24 de octubre del 2018
Una canción que sonó a mi oído, era la melodía más bella del universo, ese verso, era mágico aquel momento en mi memoria y su voz tan profunda, tan lejana, y tan armoniosa.
Sin embargo, se alejaba cada vez más como si fuera a desaparecer y después nada... Solo quedó el silencio en ese momento de paz.
No podía sentir nada más allá de escuchar su melodiosa voz que me calmaba y con anhelo decía: «Ya no estarás en peligro»
—Ya despertó —gritó eufórica una chica. Sus orejas delataban que no era humana, sus ojos verdes destellaban alegría, y a su lado esos ojos profundos me observaban diciendo algo que parecía preocupación.
Sus cejas se alzaron al mismo tiempo que de la puerta entró alguien, y quien estaba ante mi no era Evans ni mi psicólogo Dylan Lee. Sin embargo, al ver a esta persona aquí sentí alivio y tranquilidad por alguna extraña razón, él era igual a mi, una caja de sorpresas que cada vez que descubres algo aparece una cosa nueva que descubrir.
Will y a su lado la que parecía querer acabar con todo y reducirlo a cenizas, esa llama que arde tan fuerte en ella, al igual que sus ojos rojos como un rubí brillante.
—Es muy tarde para pedir permiso mejor será pedir perdón—. Y se acercó a mi mientras tomaba mi mano, la sostuvo y se arrodillo pronunciando—: «Eres descendiente de la primera hada de la familia escarlata y también eres la destinada a morir en manos del Parca. Pero además eres la única persona igual a mi, y por ello prometo protegerte porque eres especial para mi»
«Te estuve buscando y te encontré» Susurro a mi oído, y en un segundo después me dio un beso en la mano.
Rspidamente se levantó por motivo que alguien lo estaba controlando y ese era Charlie, quien no dejaba de mirarlo como si fuera su próxima presa.
Charlie se acercó a mi y su mano sostuvo la mía hasta el momento en que volví a cerrar los ojos. Cuando un sueño invadió mi mente en donde estoy presa entre cuatro paredes de acero, al intentar salir, llegó a un bar donde veo con mis propios ojos dos pequeños, uno es una niña y el otro es un niño.
Ambos van de la mano hasta que unos sujetos sueltan sus manos, haciendo que la niña más pequeña caiga al suelo donde su capucha deja expuesto su cabello un blanco como la nieve que irradia en tanta oscuridad. El niño vuelve a cubrir su cabello pero ya todos lo vieron, la alejan de ella mientras lucha con todas sus fuerzas por alcanzar de nuevo su mano.
«Debo cuidarla, mi hermana»
Ruega que dejen ver a su hermana, su familia, una rareza en la raza de los demonios que tenga los ojos de otro color, no negros sino unos grises y su cabello no era común tenerlo blanco.
Ella era una bruja y los demonios no podían relacionarse con humanos para engendrar brujos solo con su especie porque era prohibido enamorarse de ella y menos concebir tal atrocidad, esos bebés morían antes de ver la luz del día.
Pero lo que no sabían todos esos demonios es que la pequeña bruja no era mitad humana, no ella no era para nada humana, ella era mitad hada. Lo cual era peor que un hada este allí, por suerte no tenia las orejas ni tampoco alas blancas.
Era muy especial y peligrosa sin entrenamiento, no pertenecía ni a uno y peor a lo otro. Ella eligió, ese día debió escoger entre morir o estar lejos de su hermano.
—Lo siento, nunca podremos ser una familia.
Abrazo a su hermano por última vez y luego simplemente se alejó de él para siempre, por el resto de la eternidad, quedando al cuidado de el clan de las brujas, en el aquelarre de brujas decidieron que ella pertenecía a ese mundo.
La maldad creció dentro de él, no pudo proteger a su hermana, no lo logró ni siquiera estaba cerca debía ser fuerte y ser el más poderoso para poder ver de nuevo a su hermana, no eran dé la misma sangre pero sus lazos si eran fuertes.
«Prometo protegerte a ti que me salvaste de morir, si solo luchaba por ti un poco más podría estar muerto pero tú elegiste salvarme y salvarte, mientras que solo fui un cobarde»
Esa ira lo consumió todo volviéndose todo en llamas, todo se volvió negro mientras que en el cielo volaba una y otra vez un niño con sus alas negras, tan oscura como la obsidiana y un grito desgarrador se escuchó a lo lejos, ese grito era de las aldeas humanas.
Él curioso se acercó y en el bosque helado lejos de la aldea de humanos terribles, mentirosos y a la vez tan frágiles, vulnerables como la niña que vio cerca de un arroyo de agua congelada, el frío había congelado casi todo el cuerpo de la pequeña pero ella lloraba pidiendo ayuda a cualquier ser, y él la escucho claramente.
Saco su daga para acabar con su sufrimiento como muchas veces había hecho con los animales del bosque que morían a causa de los seres humanos con sus trampas, pero esta humana indefensa le recordó a su hermana al ver como de su cuerpo emanaba un poder diferente, poderoso, y malvado queriendo surgir.
La niña con su mano logró que el hielo se convirtiera en un arroyo, sin embargo, eso no la salvo del todo porque no sabía nadar. Luchaba esa pelirroja casi anaranjado por llegar a la orilla y sus pies se hundían cada vez más sin poder lograrlo.
El niño no se esperó hacer lo que hizo, soltó la daga y saltó en rescate de esa extraña humana, y al ver sus ojos azules lo entendió, él volvería a encontrarse con ella, era especial.
Una joven mujer se acercaba gritando su nombre, su voz se hallaba ahogada al ver a la niña inconsciente al borde del arroyo. No lo vio a él, no sintió al pequeño demonio. Pero él vio perfectamente cuando esa humana se convirtió en hada, sus orejas cambiaron, y hablo en la antigua lengua, mientras sanaba a la pequeña.
Era un hada, y su nombre lo recordó hasta cuando la encontró de nuevo casi una década después pero sintió lo mismo que al principio su poder desbordando, nunca pensó olvidarla pero tampoco la busco más que en el bosque.
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Editado: 22.10.2021