Royalty

Capítulo 5

*Narra Layla*

El rápido encuentro con el chico de la tienda (que resulta que se llama Liam de Cambridge) fue solo eso, un rápido encuentro. 

Solo nos presentamos y desde hace una semana no lo veo, ni siquiera con Rose. 

- ¿Qué opinas lindo Iker? ¿si tengo cara de princesa? - él estaba sentado en la cama mientras yo practicaba mi caminata 

- Siii - aplaudió 

- excelente, ojalá todos tuvieran el juicio de un niño pequeño - dije y lo cargué para llevarlo al jardín 

- casi todos - dijo alguien desde la puerta, era Rose, la chica que casi nunca me habla. Sonreí ligeramente y me acerqué a la puerta, dando a entender que saldría de la habitación - ¿a dónde vas? - se apartó de la puerta con elegancia, casi como bailar ballet.  

- al jardín, Iker quería ir desde el otro día - ella me miró raro y luego me sonrió 

- vamos - sonrió y caminó con nosotros. 

Una vez en el jardín bajé a Iker y salió corriendo feliz. 

- ammm Rose - ella me miró, lo cierto es que ella no me agrada ni un poco y tengo la impresión de que el sentimiento es mutuo, pero ella es mi unica referencia de este nuevo mundo al que me enfrento. - ¿crees que puedas ayudarme con esto del comportamiento? - contuve la respiración esperando lo peor

- claro - sonrió - supongo que debe ser muy difícil enfrentarse a esto - miro hacia otro lado. - pero igual eres una de nosotros, solo es cuestión de que lo aceptes y dejes de actuar como el resto de la gente 

- después de 18 años actuando así, no es tan fácil como crees - ella me miró de nuevo 

- pues empecemos - se levantó del pasto - arriba, la obedecí. Al verme negó con la cabeza y con mano levantó mi barbilla y acomodó mi cabello ondulado sobre mis hombros. - okey- sonrió satisfecha y comenzó a caminar así que la seguí. - no puedes caminar así - me señaló - pon tus manos así - junto sus manos al frente 

Cuando por fin dominé caminar con elegancia comenzó con las reglas

- regla número uno: una princesa no corre

- pero ¿no hacen ejercicio? - ella rodó los ojos 

- me refiero a que si tienes que alcanzar a alguien o es tarde para algo, no debes corre o trotar o caminar rápido, todo el mundo debe esperarte 

- okey - asentí memorizando eso 

- regla 2: no puedes ponerte de puntillas - asentí 

- regla 3: compórtate aunque estés sola, porque la verdad nunca estamos solos. Siempre hay gente mirando, incluso los sirvientes. Debes demostrarles que siempre tienes clase 

- si, pero entonces... - me interrumpió poniendo una mano frente a mi

- y habla con calma 

- por mas que lo intente no suena como ustedes, no tengo el acento - dije lentamente, ella asintió

- lo aprenderás 

Después de esa sesión de enseñanza, mejoré un poco, intentando copiar a Rose en todo momento en el que la tuviera cerca. Y las reglas siguieron, no solo con ella, sino también con mis padres. Todo se basaba en una serie de reglas imposibles de memorizar en un solo día. Y eran tantas: de comida, vestimenta, comportamiento, habla, postura, de imagen.... que tuve que anotar algunas. 

Mientras yo moría de desesperación, mis padres iban constantemente a la casa de los Cambridge para arreglar el asunto por el que estamos aquí. Casi nunca se llevaban a Iker, pero había suficientes personas en la casa para cuidarlo, así que me quedaba sola en mi cuarto caminando como debía, con zapatillas, sin ellas, hablando frente al espejo... y nadie, ningún sirviente me interrumpía porque sabían lo estresante que era todo esto para mi. 

- ah es inútil - dije molesta pateando los zapatos de tacón 

- lo estabas haciendo bien - me giré hacia la puerta asustada, Liam se empezó a reír 

- ¿qué haces aquí ? - pregunté aun asustada, pero reaccioné lo suficientemente rápido para corregir mi error - es decir, príncipe Liam ¿qué hace aquí? - hable con le tonito, sonrió de lado 

- ¿me permite pasar princesa? - preguntó con el mismo tono, asentí con elegancia. - estoy gratamente sorprendido con su progreso 

- esto no es un progreso 

- te propongo algo - se acercó mas - se ve a leguas que detestas esto, así que se tu misma conmigo y yo seré igual 

- ¿a que debo ese acuerdo? - hablé con lentitud estudiando su propósito 

- eres la única persona real aquí 

-¿qué? 

- solo mírate - sonrió al decir eso - lo único que te obsesiona es que te aceptemos, pero no eres como nosotros - lo miré con el seño fruncido - no no, tómalo como un cumplido - levantó las manos - lo que nos obsesiona es el poder, las joyas, la vestimenta... a ti no

- ¿que te obsesiona a ti? - me acerqué a él 

- el mundo - ni siquiera se inmutó ante mi cercanía 

- ¿cómo? - di un paso hacia atrás, él se rió con tristeza 




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