Rossblack

4.- Día

Desperté justo en el momento en que la vil criatura se alimentaba de la chiquilla. La rabia estalló en mi interior, pero de nuevo estaba en la cruz así que hubo nada que pudiera hacer, si la mataba me sentiría terriblemente mal, inútil, pero no lo hizo.

La vi beber su sangre por algunos segundos y luego soltarla, lo que me sorprendió fue la cara de Lía que reflejaba un placer y una tranquilidad en una mezcla imposible. Ella incluso se arrodilló frente al monstruo y pidió perdón. La maldita la dejó marchar sin más, aunque me llamó la atención la mención a los “besos sangrientos”.

Pero la ira me nubló la razón al grado de que le rebelé el nombre de Aloise, de mi propio hermano. Me arrepentí de inmediato y, para mi mayor confusión, poco después de eso me besó o más bien forzó un beso entre nosotros, y ese beso era feroz y voraz, hambriento.

Pero había algo más en aquel beso, en aquellos labios que hizo que mi cuerpo reaccionara, al menos hasta que sentí uno de los peligrosos colmillos de la maldita recordándome lo que era. Con molestia y confusión me alejé de ella.

Después de eso siguió una cruenta tortura con un largo látigo, tenía en las puntas algo metálico que me ocasionaba demasiado dolor en cada golpe. Intenté bloquear mi mente como Nik me había enseñado pero era imposible. Cada restallido era una explosión de dolor en mi piel que se recorría por todo mi cuerpo.

Perdí el sentido del tiempo y de la cantidad de golpes que ya había recibido. Solo existía el dolor, el ardor y el odio hacia quien me suministraba aquel dolor. Ni siquiera me di cuenta cuando dejó de golpearme, mi cuerpo ya era una ardiente red que consumía mi razón.

Cuando ofreció aliviar todo ese dolor me vi muy tentado a aceptar pero el que me llamara Misha me hizo recordar a mi familia. Ya había traicionado a Aloise al revelar su nombre, no lo pondría en más peligro.

A pesar de mi negativa volvió a curar mis heridas con su saliva. Conforme el dolor iba menguando daba paso a una sensación diferente, casi sensual. Cuando limpió el corte en mi cara me sorprendió no sentir aquella repulsión que siempre me había provocado su contacto. Me miró a los ojos y quede prendado de su mirada, por lo que pude notar cuando se tensaba y aparecía en sus ojos una luz salvaje y peligros.

Lo oí, lo sentí antes de verlo, un maldito mucho más antiguo y poderoso que la otra, parecía el clásico estereotipo anglosajón, muy rubio, alto aunque no tan musculoso. Discutió con la criatura y ella lo llamó Velkian. 

Lo miré fijamente, ese maldito era Velkian entonces, uno de los antiguos y poderosos a los que mi familia había estado cazando desde hace varias generaciones. Pude oír también que él había creado a la otra, a Kath, aunque esta no le tenía el menor aprecio por ello.

Siguieron discutiendo, lo sorprendente era que al parecer discutían ya que el maldito quería alimentarse de mí y ella no se lo permitía. Al final Velkian la derribó de alguna forma antes de atraerla y morderla en mi lugar.

Pude escuchar los colmillos del perverso desgarrando cruelmente la dura piel de la otra y por momentos comparé cómo se alimentaba ella, la delicadeza con la que había detenido a Lía en contraparte con el salvajismo del que llamara su maestro.

Cuando la dejó caer al piso pensé que la había matado pero su cuerpo no se convirtió en cenizas, además de que la sangre no dejaba de manar de su cuello. El otro chupasangre me miró unos instantes antes de desaparecer.

-Hey Kath, no te puedes dejar morir tan fácil. Yo soy quien debe matarte y no podré hacerlo si no me sueltas primero.- Le dije sin estar muy seguro de por qué, Ella me miró pero parecía no escucharme y cuando intentó hablar su voz quedó distorsionada por la sangre. Se contorsionó hasta quedar hecha un ovillo en el mismo suelo, no volvió a moverse hasta que Lia entró a la habitación.

Le ordenó alejarse y traerle sangre con cuidado, pero al ver que la maldita estaba demasiado débil para alimentarse la desobedeció y la alimentó directamente, abriendo las bolsas para transfusiones con los dientes antes de ponérselas en la boca para que lo bebiera. La criatura permaneció quieta y con los ojos cerrados, pero me di cuenta de que tenía los puños cerrados y el cuerpo tenso.

“Para ellos, la sed de sangre puede ser insoportable. Si no se han alimentado pueden perder la razón y atacar a quien sea para poder conseguirla y en ese estado matarán a cualquier presa que se les acerque” Recordé lo que nos habían enseñado.

Al final la criatura se levantó y salió con el resto de las bolsas, ordenándole a Lía que se encargara de mí aunque con cuidado y sin soltarme. Me extrañó su comportamiento ¿Por qué no solo dejarme allí hasta que estuviera restablecida? No iba a morir de hambre por un solo día sin comer… aunque estaba bastante débil aún por la pérdida de sangre y el dolor, tal vez fuera por eso.

Cerré los ojos y descansé la cabeza sobre la madera, podría aprovechar esta oportunidad para salir de aquí, aunque no sería tan sencillo engañar a Lia tendría que intentarlo, ya sabía que podría atacarla desde su punto protector para con la chupasangre. En medio de esos pensamientos no me di cuenta cuando comencé a dormitar.




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