Rosé

Capítulo 4

ROSÉ

Pude detenerlo, pude hacer algo en ese momento, pero no lo hice porque algo dentro de mí me decía que no lo detuviera.

Quería que él me viera, quería saber cómo iba él a reaccionar y fue justo como lo pensé.

Antes de salir de casa, cuando estaba en mi cuarto alistándome para nuestra ¨cita¨ puse música en un parlante pequeño que es ideal para tenerlo en mi mesita de noche, yo estaba normal y tranquilamente tomándome mi tiempo, él haciéndolo esperar.

Y como dije anteriormente, esta casa es mía, vivo aquí, él no sabe nada ni conoce de mi casa, así que tampoco sabe que en mi casa hay cámaras de seguridad, el muy tonto no se dio cuenta de ese detalle.

Yo tengo control de las cámaras que están desde las escaleras hasta el pasillo que va a mi cuarto, finalizando el la puerta de este. Así que lo ví venir, en mi iPod vi cómo caminaba de manera que no quería ser descubierto, en el momento que note su intención algo dentro de mí surgió, esa maldad que todos tenemos guardada, ese entusiasmo por hacer travesuras, y en microsegundos puse mi plan en marcha.

Me quité el short que tenía puesto, para quedarme en una camiseta y en bragas. Todo se transparentaba y quedaba a la vista, pero no me importó, lo importante en ese momento era buscar la canción indicada, y ninguna mejor que Fresa de Tini.

He practicado esa coreografía tantas veces en mi cuarto, que no es ningún problema para mí en esos momentos. Así que me quito la máscara de niña tímida y buena por una de niña traviesa y seductora.

¨YAAAS BITCH¨ gritó mi conciencia, y es que ella y yo somos los mejores cómplices en todo.

Entonces el momento esperado llegó, él estaba en la puerta de mi cuarto y la función empezó.

Escuché cuando su mano agarró la manija de mi puerta, yo estaba de espaldas pero sabía que estaba abriendo la puerta, dio un paso adelante y entonces me vio.

¿Cómo explicarles la cara que puso?, definitivamente él no se lo esperaba.

Se quedó como un niño cuando le enseñas un dulce, impactado, asombrado por mis movimientos. Lo estaba viendo a través del espejo de manera que él no se diera cuenta y pude ver sus ojos recorrer mi cuerpo, viendo cada detalle, aprendiéndose cada parte de mi piel.

Tragó saliva y sus labios quedaron entre abiertos mientras su vista se perdía por todo mi cuerpo.

Y ahí fue, donde me sentí diva, preciosa, inalcanzable y sexi. No porque un hombre me haya visto con asombro y deseo, sino porque YO, Rosé podía hacer que alguien más me viera de esa forma, el verlo a él con sus ojos perdidos cual náufrago en el mar, en esos momento me di cuenta que fui la causante de tal reacción.

Cuando supuse que había visto lo suficiente, entonces reaccioné exageradamente como si no supiera que él estaba ahí, hasta le lancé un zapato que lo esquivo a tiempo. Incluso maldije con la intención de que él escuchara y para hacerla más creíble, pero ni yo me la creí.

Y sí, estaba satisfecha por esa reacción, era lo que quería comprobar, el efecto que tenía yo en él.

Casi me da un paro cuando veo a Adrián por las cámaras ¨se jodió Brice¨ pensé por un momento, pero el maleducado logró salir del apuro rápidamente.

Me puse el short que antes llevaba, porque mi hermano venía hacia mí.

-Rosé, ¿Puedo pasar?- pregunta desde el otro lado de la puerta.

-Sí, entra- me senté en mi cama mientras él entraba a mi cuarto.

-¿Cómo has estado tita?- me dice con una sonrisa.

-Deja de llamarme así, ya no estamos pequeños- soltó a reírse porque me llamaba así sólo para molestarme. Y aunque no me gustaba, sabía que me lo decía por cariño.

-Sabes que te quiero, mi chiquita- dijo en un tono más bajo, y mi corazón se estremeció. Sabía lo que eso significaba, sabía que él me decía eso siempre luego de mis episodios horribles con las pesadillas, y eso me calmaba.

Me hizo recordar las veces que corrió hacia mi cuarto, asustado por mis gritos y llantos. Las veces que me ayudó a calmarme por mis ataques de ansiedad luego de cada pesadilla, él estuvo siempre para mí, incluso ahora.

-Sí lo sé, y yo a ti- mi voz salió en un susurro, el nudo en mi garganta se estaba formando, y las lágrimas no se hicieron esperar deslizándose por mis mejías.

Me dolía pensar que él también sufría por mi causa, porque cuando amas a alguien lloras cuando llora, ríes cuando ríe, y sientes dolor cuando esa persona está dolida. Adrián noto eso y se apresuró en venir hacia mí.

-¿Qué pasa hermosa?- su voz sonaba muy preocupada, y lo entiendo porque había empezado a llorar sin motivo.

Aunque sí había uno, me dolía él, me dolía el hecho de que no tuviera una hermana normal con la cual salir y disfrutar de la vida. En cambio tenía a alguien con baja autoestima, que tenía cambios de ánimo de manera repentina, una hermana que no es hermosa porque soy consciente de que no lo soy, nada en mí lo es.

En ese momento no quería hablar, sólo quería llorar junto a él, llorar en su pecho y dejar salir todo eso que me aprisiona, cadenas que no veo porque todo está muy oscuro y no sé realmente a lo que estoy atada.

Todo lo que he guardado por un tiempo lo dejé salir. El llanto se calmó, sus manos seguían acariciándome, su barbilla sobre la coronilla de mi cabeza, mostrándome el apoyo y amor que siempre me da.

Pasó un momento así, y entonces levanté mi cara para ver la suya, estaba sutilmente roja porque había llorado junto a mí. Y es que para mí, él es tan especial e importante como no se imaginan. Desde la primera vez que empezó mi tormento, ha estado a la par mía sosteniéndome y dándome su apoyo, es tan incondicional conmigo.

Empezó a sobar mi cabeza y a decirme que todo estará bien, y yo sólo asentía.

-Bueno, tengo que alistarme para salir- le dije levantándome de la cama yendo a mi cómoda para secarme las lágrimas y maquillarme para tapar mis ojeras hinchadas.




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