ROSÉ
Me levanto de mañana, como un día normal para ir al colegio. Arreglo mi cama, y meto a bañarme durante 30 minutos aproximadamente -hoy toca exfoliación y lavar mi cabello- al salir del baño visto mi uniforme y luego salgo de mi cuarto directo a la cocina. Ahí está mi mamá sirviendo el desayuno mientras mi papá se sienta a la mesa y mi hermano mayor corre hacia su trabajo con su termo repleto de café, lo que significan varios días sin verlo, porque es piloto. Él vive en otra cuidad porque trabaja algo lejos de aquí, viene a casa cada que puede.
Debo confesar que tengo un poco de inseguridad respecto a mi cuerpo y apariencia. Soy de piel morena, mido 1.70 -soy un poco alta-, peso 51kg, mi cabello es largo, hasta ahí todo está bien no me quejo.
Pero hay cosas que no me tiene conforme como mis piernas que son delgadas y desearía tener más carne en ellas, mis bubis pequeñas, mis pompis que casi que nazco sin ellas. No cumplo con el cuerpo perfecto, y aunque se hable de amor propio, no es fácil emplearlo.
Ya desayunada salgo de mi casa, el caluroso Little Rock me recibe con brazos abiertos. Estamos en esa temporada del año que el calor es insoportable y bochornoso, ya extraño el frío.
Al llegar al colegio me animo un poco, porque ellas cambian mi día siempre. Y ahí las veo desde la puerta del salón de clase Abdi, Rebecca y Andry. Esas tres personitas con las cuales he compartido toda mi secundaria –y con una de ellas toda mi vida- ahora que estamos en el último año somos inseparables.
-Rosé- espeta Abdi, la más gritona.
-Ven rápido antes de que Abdi muera de un ataque- Rebecca un poco molesta me hace señas para que me acerque, ella es más callada pero no menos divertida.
Me acerco a mi pupitre para hablar con ellas.
- ¿qué pasa? – digo entre risas
- Pues resulta que Abdi ya anda viendo los vestidos que TODAS nos pondremos en el baile de promoción, y ya anda eligiendo sin nuestro CONSENTIMIENTO el color y el estilo- Andry me pone al tanto de la situación. Ella es como la intermediaria de estas dos locas.
-Bueno, se me hace justo que nosotras opinemos sobre el vestido, ¿no? – me dirijo a Abdi.
-El problema no es que me den sus opiniones, el problema es que son pasadas de moda y me da ansiedad sólo pensar lo que vayan a vestir- finge estar horrorizada, al saber que eso molesta a Rebecca.
-Pinche minion posesivo y mandón- suelta Rebe con fastidio.
-Ya, no peleen. Parecen gato y ratón todo el tiempo- habla Andry mientras las otras dos se tiran miradas chocantes. Rio para mis adentros mientras veo esa escena, son tan adorables y sé que en el fondo se adoran.
Entra el maestro al salón, dando por terminada nuestra plática. Detrás de él entra otra persona y podría jurar que es un ángel caído del cielo. Él está vistiendo con el uniforme de la prepa, el cual cubre el muy bien definido cuerpo que tiene. Todas quedas como bobas al verlo, y a mí simplemente no me importa por muy guapo que esté, ni siquiera detallo su color de cabello o de ojos, no me molesto en quedarlo viendo por más tiempo al recordar que yo no tendría entrada ahí, ni siquiera voltearía a verme.
-Buenos días- dice el maestro David. Me pongo de pie como presidente de aula que soy y cuento 1, 2, 3 y todos los estudiantes decimos al mismo tiempo ''Buenos días maestro''
-Muy bien. El día de hoy tenemos un estudiante de intercambio, dejaré que se presente ante ustedes.
-Buenos días, mi nombre es Brice- dice de manera tajante. Todos quedamos en silencio esperando más palabras de él, pero no las obtuvimos.
Es guapo, pero grosero, no es mi estilo- digo en mi mente- sólo espero que no nos topemos mucho.
***
Hoy es un nuevo día, uno genial porque no tuve pesadillas y eso hace que me despierte de buen humor. Hoy más que nunca estoy agradecida por lo que tengo, por los míos, incluso hoy no me siento inferior a nadie.
Bajo las escaleras de mi cuarto hacia la cocina, tarareando una canción, mi padre -John Arostegui- y mi madre -Pamela Arostegui-.
Mi madre me queda viendo, analizándome -siempre hace eso-
- ¿Hay algo que te haga feliz el día de hoy? – me interroga.
-No hubieron pesadillas- digo con una gran sonrisa y puedo ver la alegría en el rostro de dos de las tres personas más importantes de mi vida –la otra persona es mi hermano-.
Las pesadillas son un tormento para mí, a veces se sienten tan reales que me cuestiono si son realmente producto de mi imaginación. Pero me convenzo de que sí lo son, no quiero preguntarle nada a mi mamá, porque se preocuparía y tampoco sé cómo decirle que tengo sueños donde me violan 5 hombres.
-La próxima semana no hagan planes- la voz de papá me saca de mis pensamientos- recuerden la reunión familiar, no podemos ausentarnos- habló para todos.
-Está bien, sólo si me compras un vestido nuevo porque ya no tengo para ponerme- me inclino hacia él haciendo muecas, pucheros y carita del gato con botas de Shrek-
-Sólo si tu madre lo elige- dice con diversión.
-Bien, tendré que resignarme a usar los vestidos de siempre, no quiero que piensen que tengo 40 años- hablo haciéndome la ofendida mientras mamá me da una mirada encima de sus lentes, y me rio a carcajadas yendo hacia ella abrazándola.
Me despido de los dos y me encamino al colegio.
De repente siento unas ansias, unas energías que no sé de dónde salieron, algo en mi corazón me dice que este día será el mejor de todos y que buenas noticias me esperan, ya quiero saber cuáles son.
Entrando al aula mis oídos se llenan de ruido por la algarabía que se tienen todos en el aula. Veo a mis amigas platicar con entusiasmo, lo que me hace tener más curiosidad de qué es lo que realmente pasa.
- ¿Qué se celebra? – les pregunto a las chicas que están amontonadas en una rueda.
-Lo mejor del año cariño, la entrada al cielo primor- me informa Abdi.