Megan y yo estuvimos recuperando energía en nuestros días de descanso, ayer había hablado con mi madre por teléfono y me había alegrado de cierta informa saber que se sentía orgullosa y agradecida por lo que hacía por ellos. Aunque no esperaba en ningún momento recibir agradecimientos por parte de ellos ya que son mis padres, mi familia y haría cualquier cosa para que ellos estuvieran bien y a salvo de cualquier cosa.
Mi amiga había decidido pedir comida a domicilio para ahorrarnos el trabajo de preparar desayuno. Nos sentamos cada una con un plato repleto de frutas y panqueques cubiertos con una salsa de chocolate; había rebuscado en el refrigerador jugo de naranja para acompañar la comida y no morir de sed mientras comíamos viendo algún programa de remodelación de espacios. Comíamos en silencio concentradas en lo que se desarrollaba en la televisión, hasta que recordé que yo tenía que una llamada pendiente.
- ¿Crees que debería escribirle o llamar a Ty? – pregunté en tono bajo mientras seguía comiendo de mi plato.
- ¿Quién es Ty?
- Tyler… Tyler Crowell – esta vez me giré para observar su cara de confusión. Megan negó y se encogió de hombros en señal de desconocimiento.
- Mi amor de instituto… ojos amarillos. Con el que Demian fue un poquito muy grosero. Bien vestido, traje y corbata. ¿Nada?
- ¡Ah, ese Tyler! – Dijo con una sonrisa mientras batía las pestañas en mi dirección – definitivamente deberías escribirle. ¿Quién sabe? A lo mejor se enamoran, se casan y tienen bebés.
- Siento que te haces la tonta a veces – comenté mientras reía con su intento de ser encantadora - ¿En qué momento mencioné que quería tener bebés con alguien?
- Yo solo digo. Todo es posible – refutó poniéndose de pie para llevar su plato hasta el fregadero - ¿Iremos a la academia hoy? Siento que tengo el cuerpo como una momia por falta de movimiento.
- Tal vez… no sé. – decidí seguirla y dejar mi plato en la cocina. Recogí mi teléfono donde lo había dejado en la habitación al despertarme, y busqué la tarjeta que me había dado Tyler para contactarlo.
Me irritaba lo nerviosa que me hacía sentir pensar en escribirle. ¡Éramos amigos por el amor de los Dioses! Debería madurar un poquito ponerme mis panties de niña grande y dejar los viejos sentimientos a un lado. Opté por escribirle un mensaje sencillo que no se viera muy interesado o que denotara desesperación por mi parte, sería muy vergonzoso que él mal interpretara mis intenciones.
<<Hola, Ty. Soy Savanah, escribía por si te apuntabas para vernos e ir por un café>> su respuesta llegó pocos segundos después.
<<Pensaba que jamás escribirías>>
<< Justo ahora estoy cerca de Napoleon house, si te parece bien podemos vernos allí en una hora>>
<<Perfecto. Nos vemos en un rato>>
Salí a preguntarle a Megan la ubicación del Napoleon House, a lo que ella contestó dando pequeños brinquitos que quedaba a unas pocas calles de aquí. Me indicó la calle exacta que debía tomar, ella decidió escribirle a uno de sus amigos del Salón de Belleza para irse a ver una película o alguna otra cosa que no escuché con claridad porque me adentré en el baño para tomar una ducha rápida y decidir qué vestiría para no parecer descuidada.
Había optado por unos jeans oscuros, una blusa de tirantes y una chaqueta para disimular un poco el escote. En los últimos meses, mi cabello hacía decidido crecer hasta llegar más allá de la mitad de mi espalda, por lo que no podía dejarlo suelto sin peinarlo. Ahumé mis ojos y ricé las pestañas antes de colocarme unos zapatos deportivos ya que no me emocionaba la idea de embutirme en unos zapatos de tacón. Finalmente agarré mis cosas y salí despidiéndome de Megan.
***
Caminé las pocas calles que me separaban de lo que pude entrever era una especie de restaurante-bar-café. Estaba ubicado en un área muy concurrida, por lo que cada pocos segundos podía ver alguna pareja, familia o grupo de amigos caminando compartiendo una bebida o un helado mientras charlaban.
Pocos minutos después, vi en la lejanía como Tyler se acercaba caminando con una sonrisa que no pude evitar corresponder. Era impresionante su capacidad de mantener una sonrisa amplia en todo momento. Cuando llegó a unos pocos pasos frente a mí, no evité notar la diferencia en altura entre los dos, difícilmente le llegaba hasta la barbilla, aun así no se abstuvo y sin decir nada me rodeó en un abrazo apretado que me hizo tartamudear.
- Estoy feliz de verte, Sav. – nos separamos y me observó detalladamente – estas muy hermosa.
- G-gracias – susurré sonrojándome profundamente. ¿No habíamos dicho que tendría que dejar a un lado mis sentimientos pasados de colegiala? Bueno, no funcionó. – Tú también, te ves… muy bien.
- Entremos – me instó aun sonriendo. El local tenía un estilo rústico, en el exterior dispusieron de mesas y plantas que daban sensación de estar en un jardín y por otro lado el interior estaba recubierto con paredes, sillas y mesas de madera. En algunas paredes habían fotos y pinturas antiguas, contado la historia de Nueva Orleans enmarcadas. Aun cuando el lugar estaba abarrotado de personas comiendo y bebiendo animadamente, se sentía muy fresco.