Rompiendo Paradigmas

03: Defender a mi familia

 

Fernando Belmont.

fxq-NpZrGS5Q-mdZGOeeETT7eZLm9nZ1a_8JdIHzAQwlkp64_N0LiFhl5oEfAVsEQjP0SAPBqwyldJEAiLzYlAh5FEbkMdTGofJVxR4orbPPW-IuUWo0_0fLA4r_SDintcVXLwq3uZei5-ZzD1u_wwA

En el fondo sabía que mamá entendería porque se trataba de sus hijos, pero también sabía el amor que le tenía a su hermana, independientemente de lo que había pasado. Ellas se habían perdonado y no quería que sintiera que hablaba mal de su hermana, pero en este caso, ella habló mal de la mía. 

—Mamá…—me quedé callado, volteé a ver a papá quien se sentó del otro lado, estando yo en medio de ambos—sólo defendí a Leslie. Mi tía Alexia estaba hablando mal de ella y no iba a permitirlo.

—Pero tampoco es para que le faltes al respeto. Es una adulta y…

—Perdón mamá, pero el respeto lo perdió desde…—frunció el ceño, me callé. Me paré dándoles la espalda y me giré mirándola a los ojos—eso no importa ya. Sé que es tu hermana y la respeto, pero eso no le da el derecho de hablar mal de Leslie a sus espaldas. 

—Si, pero una cosa es el respeto y otra muy diferente que…

—Creéme, traté de ser respetuoso. —volví a interrumpir—Le pusé límites y…

—No te digo que no, pero no debes meterte en temas de adultos. 

—Espera, ¿me estás regañando por defender a mi hermana cuando mi tía viene a mi para hablar mal de ella y sus decisiones?—cuestioné ofendido. 

Papá se levantó del sillón, caminó hacía mí tomándome de los hombros para calmarme. 

—Fernando, no queremos discutir—procedió a hablar mi padre—. Sólo queremos saber qué hablaste con tu tía para ver cómo solucionar las cosas. No queremos malos entendidos. 

—Es que no hay malos entendidos, papá. Mi tía se acercó a mí hablándome de Leslie, sus decisiones y ¡ASEGURANDO... !—alcé la voz en la última palabra—... que se fue para huir, aprovechándose de la herencia que le dejó la abuela. Afirmó que no la amaba, porque se fue después de que mi abuela murió. 

—Hijo, sabemos lo mucho que quieres a tu hermana, pero también hay que reconocer que la forma en cómo actúo Leslie no fue la más adecuada.

—Leslie tenía años soñando con irse a Canadá y cuando llegó el apoyo de la abuela lo aprovechó. Sabemos que fue muy reciente, y muy a nuestro pesar la apoyamos—habló mi madre—, pero también debes entender que ella ya no está aquí. Debemos seguir con nuestra vida. Si, le deseamos lo mejor; que se siga preparando y llegué muy alto.

Mamá se acercó a mi sobándome los brazos de arriba abajo. La nariz me dolió avisando que un par de lágrimas estarían por asomarse en mis ojos.  

—Sé que la extrañas—prosiguió papá—. Nosotros también. Y agradecemos que la defiendas, pero no vale la pena que te pelees con los demás por alguien que ya no está aquí. 

—No porque no lo merezca. —siguió mi mamá—Tampoco te estamos diciendo que permitas que hablen mal de ella, sólo… no caigas en provocaciones. Sabemos cómo son tus tías. 

—Lo sé, mamá. Pero no entiendo cómo es que me estás cuestionando a mí cuando lo único que hice fue defender a Leslie. ¿Acaso eso no fue lo que me enseñaste desde chico? —hablé más calmado. Ella tomó mi rostro con ambas manos sonriéndome con orgullo.

—¡Escúchame bien, Fernando! Eres un hombre increíble, honorable y respetuoso. Estoy orgullosa del hombre en el que te estás convirtiendo; fiel a tus convicciones y los valores que te he enseñado. Te pido perdón si te sentiste ofendido, pero estoy preocupada por ti. Cuando eran niños, pensé que los tendría toda mi vida y ve; tu hermana se fue hace unas semanas, tú estás por terminar la universidad y mi Amelia pronto termina el bachillerato. Ustedes se irán pero yo siempre seré su madre. 

Una lágrima bajó por mi mejilla al igual que la de mamá. 

—Entiende cuando te digo que una madre jamás dejará de preocuparse por sus hijos. 

 

 

Leslie Belmont. 

Y4WMB9SWTnNm4rjdVUT0TKxRNfjCdhVgkSCunKmfYUylZ63VbXH8cIH8LufvqbsceEul-exAk2h8-gBXXtdCZjoxdPpMKktPS3KvQrKcZFASHZzl-o5d55-MBNbRUucywFCt8OCDSLdyf9t1UrizLi0

Canadá no estaba siendo nada de lo que yo imaginé. Si, me había venido por toda la vía legal, tenía dinero suficiente para pagar mis estudios, pero no tener trabajo me tenía muy triste y decepcionada de mí misma. Se suponía que debía sentirme orgullosa, pero no era así. Me consideraba una persona que sabía mantener en equilibrio todas las áreas de su vida, por lo que me tenía desconcertada de como un área podría afectar tanto las demás. 

Tenía esperanza en que pudieran marcarme del trabajo, pero sabía que también debía seguir buscando opciones. Sin embargo, estaba cansada, harta y muy triste de pasarme las últimas semanas buscando, teniendo entrevistas y no obtener ningún resultado favorable. Aun así, debía llegar a hacer toda la tarea que me dejaron en el posgrado. No era mucha, pero la poca que tenía era tediosa y extensa, por lo que me mantuve despierta gran parte de la noche hasta que le avancé un 60%. Los proyectos eran para el lunes, así que me quedaban otros cuatro días para terminarla. Mis ojos pesaban del sueño, la espalda me dolía y mi estómago rugió pidiéndome algo para cenar, pero no había pasado por mi típico ramen al minisuper, así que no me quedaba de otra más que seguir en lo mío. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.