DEMIAN
Luego de un par de semanas, pude internalizar el hecho de que mi arrebato con Savanah había sido exagerado y brusco. Me hacía sentir miserable el recuerdo de sus facciones violentadas por una mueca de decepción y furia que me gritaban que realmente, lo había arruinado con ella, si es que había algo que arruinar.
Me encontraba sentado en el escritorio de la oficina en la administración del hotel, cuando unos toques a la puerta me hicieran levantar la mirada del montón de papeles, esparcidos en la superficie, que requerían urgentemente mi atención. Cuando di el visto bueno para que entraran, me sorprendí con la visita de mis hermanos. Generalmente nos veíamos los fines de semana donde hacíamos tiempo "familiar" en un bar u otro lugar que alguno de los tres planificara visitar.
- Hermano... - prenunció Derek mientras se acercaba y palmeaba mi espalda en un abrazo tosco.
Dominic por el contrario se limitó a asentir en mi dirección y tomó un lugar en los sofás frente al escritorio. De los tres, Dom era el más serio y reservado; se limitaba a nulas muestras de cariño en público, él trabajaba codo a codo con nuestro padre en la naviera que llevaban en el Puerto de Nueva Orleans y Dinamarca. Y aunque pareciese, sorprendentemente no era muy fanático de trabajar en ese ambiente marítimo, a diferencia de Derek, pero mi padre de alguna forma había encontrado la manera para que trabajara a su lado.
Cuando ambos estuvieron cómodos en los sofás, los miré a ambos y no me detuve de preguntar.
- Entonces ¿qué hacen aquí? Es día de semana y deberían estar... haciendo lo que se supone que hacen – mencioné aun con la atención puesta en los papeles.
- Bueno hermanito – contestó Derek con una mueca burlona – nuestra madre llegó esta mañana desde Copenhague y nos obligó a arrastrarte a un almuerzo con ella, así que aquí estamos. Vinimos a buscarte.
- Cristo...no puedo irme ahora. Miren la pila de papeles que aún tengo que revisar – señalé el grupo de papeles y carpetas que aún estaban pendientes por revisar.
- Me hace gracia tu intento de huir del almuerzo – dijo Dominic con una sonrisa burlona- pero conoces bien a nuestra madre y sabes que si no te presentas vendrá a buscarte personalmente. Así qué ahorrémonos el circo y pon tu culo en movimiento - Solté un bufido exasperado esperando a que los dioses me cedieran la tan anhelada paciencia que necesitaba - ¿debo recordarte la vez que no asistí a unas de sus reuniones e hizo aparición en la oficina de papá pasando por alto todos los hombres de seguridad y las recepcionistas? Mamá da miedo.
- Dom, mamá difícilmente te llega a la barbilla – le reproché con una mueca de incredulidad.
- ¿Y eso que importa? Es aterradora cuando se lo propone...
- Dejen de discutir par de idiotas – interrumpió Derek con hastío – Dom tiene razón, evítanos un drama y camina que se nos hace tarde, Demian – finalizó impacientemente poniéndose de pie. Reconocí con cansancio que no podría librarme de esa comida y opté por hacerles caso y seguirlos hasta el lobby del hotel.
Cuando salimos del ascensor, pasamos frente al área de recepción donde estaban registrando a una familia que bien podrían ser supermodelos por el aire de grandeza y lujo que los rodeaba. Me pregunté, si ese mismo aire era el que quiso decir Savanah que nos rodeaba a mis hermanos y a mí. En cuanto ella vino a mis pensamientos, nuestras miradas chocaron entre sí sorprendiéndonos como si el solo pensar en ella, fuese un llamado de atención para que me mirara, Savanah superó la sorpresa inicial para dar paso a una mueca de disgusto que no hizo sino confirmar el hecho de que aún me odiaba por mi estupidez.
Derek a mi lado le hizo señas saludándola, saludo que ella decidió ignorar sorprendiéndolo de forma inmediata. Mi hermano tuvo un momento de vacilación en el que detuvo su andar y me vio con clara señal de molestia.
- ¿Qué mierda hiciste Demian?
- ¿Por qué crees que hice algo? – repliqué ofendido.
- No sé. Tal vez porque esa chica de allá, te vio como si hubieses pateado a su perrito y en el proceso me arrastraste a lo que sea que hayas hecho ¡acéptalo! ¿Qué hiciste? – insistió.
- ¿Podemos salir de aquí y evitar el obvio espectáculo que estamos haciendo? – planteó Dom casi abrumado por la excesiva atención que estábamos recibiendo de los ojos curiosos. No era común vernos discutir en público, por lo general éramos muy unidos dentro y fuera de nuestra vida profesional y era obvio que atraíamos más atención de la habitual.
- Camina Demian – ordenó Derek con hostilidad – hablaremos de esto en el auto.
Qué. De. Mo. Nios, no soy un niño pequeño. Decidí seguirlo con una mueca de disgusto y desagrado. No sé de cuándo acá tenía que darle explicaciones a mi muy demente hermano mayor. Dominic, me hizo señas a sus espaldas advirtiéndome que no presionara sus botones porque no me libraría de esta. Me sentía como un maldito adolescente regañado.
***
Derek, aun enfurruñado decidió conducir hasta el restaurante favorito de mamá. Me ordenó sentarme a su lado como copiloto, mientras que Dom jugueteaba con su celular en los asientos traseros de la camioneta. Mi hermano puso en movimiento el vehículo mientras que, tratando fallidamente de ignorarlo, decidí contestar algunos mensajes y correos de mi celular. Algunos eran de proveedores otros de los contratos de mantenimiento y un sinfín de cosas que logré despejar luego de unos minutos. Me giré hacia Derek que aún tenía una mueca.
- Habla Demian Arael – demandó. ¿Qué mierda?
- Hermano eso fue bajo hasta para ti – comenté.
Nuestra madre tenía un cierto fanatismo extraño por la espiritualidad, la pureza y los ángeles. Como consecuencia de esto, cada uno de nosotros teníamos como segundo nombre alguna referencia a un ángel. Nosotros éramos ignorantes del significado de cada uno de los nombres, ya que con sinceridad los aceptábamos de forma vergonzosa por respeto a nuestra madre. En mi caso llevaba Arael, Derek Beatiel y Dominic Cassiel. De cierta forma, se me hacía gracioso pero realmente no era algo para traer a colación justo cuando estas enfurecido con tu hermano sin razón, aun aparente.