Kevin y su hermano se nos quedaron contemplando incrédulos. Los cuatro al mismo tiempo, como si estuviésemos en una especie de sincronía, movimos la cabeza para dirigirle una mirada a nuestro acompañante, en mi caso Abby, que expresaba toda la interrogación del momento.
Abby tenía el mismo gesto sorprendido que yo, y nuevamente, al mismo tiempo, todos regresamos la mirada al frente, incapaces de hablar. El impacto de ese encuentro para nada esperado había causado en nosotras un golpe tan grande que lo único que podíamos hacer era mirarlos, como ellos a nosotras.
Isabel había captado que algo sucedía, ella alternaba la vista entre ellos y nosotras con una expresión que indicaba curiosidad. Y los demás presentes también notaron la impresión del momento, Harun y Rhoesia habían estado charlando con la pareja de recién llegados: Mason, uno de los líderes insurgentes, y su compañera. Pero se habían callado al momento de presenciar nuestro sorprendido encuentro con Kevin y Alek Hall.
Ellos eran los nuevos híbridos que se nos unirían este día, ellos eran los hijos de Mason, el amigo de Harun y, además, un exiliado.
—¿Rouse? —pronunció mi ex compañero de instituto, rompiendo el silencio. Y apenas en ese momento todos reaccionamos. Tomé una bocanada de aire sin quitar mi expresión de impacto. Demonios, esto no me lo esperaba.
—Alek —dijo Abby en un tono desconfiado, reduciendo de a poco su semblante de asombro.
—Heaven —dijo el nombrado, un chico alto, esbelto con los hombros anchos y la cintura delgada sin llegar a ser corpulento. Representaba a un chico de dieciocho años normal, solo que lo que lo hacía muy diferente era su extraordinaria belleza, y es que yo ya había descrito a su hermano como alguien demasiado hermoso, pues él lo era aún más porque si ponían a ambos hermanos en una habitación él sería quien captaría inmediatamente la atención por sus increíbles ojos de un azul oscuro y cabellos rubios dorados.
Y ahora que veía a su madre y a él al mismo tiempo, notaba de quien los había heredado porque Mason tenía el cabello castaño, se asemejaba al rubio pero no era tan claro como para serlo.
—Soy yo —le dije a Kevin.
—Oh, Dioses —expresó la mujer, la madre de ellos—. Qué casualidad volver a verlas, chicas.
Y sí, ella también nos conocía. Podía recordar perfectamente cuando hace unos meses, unos dos meses antes del incidente que nos obligó a abandonar Rusia, con Abby nos habíamos juntado con Kevin en su casa para hacer un proyecto escolar. En ese tiempo mi amiga y su hermano salían, y obviamente ella debía aprovechar esa oportunidad para estar con él y por supuesto que yo desde siempre supe que el motivo por el que habíamos incluido a Kevin en nuestro grupo fue para visitar su casa. Y así conocimos a su madre, pero al padre no, él al parecer siempre estaba de viaje.
Y ahora sabía el porqué: él recluía híbridos insurgentes, los salvaba de ser sometidos al ritual como ahora lo estaba haciendo con su hijo.
—Señora Irina —expresó Abby con el tono de amabilidad que todos adoptábamos cuando le hablábamos a alguien adulto.
—Solo Irina, por favor —indicó la compañera de Mason saliendo también de su desconcierto.
—¿Qué están haciendo aquí? —preguntó Kevin con una genuina curiosidad. Y pos su expresión se podía notar que él realmente no tenía ni idea.
Los hermanos esperaron esa respuesta, intrigados.
—Pues ya ves —le dijo Abby—, estamos aquí porque, como ustedes, pertenecemos al mundo sobrenatural.
—Nunca creí la excusa barata que nos dieron ese día —expresó Kevin, mirándome. No supe cómo ponerme ante su mirada—. Así que fue real, ¿eh?
—No pude evitarlo.
—Como yo que te siguieran molestando —se lamentó él, y lo recordaba. Por él el profesor nos había dejado a solas, Kevin era el mejor de la clase y habría un concurso donde lo querían meter y lo habían llamado a la dirección junto a su tutor asignado, que justamente era la persona que nos estaba dando clases en ese momento. Así que se fueron durante unos minutos, y cuando regresaron, él entró primero y justo ahí sucedió…
Había compañeros de clases tan crueles queriendo parecer gracioso sin causarle gracia a nadie.
Y otros tan buenos como él.
—Es el pasado, dejémoslo donde está —sugerí esbozando una pequeña sonrisa tras notar como la atmosfera había cambiado radicalmente.
—Así que se conocen —decidió meterse Harun. En ese momento lo miré, su ceño estaba fruncido y su expresión manifestaba libremente como su mente estaba maquinando una idea—.Y este encuentro no debe ser ninguna casualidad, es el destino.
—¿Por qué el destino querría volver a reunirnos? —hizo la pregunta Abby en un tono casi despectivo. Su rencor hacia Alek parecía volver con todo, y es que él le falló. Prefirió a alguien más antes que a ella.
—Llegará un momento donde conoceremos esa respuesta —le respondió Harun.
—Así es —secundó Recia, apoyando una mano sobre el brazo de su compañero, acomodándose a su lado—. Pero mientras eso llega, sigamos como si nada, pensar mucho en lo que se viene nos distrae del ahora. Y eso no debe ocurrir.
Asentimos estando de acuerdo con sus palabras.
—¿Continuamos? —habló Harun observando a su amigo.
—Sigamos —afirmó Mason—, necesito establecer a mi familia aquí porque a partir de ahora tendrán también a gente de El Concejo siguiéndoles el rastro.
—Verás que acá estarán a salvo. Aquí no corremos peligro —aseguró Harun.
Y eso creía él, eso creíamos todos. Pero ahora mismo cada espacio del planeta estaba en riesgo, en cada zona había peligro y pese a que Juntos no era visible, seguía estando, ocupando un lugar, así que también nos podían encontrar.
Y eso sucedería, las sombras nos iban a atacar.
(…)
El encuentro con los hijos de Mason nos había distraído por completo, durante un momento olvidamos lo que significaba ese día. Era el cumpleaños de Recia y por eso en la noche se realizaría una pequeña celebración en su honor.
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Editado: 29.01.2022