Rosas de Sangre

Cápitulo 2

  

 Más allá del aburrimiento de estar sola, mi casa, la misma en la que me había criado me daba miedo. Era demasiado grande y demasiado vieja como para no generarme cierto espanto a veces. Había visto cosas, que parecían seguirme, y tenía miedo. No solo por ser desconocido algo da miedo, sino también por ser inexplicable. Los últimos días sentía que detrás de las paredes había cosas escondidas, ojos en todas partes. O me estaba poniendo paranoica o algo extraño ocurría en mi casa. A mí alrededor. Asique mientras más lejos pudiese estar, mejor. Además eso no era algo que pudiese andar comentando por todos lados, obviamente. Prefería pasar miedo a que me tuvieran por loca. Era pleno verano y el calor me sofocaba más que nunca, pero prefería asarme al sol o aburrirme mortalmente a estar en mi casa, sola.

-¡Hola a todos! –saludé al entrar a mi clase de Sociología. Había llegado unos minutos tarde, pero había tenido la suerte de que el profesor aún no había llegado.

- ¿Te paso algo o Delfina y Alonso no te dejaban venir?- bromeó Morena, sin duda no había sido una buena idea contarles el argumento de la novela que leía-.

- A papá se le antojo que le cocinara y se me cayó el sartén con la comida. Aparte de limpiar todo me tuve que bañar de nuevo.. ¡Ah! ¡Y me quedé sin comer por cierto! -dije con ira. Aún al recordarlo me enojaba.

- ¡A vos sola se te puede caer el aceite!-se carcajeo Mía. las demás se reían de buena gana.

- ¡Malvadas! - les contesté mientras les sacaba la lengua como una niña tonta.

- ¡Puff... que calor! –comentó Magda.

- ¡Decímelo a mí! –dije con un mohín de abatimiento.

- ¡Buenas tardes alumnos! –saludó el director mientras entraba a grandes zancadas en el aula. Muchos de nosotros nos acomodamos en el banco. Tratando de que no notara lo despanzurrados que estábamos -Les traigo una noticia no muy agradable.

- ¡Uh ya empezamos!- dijo Morena en un susurro.

- En pocas palabras –continuó el director, mientras ponía cara de circunstancias –surgieron unos cuantos problemas con el transporte y la paga de profesores de la Facultad de Bosque Viejo, de la cual ustedes son alumnos, por lo que decidieron llevarse la carrera de nuestra ciudad –Nos miró como buscando algo en nosotros –Y a pesar de las suplicas del intendente, no aceptan las condiciones de trabajo que aquí se les ofrece.

    Un silencio pesado  como el plomo se instaló en el aula. Las palabras casi escupidas por el director se me mezclaban en la cabeza de manera estrangulada y casi no podía creer su significado final. El Director nos miraba como tratando de ver en nosotros alguna expresión de disgusto. Estábamos todos como estatuas.  Mastiqué sus palabras, entre la sorpresa y la búsqueda de entender el peso de lo que acababa de exponer.  Era lógico y crudo: no habría más carrera. 

- Es decir- continuó mientras respiraba hondamente, quizás tratando de evadir sus propias palabras y nuestro incómodo silencio –Que los que no puedan asentarse en Bosque Viejo no podrán seguir cursando la carrera –Hizo una pausa y volvió a encararnos- En verdad esto me apena mucho. Muchísimo. Pero como verán el Decano de la Facultad es muy exigente, y no llegó a un fructífero acuerdo con nuestro señor Intendente.

    La noticia me terminó por aplastar. Psicología había sido y era la carrera que siempre me había gustado. Todavía me acordaba como me había puesto de feliz al saber que podía cursarla en mi propia ciudad junto a mis amigas. Había tenido psicología cuando iba a la secundaria, fue allí cuando decidí, que era eso lo que quería para mí. Además sabía muy bien, que la economía de mis padres no se encontraba en las condiciones necesarias, como para pagar una pensión y mis estudios en otra ciudad. Menos en Bosque Viejo. Salí de la clase muy cabizbaja. Ni siquiera escuché las siguientes palabras del profesor, que trataba de que algunos alumnos un tanto nerviosos por la noticia le infringieran algún golpe al director. La clase había sido suspendida.

- ¡Cambiá esa cara!- me instó Morena-.

-¿Qué cara querés que ponga? –Pregunté –Me acaban de dar unas de las peores noticias.

-¡Tampoco para tanto Emilia! –Me reprochó Magdalena, que no había abierto la boca hasta ese momento.

- ¡Para mi es así! Yo en este momento no me puedo ir a estudiar a ningún lado chicas. Pierdo la carrera. Después de un año que la voy cursando, en vano. -se me cayeron los hombros.

- Ya le vamos a encontrar la solución. Vas a ver- me alentó Morena con voz cariñosa.

     Mía estaba cabizbaja y pensativa. Sabía que sentía y opinaba lo mismo que yo. Pero no lo dijo.  A pesar de nuestras diferencias abismales de personalidad, con Mía compartíamos la mayoría de los ideales iguales. Por eso sin que dijese nada sabía que era exactamente lo que estaba sintiendo y pensando.



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En el texto hay: fantasia, vampiros, amor

Editado: 13.05.2019

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