—Claro—dice mi padre, pero noto en su tono de voz un poco de nerviosismo—solo no te demores ni te quedes por ahi paseando en las calles, he escuchado que ha aumentado los incidentes con carteristas.
—Asi lo hare, papá —digo para no preocuparlo. Me termino el pan y el cafe que me servi para finalmente me levantarme de mi sitio.
—¿Ya te vas?—pregunta la nonna, por como me mira supongo que le preocupa que ande sola por las calles. No me expondria a salir si ellos fueran sinceros conmigo, pero ya que gustan de guardar secretos en esta casa, prefiero ir a averiguar por mi misma que sucede.
—Si, no tardare solo ire por el encargo de Vittoria y vuelvo, tengo que prepararme para salir en la noche—admito, aunque un segundo más tarde me arrepiento de revelarselo ahora mismo.
—¡Santa Madonna!—pronuncia la nonna angustiada, ahora ya sin poder ocultar su sentir. Encorvo el ceño y trato fingir una expresión desconcertada.
—¿Hay algun problema en que salga de noche?—trago saliva, nunca antes mi padre me prohibio salir, aunque la verdad es que no gustaba mucho de salir a menos que todos mis amigos me acompañaran. Solo espero que no sea la primera vez.
—¿Iras tu sola?—cuestiona mi padre, esta vez su voz suena seria y un tanto preocupada, pero ignoro el hecho de que están preocupados, quiero ver hasta que circunstancias me ocultaran lo que sucede.
—No, iré con Vittoria—admito, supongo que una buena mentira debe estar acompañada de verdad y ya que ellos no son sinceros conmigo ¿Porque lo seria yo de ellos?—sera una fiesta de disfraces.
—¿Por donde es?—comienza el interrogatorio.
—No lo sé, Vittoria no me dijo donde seria, pero supongo que debe ser de alguno de sus amigos—expreso y ya que se supone que ninguna de las dos tiene amigos del otro lado de la ciudad mi padre finalmente suspira.
—Bueno, ya que es de los amigos de Vittoria no tengo inconveniente en que vayan—expresa, aunque parece que no esta del todo convencido y la verdad es que yo tampoco, pero si mi propia familia no quiere decirme nada, yo debo buscar mis propios medios—llévense a Alonzo para que espere por ustedes, así no tendrán que manejar si beben.
—Le comentare a Vittoria, pero dudo que quiera que nos lleve tu chofer—expongo para no levantar sospechas, él conoce perfectamente a Vittoria y lo necia que es.
—Si viene por ti, dile que pase a verme y le hare cambiar de opinion—dice como una amenaza que no dudo que pueda cumplir, pero ya que él ni nadie más de la casa debe saber la ubicacion de esa dichosa fiesta, supongo que tendremos que escabullirnos antes de que mi padre se entere.
—Claro, le dire—miento, entonces me aproximo a él y le doy un beso en la mejilla, luego hago lo mismo con la nonna y salgo del comedor para volver a mi habitacion.
Ahi termino de alistarme, me lavo los dientes y meto mi telefono, mi cartera y un brillo labial por si se ofrece. Luego hago el mismo recorrido para volver a la planta baja y salir de casa, afuera veo a Alonzo, el chofer leer el periodico, en especifico la seccion de deportes. Me aproximo a él y me tomo el atrevimiento de pedirle que me lleve al centro de Verona, él asiente y sin ninguna objecion se mueve para abrirme la puerta del auto negro que suele manejar.
Después de media hora y debido al trafico, llegamos en veinte minutos a una cuadra de la ubicación.
—Me bajo aquí Alonzo—le informo—puedes irte a la casa, mi padre podria necesitarte.
—Pero, señorita Romy...—dice tal vez en un intento de detenerme, pero hago caso omiso a sus palabras y me bajo antes de que el semáforo le de la preferencia a los autos. Camino entre la gente para que Alonzo me pierda de vista y una vez que llego a la joyería, hago lo que Vittoria me pidio.
Al preguntar por el encargo de Vittoria descubro que en realidad el pedido lo hizo a mi nombre, lo cual no me sorprende ya que de jóvenes, ella solía hacer lo mismo, aveces se hacia pasar por mi en los negocios que me brindaban créditos y por ser una Montteci no solían cuestionarle nada.
Luego de que salgo de la joyería, las guardo en el interior de mi bolso y camino hacia la plaza, si no mal recuerdo ahí se encuentra un servicio de taxis que puedo usar para volver a casa, aunque en mi camino miro hacia todos lados esperando a que ocurra algo fuera de lo normal, quizás una discusión como la del día anterior, pero mientras camino no sucede absolutamente nada
Una calle antes de llegar al sitio de taxis, me percato que delante mio se encuentra una anciana que es empujada por un tipo que pasa sin siquiera volver a ver lo que ha hecho. La anciana cae sobre sus rodillas sobre la acera dejando caer un ramo de rosas e instintivamente me apresuro a ayudarla.
—¡Oye!—levanto la voz, pero el tipo continua caminando.
Intento levantar a la mujer, ella se sujeta de mi hombro para poder levantarse con dificultad. Lleva puesto un vestido verde que llega por debajo de las rodillas, no obstante al poner peso sobre sus piernas me doy cuenta de que la mujer sangra de una rodilla, ella se queja enseguida.
—¡Hey mbécil, mira lo que hiciste!—lo insulto al ver la sangre, pero dudo que me haya escuchado, así que intento buscar un sitio donde apoyar a la mujer. Cerca hay un banco que parece pertenecer a la floristeria que esta cerca de nosotras y de la que supongo fue aquí donde compro las flores.
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Editado: 14.11.2024