Sentado en su apartamento de Seúl, Eric miraba fijamente el contrato frente a él. Estaba llegando el plazo de caducidad del mismo y había estado planteándose cada vez más seriamente los pasos a seguir para el año siguiente. Quería dedicarse mucho más a la música que lo que había hecho el año presente.
Y quería más adelante volver a América para lanzar su carrera no como un cantante de pop coreano sino como un cantante de pop simple y llanamente. Ya tenía una buena base de fans y no le faltaban contactos en casa pero por alguna razón no veía muy claro eso de lanzarse sin paracaídas. Era aventurero pero no tan arriesgado, además de que si quería que cierta mujer se fijara en él debía asegurarse cierto colchón financiero, especialmente dado que por lo poco que sabía su contrincante tenía uno de gran fortaleza.
Cada vez que cerraba los ojos podía ver su rostro riéndose en el acuario y sentir ese abrazo que le había dado antes de que ella subiese al apartamento. Había visto su cara de circunstancias al separarse y la había interpretado como que estaba disgustada por el gesto. Pero la voz en su llamada desde casa le echaba la bronca por tratar de retirar ese abrazo y quería pensar que eso era un signo de que iba por buen camino con ella.
Adoraba cómo la alegría y la juventud impregnaban su rostro cada vez que sonreía gracias al brillo de sus ojos castaños y esos hermosos hoyuelos que podían robarle el aliento. Esa era una de las razones por las que no escatimaba en recursos para hacerla sonreír y reírse aunque la principal era que él era bastante bufón de natural. El último año había perfeccionado claramente ese aspecto de payaso de corte y presentador en Corea con tantos programas de variedades...
Pero si algo tenía claro era que no le importaba perfeccionarla aún más si su recompensa a sus tonterías era la hermosa risa cantarina de Irene y su sonrisa. Era impresionante ser testigo de cómo su rostro cambiaba de la seriedad a la alegría, si no tenía club de fans él firmaba por ser el primero. La simple y tonta idea le sacó una sonrisa enorme y torcida como las que se le dibujaban nada más la veía.
Se deleitó rememorando cómo se sentían sus labios sobre su mejilla en aquel pequeño impulso. Ese que le hizo pensar que realmente había logrado su objetivo de que se fijase en él más allá de uno de sus clientes eventuales. La verdad es que nada de Nueva York fue planeado pero siendo sincero consigo mismo, no recordaba haberse esforzado tanto por impresionar a una mujer.
Claro que lo había dado todo por sus anteriores novias pero, por alguna razón, hasta conocer a Irene no había sentido la necesidad de ser el hombre en que piense en su tiempo libre. De ser ese hombre con el que quiera levantarse y acostarse y cuando vio a Samuel Worthington esperándola frente a su apartamento aquel día... Sintió celos, no porque no creyera que pudiera con él sino porque se notaba que tenían mucha complicidad y aún había sentimientos por ambas partes.
Deseaba ser ese hombre al que acudiera cuando necesitara hablar, apoyo o ayuda... Aquel en quien pudiera confiar aun cuando su mundo se desmoronara, ese mismo que aún en la distancia le sacara las más brillantes sonrisas y lograra iluminar su día del mismo modo que ella lo hacía con su simple recuerdo. Sólo esperaba que ella viera en él el mismo futuro que él proyectaba en su mente cada vez que la veía.
No tenía más remedio que unirla a sus prioridades de pensamiento junto a su futuro porque si no recordaba mal, tanto ella como sus padres habían dicho que pasaba las navidades en España con su familia. Para eso faltaban tan sólo unas dos semanas si lo echaba largo y estaba allí estancado por culpa de la indecisión de ampliar contrato o buscar una nueva discográfica allí. Debía tomar una decisión que no veía clara de ningún modo...
Aún no podía regresar a casa, apenas había marcado su espacio en la música por culpa de los programas de variedades cuya única finalidad era darle a conocer pero no promocionar su música directamente. Sólo había sacado dos mini álbumes y varios singles tanto en coreano como en inglés. De hecho, su última colaboración internacional había sido lanzada el día anterior.
Pensando en la canción y su letra no podía evitar sentir la piel de Irene junto a la suya aunque fuera en un simple roce de manos al andar. Mientras la grababa en el estudio, no podía parar de pensar en los tersos y suaves labios de ella sobre su mejilla. Siendo sincero desde el momento en que había conocido a aquella bella y sencilla hispana, su grabación en estudio había sido tan profesional como un encuentro con él mismo deseando conocerla de cerca.
A la semana siguiente de saber de su existencia estando en el estudio con las canciones a grabar para el mini album de finales de marzo, aquellas letras que antes trataban de sí mismo habían empezado a tener doble sentido. Como ese sentido "Let's start the interview" ("Empecemos la entrevista"), si antes había sido parte de una introspección de lo que había hecho en su carrera hasta el momento...
Tras saber de ella, había tomado también la forma que el público tendría de ella como una sincera confesión de su interés por saber todo de Irene. Pero ella sólo sabía que era artista, le había oído cantar en el coche y nada más. En cambio, Eric sabía que ella trabajaba tanto en la cafetería como en la oficina de la empresa de Samuel como traductora y asesora informativa del mercado.
Era obvio por qué la había elegido Samuel, ella comprendía mucho mejor los mercados español y latinoamericano gracias a su conocimiento del idioma. Al mismo tiempo como europea tenía una visión privilegiada de lo demandado por los mercados europeos que, a pesar de ser parcial, le ofrecía una vista más cercana a la percibida por cualquier americano de origen europeo.