Rosario

Prologo

El amor no era para mí. No, ya lo había decidido. El amor era para las personas que tenían tiempo de pensar, sentir, toda esa cursilería.

Mi hermano entra furioso en mi despacho, y ni volteo a mirarle.

-¿Puedes ir a enamorarte? ¿Puedes intentar ser una chica normal?

¿Que tenía con el amor? Suelto un bufido.   Y yo que pensaba, que estaba siendo demasiado recelosa con respecto al tema.

No respondo, no muevo ningún centímetro de mi cuerpo, sigo con los ojos cerrados.

-¿Acaso no entiendes la gravedad de lo que as echo?- sigue gritando, y cada vez el volumen de su voz aumenta.

-¡Acabas de matar a los jefes de cada una de las mafias más importantes!- su incredulidad me hace sonreír.

Abro los  ojos mirando al techo.

Y faltaba más, mucho más.

-Deja de gritar- me masajeo la cien fastidiada, la cabeza me empezaba a palpitar, necesitaba alimentarme más seguido, la comida mundana no me estaba fortaleciendo lo suficiente.

-Rosario vendrán por tu cabeza- estaba preocupado, asustado, aterrorizado. Sus ojos se debatían entre perderse o resistir.

-Eso es lo que espero- me levantó de mi lugar acercándome a él, remuevo su cabello juguetonamente.

-todo va estar bien- le aseguró con firmeza. No permitiría que dañaran más a las personas que amo.

_te matarán- sus ojos se pierden en la posibilidad, su voz bajo de volumen notablemente, se había convertido en pequeños susurros, inaudibles.

-No me tocarán- le sonreí, era el único que me podía ver sonreír. -te lo prometo.

Asiente desconfiado.

Emilio era mi hermano pequeño, el que tenía que cuidar, el que mamá me dijo que iba a ser un gran hombrecito,  antes de haber cerrado los ojos para siempre.

Él, era mi todo, mi motivo para levantarme, era mi imán a la tierra, el que me bajaba de las nubes, permitiendo que toque la realidad. Mi hermano es muy analítico, pensaba diez mil veces antes de tomar una decisión, mientras tanto yo me guiaba por mis impulsos.

-Ve a hacer algo productivo- soltó una risita asistiendo, y sale del lugar.

Suelto un suspiro pesado, y prendo un cigarrillo. Me vuelvo a sentar alrededor del escritorio y empiezo a jugar con el arma que estaba en este.

..............

Abro los ojos al escuchar unos golpes en la ventana, sonrió. Me acerco rápidamente a la ventana y la abro, me asomo. Mi sonrisa se ensancha.

- Christian- mi emoción es notable- ¿Qué haces aquí? - pregunté conociendo la respuesta- ¿No es muy tarde?- me mira incrédulo.

- Vine por ti- dijo con obviedad- tengo algo que mostrarte, ven con migo- dijo emocionado.

- ¡Estás loco!- río con sarcasmo- ¡Mi hermano me va a matar! - no era lindo ver a mi hermano enfadado.

- Rompe las reglas- sus ojos me miran alegres y retadores.

Era una tentación, quería ir con él, en realidad me arriesgaría a ir hasta el fin del mundo, si él, estaba a mi lado. Maldición...estaba locamente enamorada de Christian.

Me miraba ansioso, la curiosidad me mataba. Sus pupilas se abres, como gato con botas lo aria ¡Dios que mirada! Ya me había convencido.

- Esta bien- asiento- espérame y me pongo algo más cómodo.

- ¡Pero si estas perfecta!

- ¿en pijama?- negué con la cabeza- sólo espérame un momento.

Gruñe y asiente no muy convencido.

Con rapidez me cambió por lo primero que encuentro. Estaba arriesgando mucho, pero valía la pena. Me miró en el espejo de cuerpo completo.

- bella- dije para mí misma.

Vuelvo a asomarme y allí seguía.

- Christian- llamo su atención- ¿Cómo salgo?- no podía dirigirme a la puerta principal, mi hermano se daría cuenta.

Frunce en seño pensativo, no había pensado de eso, pero de repente sus labios se expanden sonrientes.

- Salta- Dice sin más.

- ¡¿Estás loco?!- ya sabía la respuesta.

Si me rompía una pierna, o alguna parte de mi cuerpo, el dolor sería insoportable.



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Editado: 05.06.2018

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