Rosas rojas: diciembre.
—Yo te dije que ligarte con ése era una mala idea, honey. —BaekHyun comentó mientras jugaba con un tenedor.
Do y Byun estaban en la cocina del menor, esperando. KyungSoo tenía el corazón en la boca, la mirada perdida, y estaba irritado de cada comentario de su amigo.
—Solo mantén la boca sellada. De todas formas, fui yo quien se lo pidió.
Pasaron los minutos y salieron de la cocina a mirar por la gran ventana. Desde el piso en el que se encontraban veían a las personas como hormigas y ninguna de esas llevaba rosas rojas.
BaekHyun suspiró. Solo tenía que quedarse con KyungSoo hasta que se durmiera, luego fingirían que nunca conocieron al florista y listo. Byun estaba a nada de ponerse a brincar de felicidad, pero cada que miraba a KyungSoo se pedía internamente que el idiota que le robó el corazón a su amigo se apareciera. Baek nunca lo admitiría en voz alta, pero JongIn hizo muchísimas cosas por Do y le estaba agradecido.
KyungSoo se apoyó en la ventana y con tristeza recordó como había llegado hasta esa situación. Su relación con JongIn, como ya antes se había dicho, era diferente, hace unas dos semanas la sonrisa de KyungSoo se eclipsó por unos días, no podía odiar a JongIn, solo podía odiarse a sí mismo por pensar que alguien lo amaba.
Kim JongIn se veía con alguien más y Soo no solo los vio una vez, los vio como unas cien. Algo no terminaba de cuadrarle al exitoso jefe, así que, alentado por su nuevo yo, decidió tomar al toro por las astas.
—Entrega la última rosa a quien creas que se la merezca.
—¿A qué te refieres?
—La rosa que falta es la roja, la que mejor refleja el sentimiento de amor, de la pasión. —KyungSoo sentía su garganta arder y su voz romperse. —Prefiero que una rosa me lastime a que lo hagas tú. —Se secó rápidamente las escurridizas lágrimas y sonrió.
Cuando su bebé se fue, JongIn se quedó pasmado. Se sentía un idiota, su corazón se hizo trizas al pensar que acaba de herir a su novio. Le pidió a ChanYeol que fuera por él con su camioneta, necesitaba llevarse sus flores. No volvería a venderlas porque ya no había sentido, no podía vender algo que resultara más doloroso que un corte con una daga. En el camino solo pudo pensar en cuantos infieles les pudo haber vendido, a cuantas personas sus flores enamoraron en vano y a cuantas les destruyó el corazón.
A JongIn le tomó casi toda la tarde, hasta que se animó y siguió a su corazón. En su mano tenía la rosa roja, tocó la puerta, y su boca se secó cuando la puerta se abrió. Aquel lo miraba decepcionado. El más bajo salió y cerró la puerta.
—¿Qué haces acá?
—Vengo por Soo, no por ti.
—Él no quiere verte.
—¿Qué ganas mintiendo? —JongIn lo apartó con brusquedad y tocó la puerta con insistencia. Se creía capaz de romperla con tal de entrar.
—¿Te quedaste fuera, Baek? —Do preguntó sin fijarse realmente en quien estaba delante de él.
Una rosa roja se asomó. Quiso sonreír, pero no pudo. Quiso sentir alegría, pero no pudo.
JongIn comenzó a sacar los pétalos delante de KyungSoo. Uno por uno, y caían lentamente hasta el suelo. El más bajo vio los pétalos rompiéndose como su corazón. La escena era peor que unas simples palabras de "sí, te engañé". Cuando JongIn terminó, lanzó el tallo.
—No te mereces una rosa roja.
Do dejó que sus emociones ganaran. Los pedazos que Kim se había tomado el tiempo de unir, también los destruyó. Su llanto se intensificó, quería hablar, quería gritar, pero en vez de eso solo se mantuvo sollozando, sus piernas flaquearon y sintió que se desmayaría.
JongIn se acercó, colocó sus manos en sus caderas y le susurró: —Ven conmigo.
KyungSoo no pudo negarse, era un masoquista de primera. Había pasado por tanto y ahora esto se sumaba a su lista.
BaekHyun decidió no meterse, hasta él estaba en shock.
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JongIn le había vendado los ojos cuando subieron a una camioneta. Kim estaba sentado a su lado en la parte trasera, le sobaba la mano buscando tranquilizarlo, sin embargo, nadie hablaba. Lo único en lo que pensaba Soo era en el conductor; ¡era la misma persona con quien había visto a JongIn! ¿Qué tanto daño más tendría que soportar?
Cuando bajaron del auto, JongIn no le dejó sacarse la venda. Su corazón latía rápido pensando en las teorías paranoicas de BaekHyun.
Cuando las manos de JongIn sacaron la venda nunca pensó que vería miles de flores adornando ese gran espacio. Era un cuarto inmenso, como una sala, pero sin muebles, solo flores en jarrones y un montón de pétalos tirados alrededor. JongIn le sonreía, caminaron sin hablarse hasta una pared en la cual colgaban coronas hechas de flores de un bonito celeste.
—La flor del amor es el Agapanto. —Kim le colocó la corona. —Te dije que las rosas eran comunes, y te apuesto a que no muchos saben que un agapanto es una muestra más hermosa que la rosa más roja. —JongIn se colocó la otra corona y tomó la mano de su príncipe. —No te mereces una sola flor, te mereces todas éstas y más. Cada una de ellas tiene un significado, algunas ya te las di, otras no.
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Editado: 25.06.2022