Aedus
Todos vimos lo que Neira hizo, todos detectamos el aura que expandió en cuanto se atrevió a desafiar al Dios Oscuro. Había notado algo superior en ella, el poder que destiló sacudió al mundo. Y que él no hubiera ido en su contra delató su complicidad, ellos estaban unidos mediante un poder más fuerte.
Y eso lo comprobé cuando una vez más ese aura en ella despertó. Porque así como yo, ella había mantenido oculto ese aire que la evidenciaba como ser supremo: un ser superior al resto, incluso superior a mí.
Estuve consciente de lo que podría pasar cuando me acerqué hacia ellas, Charlotte no era peligrosa, la persona letal era Neira, su poder era mortal debido a que es veneno. Pero también tuve presente que no iba a salir vencido, después de tanto no me permitiría salir derrotado, estando tan cerca de mi objetivo, tan cerca de mi chica...
Neira al ceder ante la demanda de Charlotte solamente cumplía su acuerdo. Por eso ella me admitió el paso, para paralizarme con el subidón de desconcertante oscuridad y apuñalarme con una daga encantada. Esa fuerza atravesando mi abdomen extendió un dolor eléctrico por todo el sitio dañado, mi cabeza había comenzado a fallarme inmediatamente, así como mi cuerpo perdiendo su estabilidad.
Entonces caí y ante ello un dolor mucho más grande se instaló en mi pecho al oírla a ella llamándome una y otra vez, su voz arrastrando un terrible miedo y angustia. Era una voz ya lejana, y quise quedarme, pero las chispas que se juntaban delante de mis ojos me advirtieron que estaba a punto de abandonar la tierra, de trasladarme a un lugar muy lejos de ella, así que con todas las fuerzas que pude reunir, le dirigí una nueva promesa.
Porque a pesar de esta nueva y más peligrosa dificultad, yo estaba dispuesto a conquistar todo el espacio existente solo para volver a ella, nunca la pensaba abandonar.
Cuando el peso de mis párpados fue superior a mí, cerré los ojos y fui estremecido por toda la magia electrizante de la daga, y durante un momento todo acabó, me perdí en la oscuridad y solo hubo silencio.
***
Desperté de golpe, como si todo hubiera sido un mal sueño, pero no fue así.
Fui recibido en un ambiente que se podría describir como el infierno: el cielo estaba repleto de nubarrones infinitos, la atmósfera destilaba una terrible sensación de suspenso, como si en cualquier momento algo defectuoso saliese a atacar.
Al ponerme de pie, no sentí ninguna molestia en la parte afectada. Di un par de pasos al frente, viendo como las delgadas líneas del suelo agrietado parecían ser ríos de fuego. También observé en diferentes direcciones unas llamativas grietas que proferían solo vapor. Sentía que en cualquier instante toda la tierra firme se rompería y que terminaría jodido en el mar de fuego que circulaba debajo. Por donde mirase no distinguía más que una amenazante oscuridad en el horizonte.
Mi momento de soledad duró poco, el silencio quedó en el olvido en cuanto una corte de luz se extendió en el espacio dejando a Charlotte a pocos metros de mí. Aquello inmediatamente provocó que todo el impulso de ira burbujeara en mis venas, y no esperé ningún segundo para frenar su movimiento, solo que ella fue rápida y estuvo atenta, combatiendo mi ataque con el mismo poder, cambié de fuerza mientras me acercaba demostrándole con esa potencia su error, ella nunca debió buscarme, ella más que nadie sabía toda la magia que ocultaba.
Apreté una de mis manos en su cuello, la sostuvo haciéndola notar que ante cualquier otro movimiento ya la podría quebrar y esa vez para siempre.
—Esto es muy patético —hablé iracundo—, es ridículo que solo hayas ido a buscarme para que te mate de una vez por todas.
—Tienes razón, y es que tú no estás aquí porque yo lo desee —reveló de golpe.
—¿Quién?
Su sonrisa me lo dijo todo, sus ojos brillaron maliciosos y me encargué rápido de apagar su existencia, simplemente ejercí presión en el lugar correcto y solté su inmundo cuerpo queriendo limpiarme las manos por haber desperdiciado mi tiempo con tan insignificante basura. Al alzar la vista me vi enfrentando al rey oscuro.
Él, debía ser ese metido Dios.
—¿Qué es lo que quiere de mí?
—Dos simples cosas si quieres que te suelte de aquí —decretó, severo. Se detuvo en una postura firme a pocos pasos de mí—. Tu poder y tu renuncia.
—Será un Dios y podrá exigirme lo que quiera, pero no es mi Dios y yo puedo decirle que no.
—Estás en el valle de las sombras, Aedus, en un lugar donde yo tengo el control. No podrás salir de aquí sin mi permiso, ¿estás seguro que quieres pasar toda la eternidad aquí? Porque yo no dejaré que te vayas sin tener y escuchar lo que quiero.
—¿Tan importante es lo que tengo? ¿Es tan necesario toda la esencia que les roba a los híbridos?
—Quiero expandir mi mundo y mi poder y en mí está no avergonzarme de cometer cualquier cosa para conseguirlo, no me hace sentir menos robar, engañar, hacer trampa y cualquier otro delito. Por eso tomo lo que quiero y acomodo lo que quiera a mi beneficio.
Nada de lo que dijera le haría cambiar de parecer, estaba tratando con un Dios y no encontraba una escapatoria para librarme de él, bueno, aceptar su oferta era la única que me ofrecía salida. Pero hacerlo significaría renunciar por todo lo que trabajé.
—No tendrá mi consentimiento —determiné, tajante—. No renunciaré a nada, a mi poder y mucho menos a ser el líder de los rebeldes. Estamos cerca, muy cerca del triunfo y si tengo que pelear ahora con un Dios para ver esa victoria, lo haré.
Mi desafío cambió la expresión de su rostro.
—¿Estás realmente seguro de eso? ¿Y crees que tú podrías contra mí? Soy el peor de los demonios, Aedus, he vivido más que tú, me he enfrentado a tantos seres superiores, incluso terminé con el gobernador de los Dioses. Tú única opción para salir de esto es cumplir mi demanda.
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Editado: 29.01.2022