Transcurrieron unos pocos minutos que a la vez se habían sentido como una eternidad, hasta que al fondo escuché abrirse una puerta similar a la que yo había atravesado hace un momento. No logré detallar con exactitud la persona que había entrado a la habitación, hasta que un par de piernas estilizadas entraron en mi campo de visión. Mi respiración se entrecortó y mis latidos decidieron galopar motivados por la sensualidad de la mujer que tenía a unos pocos metros de mí.
Vestía un conjunto diminuto de encaje rojo, mi maldito color favorito, lo que no era una sorpresa tomando en cuenta el comentario anterior de mi hermano. Medias negras unidas a un liguero y unos zapatos de tacón que más que darme vértigo, me ponían deseoso y lleno de fantasías que comenzaban y terminaban con ella.
Respiré profundamente intentando calmarme, a la vez que la veía caminar con elegancia hacia la pequeña tarima en medio de la estancia. Largos mechones de cabello en el mismo tono de rojo, enmarcaban su perfilado rostro que en esta ocasión estaba cubierto por un antifaz negro. Toda ella era elegancia, sensualidad y me tentaba cada vez más a romper el espacio que nos separaba y explorar cada centímetro de su cuerpo.
Sus ojos miraron en mi dirección, y noté una chispa de reconocimiento mientras me dirigía una sonrisa que prometía cosas, que quizá no dudaría en darme. No titubeé y le correspondí el gesto. Me ubiqué más cómodamente y dándole un respiro a mi entrepierna que no paraba de crecer dentro de mi pantalón. Seguí con la mirada los pasos de la fascinante mujer que tenía en frente y aun no estaba seguro de si estaba despierto o todo era producto de mi imaginación.
Una canción desconocida comenzó a escucharte en el ambiente. Por la piel me recorrían hilos de energía y me instaban a mantener mi atención en la chica que comenzaba a bailar en el tubo dispuesto en el centro del lugar. Rodeó el área balanceando lentamente las caderas, mientras mantenía su intensa mirada en mi dirección. Tomé la copa y di un lento sorbo, mientras la veía levantar todo el peso de su cuerpo y sostenerse de una forma complicada en el tubo. La miré sorprendido y fascinado en partes iguales.
Realizó una pose complicada que causó que su largo cabello se extendiera hasta casi llegar al piso y simplemente contuve la respiración cuando decidió dejarse caer al piso y estirar todo su cuerpo en la clásica pose de perrito. Demás estaba decir que la necesidad de levantarme y tomarla en mis brazos iba en creciente, me consumía como un fuego abrazador y al mismo tiempo me abrumaba. Qué difícil era verla y no tocarla tal como lo deseaba.
Se levantó aun manteniendo el equilibrio y siguió dando giros sosteniéndose del tubo. Me sentía poseído, hechizado por la forma en que su culo respingón, enmarcado por esa tanga, se balanceaba y hacía que no pudiese apartar la mirada. En un momento dado, volvió a sostenerse en sus propios pies y con un lento balanceo, bajó de la diminuta tarima hasta posarse frente a mí en toda su altura. Dio una mirada a la copa en mi mano y se acercó para retirarla y dejarla a un lado.
Me instó a levantarme y me sorprendí con la escasa diferencia de altura entre ella y yo. Sus zapatos le permitían estar a mi nivel lo que era una ventaja para detallarla hasta donde las luces oscuras me permitían. Sus ojos mantenían una mirada intensa mientras me detallaba a plenitud. Acortó aún más la distancia que nos separaba y posó sus manos en mi pecho retomando su baile. Rodeó la extensión de mi cuerpo rozando mis manos de forma intencionada. Cuando regresó a lugar frente a mí, me dio la espalda e impulsivamente se inclinó hasta tocar sus tobillos e iniciar un torturador balanceo de caderas muy cerca de mi entrepierna.
Se dio vuelta y dándome un suave empujón, volví a mi lugar en el centro del sofá. La hermosa chica no dudó en posarse a horcadas de mis piernas lo que me hizo consciente de mi furiosa erección que clamaba cada vez más por atención. Se sostuvo de mis hombros a la vez que retomaba el baile, pero esta vez no dudé en participar. Posé mis manos en sus piernas y fui subiendo lentamente a la vez que ella me sonreía complacida.
Se levantó de un salto, alejando mis manos. Retrocedió unos pasos mientras que jugueteaba con las tiras del pequeño sostén. Con un rápido movimiento logró desabrocharlo, quedando escasamente cubierta con los largos mechones de su cabello rojizo. Continuó moviéndose esta vez con lo que reconocí como danza árabe. Era absolutamente impresionante.
Con un último balanceo de caderas de espaldas a mí, se giró a medias y sonrió casi de forma deslumbrante antes de pronunciar - Feliz cumpleaños, cariño… - con aquella voz seductora y simplemente dejarme postrado en mi lugar, soñando con regresar y verla una y otra vez.
N/A HOLA HOLA HOLA! Regreso después de una laaaaaaaaaaarguísima ausencia. No se imaginan lo que tardé para escribir este capitulo, lo veía claramente en mi cabeza pero es complicado expresar lo que siente un hombre. Aun así, estoy complacida con el resultado. Cuentenme por aquí ¿qué les pareció este encuentro? Estuvimos esperándolo por un rato.
Nos vemos en la proxima actualización... CHAU!