"Todo el mundo es una colección de recuerdos de que sí existió, y de que la he perdido" —Hardin Scott.
🐺
|ANTES DE ELLA|
Hareth
El peso de mi cuerpo sobre el muelle provocó que este chirriase ligeramente, con la vista puesta en el horizonte, avancé. Lentamente, caminé hasta llegar en la orilla, mis patas delanteras rozaron el borde.
La brisa fresca del amanecer golpeó mi rostro, alcé la mirada al cielo mientras cerraba los ojos y me permitía disfrutar del sonido de la naturaleza. Aspiré profundo al mismo tiempo que agudizaba mis sentidos para detectar cualquier movimiento a mi alrededor, el sonido de los pájaros y el mecer de la copa de los árboles por el viento acompañado del sonido del agua en el borde era lo único que captaba, los demás era silencio.
Me encontraba una vez más en el lago, en mi forma lobuna sobre el pequeño muelle apreciando el silencio y la soledad. Pero no me encontraba allí por eso—ese lugar siempre me había proporcionado tranquilidad al ser creada especialmente para los licántropos—, estaba ahí por ella, Mia.
Volví la vista al frente y contemplé el centro del agua, en donde a ella y a mí nos gustaba nadar, si ponía mucha atención hasta podía visualizarnos ahí, y eso hice. Exploré en mis memorias y nos vi allí tan despreocupados, disfrutando uno del otro. Su voz y su risa inundaron mi mente mientras los momentos felices junto a ella en ese lugar iban pasando por delante de mí, tan rápidos que incluso dolía al ni quisiera poder alargarlos aunque sea en mis recuerdos.
Su imagen y la mía desaparecieron, dejando un enorme vacío, un sitio sin vida, tan parecido a lo que en mi pecho había nacido y persistido desde que ella se fue y no volvió.
Me sentí como en meses pasados, cuando antes de ella no podía controlar mi ira y malhumor, el malestar que surgía y permanecía por culpa de la falta de mi compañera me mantenía demasiado fuera de sí. Pero no era precisamente por falta de Rouse, era por la ausencia de la que fingió ser mi pareja destinada, Neira. Ella produjo tanto en mí que pensé que esos constantes dolores acabarían conmigo, en mi interior había batallas frecuentes, debía luchar para mantenerme cuerdo siempre porque una parte de mí me exigía ir a buscarla y aminorar el sufrimiento que me quemaba y consumía, y otra que me pedía resistir, aguantar su falta recordándome todo. Y me aferré a eso; al dolor, la ira y el odio a causa de sus mentiras.
Varias veces caí…
No iba a negar que hubo veces en donde fui débil y dejé llévame, que en algunas circunstancias concurrí a su encuentro porque el poder del lazo era mucho más fuerte que mi poder de voluntad.
Y odiaba tanto eso, aborrecía el efecto que causaba en mí.
Y desafortunadamente no existía nadie tan capaz como la que lo creó para romperlo, durante años fue sometido a toda clase de magia con alguna posibilidad de, aunque sea, debilitarlo, pero fue en vano porque nada funcionada.
Como dijo Neira, yo siempre volvía a ella, pero eso se acabó. Y no lo decidí después de que apareciese mi verdadera compañera destinada, sino antes de ella, mucho antes porque yo permanecí durante meses fuera de mi manada buscándola ya que era la única forma y alternativa de que volviese a encontrar calma, serenidad.
Incluso creía que al encontrarla mi lazo con otra se rompería, aquello fue una ilusión que claramente desapareció cuando no fue así.
De todas maneras me entusiasmé con su llegada, no me interesó que fuera humana, eso fue lo que creí al principio, yo solo la quise a ella.
Quería tenerla en todos los sentidos, pero todo se complicó cuando su hibridez fue confirmada.
Quería que ella tuviese mi corazón y mi mente, que únicamente ella ocupara esos lugares, pero tampoco pude concederle.
Quería darle todo de mí, pero no pude. Y el temor de nunca poder dárselos me oprimía el pecho con un miedo aterrador.
Pero había algo que Mia tenía, algo que no le pertenecería a nadie más: mi alma, porque la mía y la suya era el complemento del otro. Y ese lugar nadie le quitaría jamás, nadie podía adueñarse de su alma que ahora estaba unida a la mía.
Tenía la esperanza de que ella fuese mi cura, y lo era, poco a poco me iba salvando del veneno que me consumía, la maldición de Neira, ella lo apaciguaba y esperaba que con el tiempo lo desvaneciera por completo. Así que no podía perderla, era mi compañera, su lugar era estar a mi lado, conmigo siempre.
Ella regresaría a mí, estaba seguro de eso.
Ambos, juntos, encontraríamos una solución a nuestros problemas.
Yo al hechizo y ella al error que nos hacía querer a alguien más.
La intensidad del sol me hizo desviar la vista, bajé la mirada al agua y en vez de que apareciera mi reflejo, se mostró el de alguien más.
Incrédulo, bajé más la cabeza, observando con fijeza el rostro de una hermosa loba blanca que me miraba, sus ojos rojos me dejaron desconcertado.
La iluminación del sol cruzó por delante de mí, la luz provocó que cerrara los ojos, y de ese modo, al abrirlos esa imagen ya no estaba. En la claridad del agua solo me veía a mí, mi reflejo me recibió con una mirada extrañada.
¿Era una señal?
¿La diosa acababa de darme una señal?
¿Esa loba era Rouse?
Reconocí el latido de la esperanza palpitar con fuerza en mi pecho, súbitamente me encontraba contento. Observé el cielo, directamente hacia la luna y agradecí.
(…)
El portón se abrió antes de que yo llegara a él, mucho antes. De ahí salieron Abby y mi hermano menor, Harry. Él era un recién graduado del instituto de elementos, y ahora estaba allí para cursar su último año.
Crucé la calle y ellos me vieron, se quedaron quietos, viéndome.
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Editado: 29.01.2022