Pasado.
Mientras el príncipe Mejías armaba su estrategia para atacar Loto, el rey Neptuno se encontraba entre la espada y la pared. Por un lado, no soportaba ver sufrir a su esposa y por el otro, entregarle el trono a su hermano implicaba una traición que su pueblo no estaría dispuesto a perdonarle.
La furia de Antón no se comparaba con la impotencia de su rey. Esperaba ansiosamente alguna noticia de su hermano, pero al ir pasando los días confirmaba las intenciones de Mejías. Jamás le entregaría a la niña sin obtener la corona y su trono, sin embargo, ya había tomado una decisión.
Aunque su pueblo lo odiara se iría con sus hijas y esposa lejos de Loto para dejarle lo que tanto desea su hermano.
─Es una locura lo que vas a hacer, Neptuno. Este pueblo no tan solo es tu gente, confían en ti y darían la vida por tu familia, por lo menos merecen una explicación de semejante abandono de tu parte.
Antón no creía lo que sucedería. Su frustración iba en aumento al no poder hacer nada, no podía dar con el paradero del príncipe Mejías tampoco de su hija, ahora debía resignarse igual que su rey.
─Admito que lo pensé mucho, sin embargo, correr el riesgo de que asesiné a mi hija no está contemplado. ─ suspiro con pesadumbre y cargando un gran peso en su corazón y cuerpo se sentó en su trono. ─Nunca pensé que la avaricia de Mejías fuera tan grande como para robar a mi hija y obtener lo que quiere por medio de chantajes.
Su consejero y amigo ya no tenía dudas. Todo estaba perdido por querer recuperar lo más preciado en la vida, su hija y la alegría de su esposa, que en los últimos días se transformó en un alma sin vida, apagada y sin motivos para sonreír.
─Debe decírselo al pueblo, rey.
─Claro, no me iría sin despedirme de ellos. Me gustaría que mi madre estuviera aquí para ver lo que su hijo preciado ha provocado, seguro estaría orgullosa de sus hazañas.
─Es doloroso ver como la ambición por no obtener lo que quiere se ha convertido en una venganza vil y cruel contra su propia sangre.
─No le tembló su mano para llevarse mi hija, nada lo detendría ni siquiera conocer el sufrimiento de quien decía amarla lo harían cambiar de opinión.
─Es posible porque el odia envenena poco a poco hasta consumir cada parte, te ciega y no podrás ver más allá del dolor que quieres causarle a los demás. No importa cuánto cueste siempre se llega a lastimar para después ser demasiado tarde.
─Hablas como si hubieras sufrido una traición, Antón.
Neptuno se removía en su silla. Miraba con curiosidad a su amigo a la espera de una respuesta. La noche ya caía tapando con el manto de la oscuridad a Loto, pero ellos no dormían. Se mantenían largas horas despiertos por si había alguna noticia de Crotonita.
─Vi de cerca cómo se perdía en odio, rencores y maldiciones, justamente su odio desmedido lo llevo a la muerte segura. ─contaba Antón empuñando su espada con rabia. ─Mi padre quiso matar a su hermano por haberlo engañado, recuerdo ser demasiado niño para hacerlo reaccionar. Se marchó dejándome solo y con un rencor guardado en el fondo de mi corazón, uno del cual no sabía de su existencia hasta que vi a mi madre caminando de la mano de su amante.
El rey Neptuno dejaba que su amigo se desahogara. Que contara ese horrible hecho acontecimiento en su infancia, el dolor por perder a su padre también el no saber perdonar lo consumían. Pensó en una venganza, pero de nada serviría.
Su suerte cambio cuando conoce a Neptuno en las calles de un pequeño pueblo cerca de Antiola, antes de cruzar la frontera de la capital. Lo rescato de la miseria haciendo de él un gran soldado para defender a su reino y un cómplice confidente.
─Me alegra saber que tú no te perdiste por llevar a cabo una venganza.
─No te voy a mentir, esa idea cruzo por mi mente repetidas veces, pero dejar atrás el pasado fue lo mejor. Pude avanzar sin la necesidad de cometer una locura.
─Ojalá todos tuvieras la sensatez para dejar atrás los problemas aquejantes del alma, ─ a medida que oscurecía intuía un aire pesado flotando en el ambiente como avisándole de un acontecimiento a punto de ocurrir. ─ Mejías demostró no tenerla y prefirió desafiarme, no lo culpo, pero dolió ver que también arrastraba a nuestra madre con sus ridículas ideas de vengarse. Aunque teniendo a mi hija logro más de lo que pretendía.
─Ese fue un golpe bajo. Andromena apareció en el pueblo, algunos comerciantes me lo comentaron y tengo la sospecha de que podría estar involucrada.
El rey exhalo un suspiro lleno de miedo, ese sentimiento agobiante y unas enormes ganas de llorar empezaban a acumularse en su lagrimal. Ya no soportaba ver el dolor de Marte, es tan desesperante el no poder hacer nada.
─No me sorprende, Neón me prohibió traerla al castillo cuando me case con su hija, ya que alega no ser su heredera. Pero Marte la quería, lloro durante días el haberla abandonado a su suerte.
─Otra venganza más en la lista para los reyes de Loto.
─Temo el silencio de Mejías, ya debería haberse comunicado conmigo quizás ya está planeando como destruirme y reuniendo enemigos para su ejército.
─Es probable. Por eso puse en alerta al jefe del ejército, tal vez tengamos una ventaja. ─Marte entraba a la sala del trono seguida por Venus, en un deplorable estado que su marido odiaba verla así. ─ ¡Mi reina!
Solo bastaron ternura en sus palabras para desatar el aguacero contenido en sus ojos de fuego. Aunque parecían ser dos pozos negros sin vida.
─ ¿Alguna noticia? ─ pregunto entre sollozos. ─Mejías ya vino hablar contigo ¿verdad?