Rough

OUTTAKE 3

NO LEER SI NO HAS LEÍDO "DESPÚES DE UN CAFÉ". Si lo lees, te vas a spoilear muy, MUY feo!

Aquí el Outtake 3 y el último de esta historia.

Aclaración: Este capítulo adicional lo van a entender solo las personas que ya leyeron "Después de un Café". Está en mi perfil, por si aún no han pasado por ahí. En esa historia también hay fragmentos donde Alexander y Emily aparecen. Este Outtake está situado en un espacio de tiempo donde Mía y Milo tienen 10 años. No va a coincidir con el final de DDUC porque escribir escenas donde los personajes son adolescentes no se me da muy bien aún, así que eso es todo.

LEAN HASTA EL FINAL PORQUE HAY SORPRESAS.

¡Pueden escribirme por INSTAGRAM @emcsh!
















 

Alexander Rough




 

Sujetaba la mano de Emily por sobre la palanca del auto mientras íbamos a la inauguración del nuevo café en Manhattan. Nikos y yo habíamos abierto unos cuantos alrededor del país con el paso de estos últimos años. Mía y Milo se habían quedado con los Mounsmith desde la mañana. Anna había dicho que podía manejarlo, así que estaba bien. Fue bueno tener un momento con Emily.

Hace años la inauguración de Reads Café en Miami había sido un éxito, eso dio paso a otras tres sucursales en Orlando, Huston y Las Vegas. Lo que estábamos haciendo hoy es reabrir el viejo café de Nikos, pero más grande. Habíamos cambiado de locación, pero solo un poco. Tanto Nikos como yo estábamos de acuerdo con que el café debía seguir en Manhattan. Era la jodida esencia del lugar. Nadie podía decir una mierda de lo contrario.

Lo que hicimos fue construir un hotel, porque esa era mi parte: R. A. Hotel en Manhattan. Una estructura jodidamente espectacular, imponente y de vidrio a la vista. Era un palacio en el que cualquiera querría estar. Reads Café ocupaba gran parte del este de la estructura. Tres pisos gigantes y lujosos que no perdían la esencia de lugar tranquilo y simple. Las paredes de vidrio lo eran todo, tengo que reiterar eso. Micro cemento en el piso y las paredes. Era un puto sueño, y estaba orgulloso de eso. Nikos y yo habíamos sabido hacer las cosas.

—Mira, amor— Emily me tendió el teléfono mientras paré en un semáforo. Era un fotografía. En ella, Hope, Milo y Mía estaban viendo un show de Netflix, cada uno con una taza de helado en sus manos. Sonreí.

—Mis hijos son una belleza— dije volviendo mi vista al frente. El semáforo cambió a verde. Emily se rió volteando los ojos.

—Hope no se queda atrás, Alex— escribió un mensaje a Anna y dejó el teléfono a un lado. —Anna dice que tomó esa temprano, pero que no pudo enviarla entes. Ya están en el café.

Asentí. Eso estaba bien.

—Si, Hope es linda— secundé.

—Con esos genes de sus papás, tú me dirás.

La miré con una media sonrisa. Si, el jodido Nikos tuvo suerte con Anna. Hope era una princesa de cuentos de hadas. Es verdad. Ya yo miraba al futuro.

—Milo me dijo hace unos días algo sobre ella— le dije. Pensaba dejarlo entre hombres, pero ella había sacado el tema.

Emily me miró esperando a que hablara. Tenía una sonrisa de mamá de esas que dice "Adelante, habla, aunque ya sé todo". Fue mi turno de rodar los ojos.

—Me dijo que estaba celoso porque Hope le quitaba mucho tiempo con su hermana— la risa de mi esposa inundó el interior de la Range. Si, si, yo también notaba por dónde iban los tiros.

—Quiero saber qué le respondiste— siguió riendo. Yo solo negué con la cabeza con una media sonrisa en mis labios. Cómo le encantaba reírse a mi costa.

—Le dije que era su hermana, que nadie iba a quitarle ningún tiempo— dije simple. Ella me miró e imitó mi sonrisa.

—Alex...

Asentí. —Y también que más adelante sería Mía quién estaría quejándose por lo mismo— ella volvió a reír.

—Yo también creo lo mismo. ¿Qué te dijo?— se arregló algo en el cabello, por lo que mi mano se quedó sin la suya. La miré un segundo y luego recoloqué mi mano sobre ella, esta vez sobre su pierna desnuda. Estaba increíble, como siempre. Tenía un vestido rojo, casi vinotinto, muy pegado a su cuerpo hasta las rodillas. Con un escote que me tenía muy contento. Y el cabello suelto, porque si.

—No me entendió, obviamente. Tiene 10 años. CUnaod lo entienda vendrá a mí o a ti otra vez, pero se fue refunfuñando sobre que su olor a vainilla lo molestaba— reí.

Por ahí empieza la atracción. Yo me entiendo.

—Es igual a ti— me recriminó Emily. Yo asentí. Estaba orgulloso de eso.

—Y porque es igual a mí es que sé cómo será todo— casi llegábamos al lugar.

—Que yo sepa a ti no te molestó nunca mi perfume— puso su mano en mi antebrazo y lo acarició despreocupadamente.

Negué— Ahí tienes razón. No, no me molestaba. Me volvía loco. Pero eso en las palabras de un niño es casi lo mismo. Es bueno que lo tenga tan claro desde pequeño. Nos llevamos bien con los Mounsmith.

Ella rió.

—Tú no vas a controlar con quién estarán tus hijos.

—Pero lo encamino, nena. Eso está más que claro desde ya. Me atrevería a apostar.

Ella negó viendo por la ventana. Ya estábamos aquí. Me estacioné y me bajé para abrirle la puerta a Emily. Entrelacé mi mano con la de ella al tiempo en el que me ponía los lentes de sol. Los flashes comenzaron a aparecer frente a nosotros. Yo mantuve mi cara habitual y dejé a Emily sonreír como sólo sabe hacerlo ella.

Los medios nos amaban, qué les puedo decir. Emily y yo habíamos construído un imperio juntos. Ahora mismo nos catalogan los nuevos Kardashians, pero mejores. Siempre mejores. Sin drama, sin nada de ello. Solo mejores.

Pero no iban a tener un jodido reality de mi vida. Mi vida es mía. Punto.



#2537 en Novela romántica

En el texto hay: amor, empresario, rough

Editado: 28.07.2021

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