17 Septiembre del 2018
Siempre pensé que el tiempo era un ladrón, por quitarme momentos y con llevarse mis preciados recuerdos, olvidados en el tiempo.
¿Qué creen ustedes?
Por otra parte el tiempo de clases era estable, por el momento había sobrevivido sin querer despellejar a Thomas. Solo por el momento.
Por el contrario del mi tiempo en la casa que ahora parecía que solo vivía yo, por la nota de mi padre había dejado muy claro que se debía marchar con urgencia hacia la casa de mi abuela paterna. Enfermo y con ello también dejó un vacío en el hogar. Mi hermano por ser más pequeño se lo llevaron aunque a mi, era imposible, ya que debía asistir a las terapias según el tribunal.
Eran obligatorias solo dos veces a la semana. En este tiempo de soledad llegó el viernes, día de terapia. Las visitas obligatorias eran solo los días lunes y vierne.
No había vuelto a soñar nada más y ese último sueño seguía recordándolo no a la perfección pero más que los anteriores.
—Pensé que no volverías, Srta. Verónica.
Dijo, aunque su voz era apenas sorprendido. Lo sabía, que debía volver a pesar de mis diferencias con él. Lo sabía y se burlaba con aquella sonrisa que podía pasar como inocente o tranquila pero ambos sabíamos la realidad y llegamos a la misma conclusión: No juzgues a un libro por su portada.
Solo manifesté mi mejor sonrisa de amabilidad —mas una mueca en mis labios fue lo que conseguí— y respondí tranquila.
—Lo pensé pero si no vengo yo me traerán a rastras – hice un ademán con la mano, señalando el lugar con una mueca de disgusto—, y bueno que hacemos.
– Te voy a hacer un cuestionario y tú debes responder sinceramente, lo que no puedas responder di siguiente.
Aclaró sin duda en su voz. Planificado y controlado, era todo lo que mostró ni una pizca de ira. Si la tenía no demostró nada.
– Vale, comencemos – puso música tranquila que parecía de las de Beethoven –. ¿Que sucedió hace tres meses?
Frunció el ceño, gruñendo de que sea más específico. ¿Hace tres meses?...
La pregunta correcta sería: ¿Que no sucedió ese día? Para ser exactos.
“Cuando pelee con Lukas en el Instituto o después por el motivo de que Lukas estaba en un hospita, el cual no recordaba a la perfección. Cual de todos las causas sea específico para entender.” Pensó pero no lo dijo aunque pareció entender y respondió con sencillez.
–Algo fácil, tu rutina del lunes antes de que tuviste un horrible día, que ocurrió más de un desastre, según das a entender – Sonrió y añadió –. Cierra tus ojos y imagínalo. Debes contarme todo a detalle y sin mentir.
—No le diré toda mi vida, Lee. —gruñi en protesta.
—Tú acabas de acordar que me dirás todo.
Sonrió socarronamente y guiñándome el ojo, él estaba ganando y yo perdiendo. No era una competencia pero sin darse cuenta el Sr. Lee le sacaba la información a su manera.
—Da igual —me encogí de hombros y luego cerré mis ojos—, el lunes fue un día tranquilo o eso quisiera la realidad era que fue caótico desde que sonó el despertador. Ningún problema por ahí eso siempre fue normal, los lunes nunca se me dan bien.
Ella refunfuñó mientras contestaba como era su día lunes, nunca le gustaba ese día, era estresante el solo pensar en ese día.
—Hay veces que en cosas normales existen problemas, por ejemplo tu ira es una mala costumbre.
Señaló como si estuvieran hablando del clima, en completa serenidad, sin inquietud en la voz ella continuó.
–Sabe que la ira comenzó hace 6 meses y no lo puedo evitar.
– ¿Segura? – cuestionó acercándose a la camilla y tomando mi mano –. Tampoco puedes evitar que sostenga tu mano.
En ese momento sus palabras eran como un veneno para mi. Me aleje de él pero solo conseguí que acercara más –. Puedes evitarlo sin embargo cuesta mucho trabajo es como cuando de niña no querías ducharte pero al final siempre se lograba.
–Entiendo. Pero no era el caso en si ellos hacían que mi autocontrol se fuera, siempre fui muy tranquila.
[Dylan]
Ella estaba ahi hablando de lo sucedido, calmada aunque algo me decía que ocultaba más de lo que contaba.
“Siempre fui muy tranquila“
Ella comentó como una niña contando sus preocupaciones a su amigo más cercano y él escuchó atento y también cuestionó aunque con la voz relajada sin inquietud ni curiosidad.
–¿Quienes son ellos? – enarque una ceja, y le di una bebida, más específico, un té de manzanilla –. Que hacían que lograba enfadarte tanto hasta querer atropellarlo con un auto.
Al preguntar ella se mantuvo aún en la silla aunque sobresaltada un poco, asustada quizás.
–Nunca lo intente atropellar –su voz sonaba insegura, lo noté–. ¿Qué pregunta es esa?
Su sosiego se desvaneció de inmediato, tan abruptamente hacia tal pregunta, y parecía con su mirada interrogarlo a él. Intrigada en saber si era cierto de que era acusada de intentar atropellar a alguien.
Pensando o haciendo memoria. Por un momento su mente parecía divagar en un lugae diferente a las cuatro paredes. Sus ojos ambar destellaron como si se encendiera una cerilla, ardiendo y queriendo quemar todo a su paso, también frustrada por no encontrar algo en su memoria, sin éxito en su búsqueda.
–Eso no dice aquí, y no creo que sea mentira. Pero continúa con la respuesta, que sucedió después.
–Nada, no recuerdo... con exactitud – titubeo, mordiendo sus uñas, perdiendo los nervios. Tan frágil que podría romperse, pero ella había demostrado que ella era fuerte, valiente y muy temeraria aunque también seguía siendo una niña que estaba asustada, se recordaba.
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Editado: 22.10.2021