Una vez terminados aquellos viajes y refugiada en su apartamento de nuevo, Irene no pudo evitar sentirse confusa... Empezando por el repentino beso en la mejilla a Eric hasta su tórrido fin de semana en Miami con Samuel. Siendo honesta consigo misma desconocía en qué pensaba cuando su mente y cuerpo comenzaron a jugarle malas pasadas.
Quitó el modo avión de su móvil y lo posó en la encimera de la cocina antes de irse a su habitación a asearse y cambiarse de ropa con el pijama. Media hora después se preparó un plato con un emparedado de salmón ahumado, aguacate y huevo escalfado y una manzana y una taza de Roiboos bien caliente. Observó cómo la luz del smartphone parpadeaba intermitente y lo desbloqueó de inmediato.
Lo primero que leyó fue:
<<Mensaje de Eric, a las nueve menos cuarto.
Disculpa silencio de esta semana...>>
Ella pulsó sobre el mismo para leerlo completo:
<<...estaba ocupado. Espero su viaje a Miami sea bien y llegase bien a casa hoy. Tenga una semana padre, Irene.
Eric>>
Aquel mensaje de WhatsApp era muy considerado, igual que lo que había conocido de él. Guardó el móvil en el bolsillo marsupial de su pijama y se llevó su cena hasta la mesa del comedor. Lo había enviado justo a la hora en que embarcaban para regresar y eso lo hacía aún mejor si cabía. Pensó que si estaba en Seúl, tendría gran diferencia horaria así que no leería su respuesta de inmediato...
Pero le envió una para que no se le olvidase:
<<Gracias, Eric, imagino llegaste a Seúl bien. Mi viaje fue bien, Miami estuvo chido y ya regresé correctamente. Ten una maravillosa semana, Eric.
Irene>>
Nada más lo hizo, apartó el móvil de su vista y encendió su portátil que había dejado de camino a la cocina. Cenó mientras repasaba los últimos párrafos traducidos antes del viaje. Tras ello continuó traduciendo unas cuantas páginas hasta que dio la medianoche y se acostó.
A la mañana siguiente fue a la cafetería bien temprano y siguió su turno normal aunque más ensimismada al realizar sus tareas. Krestina trató de sonsacarle al principio pero a medida que la afluencia de clientes aumentó, abandonó. Lo hizo diciéndole en un susurro que estaba rara además de que se olía algún gran evento sentimental...
Irene no pudo evitar pensar que Krestina era del equipo de Samuel, demasiado observadores... Eran algo así como personas con un gran sexto sentido para leer su estado. Al parecer ella era muy sencilla de leer, o al menos así lo hacían parecer ambos.
Lily le preguntó por su viaje a Miami y bromeó con que no estaba nada morena para haber ido allí... Ella se rió y le contó algunos de los atuendos que había visto por allí, especialmente por Ocean Drive. Así las encontró Marguerite, que se unió a destripar cuanto les narraba. Se rieron de lo lindo durante ese rato juntas.
Cuando terminó el turno, regresó a su apartamento tras pasar por el supermercado a por algunos alimentos básicos y nada más guardar todo y deshacerse del abrigo tomó el auricular del teléfono fijo. Marcó el teléfono de casa de Katherina y esperó pacientemente si respondía. Sólo volvió a marcar una vez más pero como no recibió respuesta, lo dejó.
Se cambió de ropa a algo cómodo y se sentó frente a su portátil y el libro de nuevo. Apenas oyó su teléfono fijo sonar a las seis de la tarde y cuando lo alcanzó estuvo a punto de no oír más que la línea comunicante. La voz de Katherina sonó mucho más aguda y despejada que la suya propia dadas las horas trabajando en silencio de Irene.
- ¡Mamacita! ¿Cómo le fue por Miami? Llevamos dos semanas deseando verla en nuestros viernes locos, se la extrañó harto.
- Los viajes fueron bien, ni se apene ya les contaré todo.
- Increíble entonces, dígame ¿en qué la puedo ayudar, linda?
- Yo... - Irene sintió que le faltaban las palabras de repente, ¿cómo planteaba lo que le corroía?
- Apúrese, linda, que no tengo el día completo... - Eso le robó una sonrisa y asintió.
- Este viernes necesito un cónclave... Preciso su opinión acerca de mi vida sentimental, es de vida o muerte.
- Entendido, mamacita, ¿alguna preferencia de cena o neta lo primero que se nos pegue la gana?
- Lo que quieran, Kath, La neta sólo necesito su opinión, el resto es accesorio. - Katherina dio un pequeño grito ahogado.
- Estoy deseando saber sus detalles de los viajes, linda, más se vale ser buena y dárnoslos.
- Prometido, Kath, cuídese y tenga una buena semana.
- Tenga una buena semana, mamacita, igualmente.
Irene pudo imaginarla guiñándole el ojo sin siquiera cerrar los ojos y sonrió ante la idea. Ahora debía durante el resto de la semana planificar cómo contaría todo si ni siquiera ella entendía gran parte de lo sucedido... Lo que tenía claro era que necesitaba escuchar su parecer sobre lo acaecido.
La semana corrió entre sus dedos sin apenas notarla a excepción de la dificultad de sostener su mirada con Samuel si estaban en privado. Él mantuvo las distancias en la oficina pero no así cuando la devolvía a casa pues la besaba y abrazaba tan casualmente como si fuesen pareja... Aunque, claro, lo eran según el trato pero no con todo lo que implicaba serlo formalmente...
Estaba tan confusa con todo lo sucedido que no sabía si había pasado el límite de amigos con derecho a roce ese fin de semana en Miami o... Simplemente se había dejado llevar como lo hubiera hecho cualquier otra en su posición. Si sus amigas le dejaban claro que no era tan fácil ni tan desastrosa como se sentía, ya se habrían ganado el cielo para ella.