Mí teléfono había sonado esta noche, mis amigos me habían mandado un mensaje diciendo que nos veríamos en la misma cafetería de siempre.
Así que iba en camino.
La noche se veía perfecta, el cielo oscuro le daba oportunidad a las estrellas para brillar con fuerza. El viento soplaba lentamente haciendo que las cosas parezcan bailar, cómo las hojas de los árboles, los anuncios pegados en las farolas, y mí cabello.
El camino era iluminado por luces tenues, colores amarillentos o anaranjados guiaban mis pasos. Con las manos en los bolsillos tomaba mí rumbo.
Se sentía bien poder tener algo de libertad en estos momentos, poder sentir el aire contra mí piel después de todo.
Estaba cansado de vivir con amargura, necesitaba algo de emoción en mí vida, y lo sé. Aún soy joven, me queda mucho por vivir.
Ese era el motivo de mí salida está noche, iba en busca de esa emoción.
Por un momento detuve mis pasos, quedando en medio del estrecho camino de piedras, quedando parado justo en el medio del parque. Cerré mis ojos y tome aire, sentía como la tranquilidad me llenaba como el aire llenaba mis pulmones. Una pequeña sonrisa tiraba de mis comisuras.
Al abrir los ojos y ver mí alrededor todo estaba en total calma, como si las melodías de una canción le dieran un ritmo más lento a la vida misma, haciendo que las personas que pasaban por aquí se vean más felices y despreocupadas, que los coches no emitieran sonidos molestos, y que la noche parezca ser más mágica de lo que era.
Entonces retome mí camino, a pocos metros alcanzaba a ver el café, y gracias a las enormes ventanas del lugar podía ver a mis amigos charlando con suma felicidad, algo que era de costumbre en ellos.
Al llegar a la calle principal miré a ambos lados antes de cruzar y una vez seguro acelere mis pasos para llegar a las puertas del café.
Desde afuera podías sentir el delicioso olor de las delicias y especialidades del lugar, era uno de los mejores sitios de la ciudad.
Tuve que sacar mis manos de los bolsillos para abrir la puerta, al entrar el clima de la calefacción me recibió con gusto, brindándole a mí cuerpo calor. Estábamos en pleno invierno, tener algo cálido era reconfortante en está época del año.
Cerré la puerta detrás de mí, la campana sobre la entrada hizo que mí llegada sea anunciada. Mis amigos estaban sentados en la primer mesa, la que estaba junto a la ventana. Ellos me vieron llegar y yo los vi a ellos, pero hubo algo que no supe reconocer, que no había visto antes en ellos.
O mejor dicho, con ellos. Había alguien más entre el grupo está noche, alguien que al parecer jamás había visto en mí vida, pero me gustó verla.
Por un momento las cosas parecieron detenerse, como si nada más que no sea yo mismo pudiera moverse, como si nada más que no sea ella pudiera moverse.
Ella siguió las miradas de los demás conocidos, entonces sus ojos dieron conmigo por primera vez, yo ya la había visto, pero en el momento que nos miramos muchas cosas parecieron explotar dentro de mí,como si con el solo hecho de ver sus ojos todo se hubiera encendido y vuelto loco en mí interior.
Sus ojos vieron los míos, y verla fue lo más hermoso que pudo pasarme esta noche. Como si todo pasara en cámara lenta la vi sonreir, sus labios pintados de un color rosa claro tomaron la forma de una curva, la curva más hermosa que he visto. Ante su sonrisa mí corazón se aceleró, nunca antes una chica me había hecho sentir esto.
¿Será ella la emoción que salí buscando está noche?
–¡Al fin llegas hombre!–suelta mí mejor amigo y aquello me hizo volver a la realidad. Juro que me costó despegar mis ojos de aquella chica, pero lo hice para no quedar como un tonto.–ven siéntate aquí, te guarde un lugar.
Parpadeo un par de veces con la intención de salir de mí cabeza, aquel momento me había golpeado y ahora debía tener la cara de un idiota.
Me acerqué a mí mejor amigo y me senté junto a él, sobre la mesa había varias tazas de café, deduje que pidieron algo de tomar sin esperarme.
Nuestro grupo esta formado por cuatro personas, Matt mí mejor amigo, Kasey la prima de Matt, Nicole la mejor amiga de Kasey y yo. Desde siempre hemos sido los mismos, éramos como los mosqueteros, todos para uno y uno para todos. Gracias a eso la vida no nos ha pasado por encima.
–¿Quieres un café?–me pregunta amablemente Kasey. Mis ojos van a la chica de cabello rojo ante la pregunta, pero sin mi consentimiento se desvían hacia la chica de cabello negro que está a su lado, aquella chica tenía unos hermosos ojos que estaban pendientes de mí, aquello me puso nervioso.
¿Por qué estoy nervioso?
–oye despierta–un chasquido frente a mis ojos me sobresaltó, mí mejor amigo era el mejor arruinando momentos y más si se trataban de mis momentos.
–si, si quiero–dije en un tono de voz demasiado elevado, todos se miraron entre sí antes de ponerse a reír, fui un tonto.
Mis manos estaban temblando y no era por el frío, eran por aquella chica sentada frente a mí, ella me ponía así, nervioso sin razón.
La risa de los chicos a mí alrededor logro robarme una sonrisa.
–de acuerdo iré a buscarte un café, se como te gustan–dice Kasey sonriendo al mismo tiempo que se levantaba de su asiento.
–iré contigo–la interrumpe la chica de nombre aun desconocido, mientras que imita los pasos de mí amiga.
Ambas se retiran de la mesa mientras charlan, al parecer se llevan muy bien. Mis ojos las siguen.
–¿Quien ella?–pregunte. Si tuviera que describirla, no tendría palabras suficientes, había demasiados y al mismo tiempo tan pocos adjetivos para alguien como ella.
De primera podías darte cuenta que su personalidad era única, su corte de cabello podía asegurartelo. Su ropa tenía un aspecto viejo, pero comenzaba a creer que sea lo que sea que se ponga a ella iba a quedarle bien todo. Su forma de expresarse era demasiado natural, nunca había visto una chica como ella. Tan rara y llamativa.
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Editado: 13.02.2019