patrick pensaba-. La verdad es que no sé bien qué decir, tengo las carpetas que preparamos con la hermana Julienne pero no ensayé nada y si llego a olvidar algo…

-Bueno, yo preparé un discurso…-Patrick sacó la arrugada hoja de papel de un bolsillo de su chaqueta.

 

Ella no lo miró, sólo se dirigió directamente al auto gris Volkswagen que estaba  estacionado afuera. Fred y la hermana Evangelina charlaban junto al coche, mientras barrían un poco. Trixie y Cynthia acarreaban unas cajas de un lado a otro.

-Oh, llegarán tarde -anunció Fred-. Buen día, doc. 

-¿Por qué no me despertaste?

-Ah, estaba durmiendo muy a gusto, me dio pena. Perdón.

Luchando con la corbata, que esta vez lo ahorcaba, Patrick decidió ignorar aquella respuesta tan acorde a Fred.  

-¿Puedo conducir yo? -preguntó, antes de que la hermana Bernadette abriera la puerta del auto. 

Se hizo silencio, la hermana Berndette lo miró, frunciendo el ceño, pero apartándose de la puerta del auto. Patrick miró alrededor, la hermana Evangelina tenía las manos en la cintura, su rostro indignado mirándolo. Detrás de ella, Fred le hizo un gesto a Patrick con el dedo índice de una mano en el cuello, mostrándole que le cortarían la cabeza. Trixie y Cynthia sólo contenían la risa.




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