“Cada uno somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro infierno.”
Oscar Wilde
Marzo del 2019
Entonces esos ojos tan pronto atraparon mi mirada no pare de pensar en el motivo de que aquella sombra fuera esos ojos felinos o una quimera.
—¿Puede ser real? —estire mi mano queriendo atravesar la distancia que nos separaba pero el sujeto delante de mi lo impidió—. ¡Eres real, no!
El soldado no dio marcha atrás triturando mi mano con una llave. Parte de mi cuerpo pedía luchar a pesar de que mi fuerza era nula en aquellos momentos donde mi esperanza se desvaneció poco a poco.
—¿Qué sucede contigo? —canturree débilmente al sentir su tacto en mis pies, y seguramente no era buena idea cantar pero pensar que sería mi última vez quizás.
—¿Te lastimó, Hada Escarlata? —cuestionó con las cadenas agarrándolas en el aire. Todo mi peso caí sobre su cuerpo y estaba al revés, girándome todo en círculos, pero un perfecto ángulo de su daga. Tan cerca, muy descuidado de su parte.
El estruendo de la puerta chirriando llamó la atención del soldado que giró en dirección de la entrada. Pésima idea, pensé.
—Lo lamentó si duele —avise atravesando su propia daga contra su costado abdominal—. Espero que no sufras mucho, soldadito.
¿Era mi oportunidad de salir? ¿Escapar de aquellos ruines ángeles y hados? ¿Sin embargo que me esperaba afuera? Más guardias y muchos querían mi cabeza en una bandeja de plata.
—¿Cómo salgo de aquí sin ser vista? —pregunte al que una vez fue el hermano de Evans, pero frente a mi solo era un animal carcomido de culpa, ira y capaz de destruirme. Sostuve su quijada y me miro lleno de odio—. No lo repetiré dos veces.
Advertí antes de sentarme encima de él colocándole los grilletes de las cadenas de las manos y las cadenas de los pies seguían en mi.
—Ni en tus sueños, traidora de los hados —soltó con mesura y añadió—. Búscate otro porque de mi no obtendrás respuestas.
Era un tipo con principios y éticas, los cuales eran los peores, aunque deseaba no conocerlos sabía a la perfección que así era su hermano, Evans.
—¿Cómo murió Evans D’ Angelo?
Cuestione ansiosa por aquella actitud contra mi. Acaso mate a mi amigo, eso sería demasiado para mi, pero sería capaz...
Siempre sabía que era listo e inteligente. No obstante, que llevaría a la muerte a ese chico enigmático de ojos grises que conocía como mi mejor amigo.
—Él no murió. Lo mataron —respondió pero esa voz no era la suya. Aquella provenía de una que destilaba confusión y un timbre familiar—. ¿Deberías contarle quien lo mató?
Esa voz le pertenecía a quien podía traer más problemas de lo que me convenía en ese lugar. Pero me alegraba verlo y saber que no era una quimera.
—¿Quién lo ase...? —pregunte aunque su voz rota y quebrada me interrumpió al confesar algo que lo estaba pagando viviendo su propio infierno.
—Fui yo... yo mate a mi hermano —gruño rasgando con uñas y dientes su rostro avergonzado. Él había asesinado a su propio hermano a sangre fría sabiendo todo lo que era capaz de hacerle la corte de angeles—. Fue su culpa. Se suponía que debía entregarte cuando tú desataste la tragedia del Ángel de la muerte.
Se detuvo y sus manos trataban de controlar sus lágrimas cristalinas que deseaban salir de tanto contenerse a la cruel realidad. Aunque continuó revelando sus penas y sufrimientos.
—Todos supieron que había muerto el anterior y eso cancelaba cualquier trato que hizo con Elizabeth, tu madre, debía confesar tú paradero o morir. ¿Pero tú sabes que eligió, Ronnie? —torció su gesto en una mueca que parecía que su propia alma se rompió en aquella decisión—. No quería que sufriera así que culmine con su pesar, robándole el último aliento, fui misericordioso porque los ángeles lo torturarían hasta que confesará. Pero él nunca lo haría por no querer traicionar a un Hada Escarlata destinada a morir.
—Lo hubieras ayudado a librarse y escapar —brame. Mis piernas pararon de sostenerme pero los brazos de la sombra detrás mío no permitió derrumbarme frente a esa escoria—. Era tu hermano.
—Soy leal a mis principios no a mi sangre —respondió frío y sin vida, sólo era una máquina sin sentimientos, aquel no era simplemente un ser de cualquier mundo.
¡Por qué hasta Charlie tenía sentimientos! Si, eso recordaba que aquel ser tenia un corazón latiendo como si fuera el mío, un corazón para dos, juntos.
—¡Suficiente! Hay que salir de aquí —voltee para ver a esa voz que provenía de las sombras hasta hallar con su autor. Era quien ya tenía y una sorpresa para mi—. Debemos salir, Ronnie.
—¿Qué haces tú aquí?
—¿Acaso pensabas que no te protegería? —alzó una ceja y me tendió una mano en mi dirección. Sin dudar, la tome y pronto sentí las cadenas de mis pies romperse hasta crujir bajo el suelo—. Hay que apurarnos o nos atraparán.
Y al salir completamente de esa celda pude respirar normalmente; pero no evitó que el pavor recorriera mi cuerpo con tal noticia. Menos que frente a mi se hallaba alguien que nunca esperaría porque sería la última persona en mi cabeza.
—¿Tú desde cuando eres...? ¿Qué eres tú? —confusión era palpable en todos los poros de mi cuerpo y pavor a aquellos demonios que se llamaban ángeles.
—Diferente. Soy un brujo —respondió y sin esperar respuesta nos adentro en un portal—. Y siempre lo fui aunque nadie lo sabía a excepción de Evans.
Evans y Toby. Ambos siempre fueron personas cercanas y extrañas según los demás. Uno muy silencioso y misterioso mientras que el otro un encantador de primera con una mirada felina triste en realidad, solitarios.
—¿Por qué nunca supe nada hasta ahora?
—La razón es que se suponía que nadie se enteraría ya que soy medio brujo como tú media hada.
Solté sus manos y abrí mis ojos al sentir aire chocar contra mi cuerpo congelándose por el cambio brusco de estaciones. Donde sea que antes estuviera era mucho más frío o quizás todo lo era por estar cerca de la muerte.
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Editado: 22.10.2021