En el planeta de los oscuros todos están alborotados por el inicio de única fiesta que celebran o que el rey Criptón permite realizar.
Nadie se atreve a contradecir ni objetar ninguna ley por el miedo a ser expulsados, también porque nadie querrá darle asilo por ser un oscuro, un Critoniano.
La chica de la oscuridad se regodea de los mejores caballeros para una posible batalla. El miedo acecha a gran parte del universo. Nadie es consciente del daño permanente que puede ocasionar el odio albergado en el alma.
Sí, es que tiene un alma que ofrecer. Algunos caballeros de la armadura Búho se creen superiores solo por estar bajo el mando de la princesa Critonita. Desaparecen híbridos a su antojo, destruyen hogares sino tiene algo que ofrecerle, pero no son capaces de rebelarse viendo que una tormenta amenaza con repetirse.
Los caballeros caminan por la calle Miopía. Son alrededor de cinco. Portando una máscara que impide ver su rostro avanzan hacia un grupo de mujeres que están apostadas en medio de una parra de murciélagos. Comentan entre ellos fijándose que no haya nadie en su órbita que los vigiles.
-Paidan, esas mujeres llevan el lazo rojo. No debemos acércanos a ellas nos meteremos en problema – habla temeroso de su reacción, aunque no parece importarle.
-Solo conversaremos con ellas. Tranquilo no te asuste no haremos nada malo – sonríe quitándose la máscara.
Su enorme cicatriz atraviesa desde un ojo terminando en la parte inferior de su mejilla derecha, brilla desde lejos. Intimidad con sus ojos amarillos, aunque el miedo se huele a kilómetros de distancia. Él pretende llevarse el trofeo prohibido.
¿Quién le diría que no? Nadie le hace un desaire a un caballero del rey Criptón.
Al pararse cerca una mujer de túnica blanca, que cubre todo su cuerpo y cara, pero no sus ojos cristalinos, el ambiente se pone tenso. Ella evita mirarlo directamente a los ojos queriéndose escapar de sus garras girar para retirarse. Lo mismo hacen las otras, pero ellos no están dispuestos a ser rechazados.
-Tranquilas, no le haremos daños – dice Paidan cortándole el paso para que no se vayan – Venimos en paz.
-Ustedes no son portadores de paz – vocifera asustada la mujer vestida de celeste – son caballeros y saben que nosotras pertenecemos al rey.
-Pero el rey puede compartir con nosotras – objeta Ladius, que aún no ha revelado su rostro.
Todos llevan sus nombres colocados en sus trajes por eso no es tan difícil deducir quien es quien.
-Le comunicare su atrevimiento a mi impregnado – murmura enoja la de rojo completo – vayan despidiéndose de sus puestos.
-Paidan, debemos irnos – avisa Loty preocupado de lo que pueda pasar – puedes tener a las mujeres que quieras, pero en otra parte.
Critonita y todos sus maléficos amigos supervisan que todo esté en orden en la ciudad. Pero al ver a los caballeros rodeando un grupo de mujeres decide hacerle una visita cortésmente.
Ellos parecen entretenidos que no la ven llegar.
-El rey jamás compartirá con ustedes mediocres a mujeres tan bellas y riquísima en dinero. Nosotras le debemos lealtad – se impone con su carácter la que lleva vestimenta verde.
-Solo serán unos instantes – pide Paidan acariciando el rostro de la mujer que se aparta rápidamente.
-Caballero, Paidan – interviene la princesa maliciosamente - ¿Por qué quiere a esta mujer que tiene lazo rojo? Conoce las reglas.
-Sí... es... solo.... – su solo presencia asusta que el caballero se queda mudo.
-Te lo dije – susurra Loty ganándose una mirada por el comentario.
Las mujeres desaparecen cuando son liberadas por ella.
-Desaparezcan en este preciso instante. Veremos que dice el rey cuando lo sepa – Paidan y los demás, agachan la cabeza tragándose cualquier explicación posible – Los quiero de guardia para la fiesta de mañana.
Solamente asiente yéndose por donde vinieron. Satisfecha con su maldad sonríe volviendo con su escuadrón de la muerte.
Chipas practica su nuevo truco para quemar pueblos enteros. Sopla desde la palma de la mano un polvo negro, pero cuando va a tocar la superficie se transforma en fuego. Enorme llamas se esparcen provocando que Kyran, destello de invierno, congele todo antes de que ocurra una tragedia.
-Chipas deja de jugar y ve al campanario a vigilar – ordena su líder, Critonita.
- ¿Cuál es nuestra próxima visión? – pregunta Serpiente Negra.
-Esperaremos que el festival pase para planear nuestro siguiente paso.
-Bien... - contesta pensativo Kyran, Destello de invierno – ya tiene una de las esferas en tu poder ¿Has experimentado algún cambio o poder nuevo?
-No, pero la esfera cambio de color. Según, mi padre, falta poco para que el poder se transfiera a mi cuerpo.
-Ojalá no tarde mucho – comenta Astilla, una nueva integrante que no cree en leyendas – porque empiezo a impacientarme.
-Sino sabes esperar te puedes ir – gruñe más tranquila de lo normal.
El silencio se vuelve insoportable que cada uno toma un camino diferente. Quedaron en verse en el castillo para ayudar en los preparativos del nuevo cetro que lucirá su alteza.
Critonita dirige sus pies al pantano violáceo apodado "el tragadero de huesos", ya que lleva varias noches sin dormir. La ansiedad por poseer el poder la desespera.
Camina como alma perdida entre los angostos senderos. El pantano siente la presencia de un alma cuya esencia no le preocupa porque no es una amenaza. Sus ojos se convierten en faroles que iluminan su andar en medio de la oscuridad.
Detrás de unas lianas hay una pequeña casa cubierta de musgo negro. Un enorme Búho es el guardián del refugio de Critonita. Lo encontró hace varios años y decidió que sería su lugar secreto, nadie sabe del escondite.
Las lianas se partan dándole lugar para entrar. Es una cueva diminuta por fuera hecha debajo de un enorme árbol.