Rosi (viaje de fin de curso I)

Arde París

— Ejem, ejem, chicos, están llamando para embarcar— un pasajero de su mismo vuelo los avisa.

— Vamos—  Cris entrelaza sus dedos con ella.

—¿Pero cómo?— pregunta Rosi mientras embarcan.

— Álex, fue a buscarme al barco, la verdad es que se lo puse bastante difícil, no le abrí la puerta del camarote hasta que Lucía que iba con él insistió en que lo escuchara— acaricia su mano— Me dijo que si te dejaba escapar era el tío más tonto del mundo y otras cosas menos agradables, yo le dije o más bien le grité que por qué hacía esto si ya te tenía y él me dijo que nadie debe tener a nadie y menos si esa persona no le corresponde. Me dijo que sólo erais amigos muy a su pesar y que si no iba, él si iba a aprovechar la oportunidad— acaricia la mejilla de la chica— Aún así le dije que no y lo eché de mi habitación, cuando me tranquilicé vi un sobre con un billete billete de avión a mi nombre, y aquí estoy. Cuando me ha visto me ha dado tu billete y me ha dicho que cómo te haga daño me arranca la cabeza.

— O te la arranco yo antes— le hace un gesto con la mano cómo si le cortara la cabeza y le saca la lengua.

 

 

— ¿Cómo voy a superar esto?— Cris mira asombrado la enorme limusina que ha ido a recibirlos.

— ¿Puedo sugerirte algo?— le dice Rosi al oído.

Cris la estrecha entre sus brazos y besa sus labios, saben al champagne que les esperaba en un cubitera llena de hielo, les da pequeños mordiscos a los que ella reacciona con un jadeo entreabriendo los labios y que él aprovecha para introducirse lentamente en su boca, Rosi se estremece de placer y juega con la lengua de él lentamente, él responde atrayéndola más hacia él subiéndola a horcajadas encima de él. El cristal de separación al subir para cerrarse hace que ella muerta de vergüenza por lo que ha podido ver el conductor se baja de él rápidamente.

— Ya no nos puede ver— él la mira con deseo y ella se sonroja— ven— estira su brazo por encima de sus hombros y la atrae hacia sí y la besa con pasión, haciendo suyo cada rincón de su boca, ella no es menos y lo toma por el cuello y hace lo que él, sólo paran para tomar aire, la música de fondo son sus jadeos, el con timidez acaricia la piel de su muslo, siente la mano de ella sobre la suya e intenta retirarla creyendo que quiere quitarla, pero se equivoca, ella la mete por debajo de su falda.

— ¡Rosi!— jadea asombrado cuando está cerca de su intimidad. Una risa traviesa de ella escapa de sus hinchados labios y...

— Señores hemos llegado al hotel— la voz del conductor hace que se separen y se sienten a lo justo de que les abra la puerta.

Los dos se bajan serios y aparentando calma imaginando  lo que el conductor puede estar pensando de ellos.

— Espero que la visita panorámica de París de noche les haya gustado— dice aguantando una sonrisa mientras les da las maletas.

— Me ha encantado— dice Cris devorando con la mirada a Rosi.

— Espero que todo sea igual de maravilloso— Rosi clava su mirada en él llena de promesas.

 

 

Sus habitaciones son continúas y están comunicadas por una puerta, él llama a la de Rosi y ella le abre, uno en frente del otro se miran confundidos por la intensidad de sus sentimientos y sin saber qué hacer.

— Buenas noches— es Cris quién decide dar el primer paso.

— Buenas noches— responde ella sin poder apartar la mirada de él, va vestido sólo con la parte de abajo de su pijama. Rosi da un paso hacia delante pero se para y no avanza, duda, él le mira esperando que siga— Creo que debemos descansar para mañana— se vuelve.

— Si, es lo mejor— su voz suena apenada.

— Es muy pronto Cris, apenas nos conocemos y todavía no sé si puedo confiar en ti, deberíamos conocernos un poco más.

Él se marcha dolido cerrando la puerta, se apoya en ella dolido por las palabras de Rosi con las lágrimas saltadas, aunque ella tenga razón, él está seguro de sus sentimientos y quiere demostrárselos, con una triste sonrisa piensa que lo hará, que reparará el daño que le ha hecho.

 

 

—¿Estás despierta?— llama a la puerta.

— Ahora te abro, estoy terminando— se coloca la camiseta y abre— Buenos días— se pone de puntillas y se agarra a su cuello para besarlo pero él la separa.

— ¿Estás lista?— se dirige a la puerta de salida.

— ¿Eh? Claro— toma su bolso confundida.

Entonces él se vuelve y la coge por la cintura, pasa su lengua por su labio inferior hasta llegar a la comisura de sus labios donde le da un casto beso y se separa. Ella tira de su camiseta y se apodera de sus labios ansiosa, mete la punta de la lengua entre sus labios para abrirlos, él no puede resistirse y los abre, entonces ella se aparta y sale corriendo de la habitación.

— Empate— le dice Rosi con una sonrisa cuando la alcanza y él sin poder aguantarse le da un beso al que ella responde sin reservas.

Agarrados de la mano recorren  los barrios de París absortos el uno con el otro.

— No sé que le ven— Cris mira la Torre Eiffel con cara desilusionada.

— Eres muy raro— ella lo mira sin compartir su opinión— ¿No lo ves? Es impresionante, magnífica, inigualable...

— Ummmm— sigue sin gustarle pero se calla al ver la ilusión que tiene ella por visitarla.

Suben hasta la segunda planta por las escaleras para no tener que esperar al ascensor que tiene cola para rato, llegan jadeando por la subida y el calor que hace.

— No están mal las vistas— Cris pone su abrazo en los hombros de Rosi mirando las panorámicas de París.

— Las de la tercera planta dicen que son mejores— apoya la cabeza en su pecho— menos mal que hay ascensor.

Y tienen razón son impresionantes, agarrada a Cris por el vértigo de la altura, las observan encandilados, sumidos en el silencio, sólo se escucha el sonido del viento que les alborota el pelo.

— Me alegro de haber venido— suspira Rosi.

Después de pasear por los Campos de Marte embarcan para dar un paseo por el Sena, el aire de la tarde refresca y se acurrucan viendo los numerosos monumentos, el Gran Palais, el Parlamento, los Inválidos, el Museo de Orsay, la Catedral de Notre Dame, el Museo del Louvre comiendo una crep con chocolate.




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