Ruge por mí [serie Gold Pride 3]

Capítulo 29

 

 


Tras haberse asegurado de que todas las fichas de salud de los nuevos miembros estuvieran completas, Gala activó el programa automático de subida de datos y dejó el delgado anotador digital sobre una de las repisas en la enfermería.

La tranquilidad del ambiente le daba paz la mayoría del tiempo, sin embargo, ahora tanta quietud y silencio hacía que sus pensamientos crecieran como enormes sombras dentro de su mente.

Trent, Chía y Hollie no se encontraban ahí, debían estar cenando con el resto de sus compañeros en el salón comedor. Así como debía estar Gala también. Pero el hambre no le llegaría pronto, sentía el estómago apretado, su corazón agitado.

El silencio de la enfermería no era bueno para ella, la parte violenta de ella, esa parte que negó durante toda su vida, se estiró a medida que el desgarrador llanto de Ava se filtraba en su mente. Sin querer le había hecho recordar su propia pérdida, en el momento en que vio a la tigresa rendida en el suelo sintió un profundo escalofrío.

Era como verse a sí misma doce años atrás.

Gala sacudió los recuerdos de su cabeza, tratando de volver en sí, de encontrarse en un presente que era diferente a lo que habría esperado su versión diez años más joven. No había podido controlar aquellos amargos recuerdos en ese momento, pero ahora estaba en su sitio seguro y era ella la que debía dominarlos.

—Shila se fue —se dijo, tomó una gran bocanada de aire—. Se fue.

Repitiéndose que su gemela estaba muerta y ya no podía hacerle daño a nadie más, Gala salió de la enfermería. Quiso buscar a Ava pero se cerró casi de inmediato a la idea, por más que quisiera establecer una conexión de confianza con ella, no podía empujarla.

En el camino de regreso ella había querido decir cada una de esas palabras, aunque Ava no pudiera entenderla.

Desde que Patrick le dijo que era emocionalmente inestable, Gala había mantenido un ojo sobre Ava. Sus inexplicables arrebatos de violencia instintiva seguían confundiendolos, por el momento la tigresa los enfocaba en el exterior, descargando energías en patrullajes o golpeando lejos de cualquier miembro de la coalición.

Aún no había lastimado a nadie.

Sin embargo, Patrick seguía preocupado, el vínculo de sangre que lo unía a la tigresa era por demás caótico, sus emociones eran aplastadas por ella antes de siquiera poder expresarlas. Aquello era instintivo, algo que venía desde la inconsciencia y ambos se preguntaban por qué era así, y por qué empeoró luego de la muerte de Nolan.

Gala frunció el ceño, se detuvo para recomponer su fachada al pie de las escaleras. Tenía fe en que Ava era capaz de manejar sus emociones, si podía sentir ira y tristeza, también podía sentir amor y alegría, también tenía un corazón después de todo.

«Pero tiene tantas cicatrices»

Las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo, la repentina preocupación por uno de los suyos la golpeó con sutileza, y eso no pasó desapercibido por el hombre que se había vuelto parte de ella. La salvaje y juguetona energía de su león corrió a través de su cuerpo y el vínculo en su mente comenzó a dar breves pulsos, como quien golpea educadamente una puerta.

Ella sonrió, se preguntó cuál era la razón de semejante acto civilizado, cuando algunas veces Alexander simplemente se abalanzaba sobre el vínculo con una hambrienta necesidad que le resultaba difícil de tomar.

Ven, Sialuk.

Su voz templada se sintió como seda en su mente, sólo él podía hacer que su antiguo nombre de clan se convirtiera en algo íntimo y seductor. Le hizo saber que debía buscarlo, y precisamente no en la cocina.

Así que usó los sentidos de su osa polar y lo encontró más allá de la zona segura donde los cachorros podían hacer ejercicio al aire libre, Alexander se había quedado quieto mucho más adentro del bosque, la distancia era suficiente como para que cualquiera que estuviera en la zona de juegos no pudiera escucharlo.

—Aquí estás.

Sentado sobre la densa capa de agujas de pino, su espalda apoyada contra el tronco de un árbol alto pero delgado, Gala se encontró con un profundo gruñido que erizó los vellos en su nunca, arrojando una sensación de expectación nerviosa en su sangre.

Luego de encender una pequeña luz portátil que arrojó un brillo tenue y cálido, Alexander giró y subió hacia ella. Sus ojos azules la miraban con un amor que competía con la ferocidad de su protección. Pero había un borde dorado alrededor, esos no estaban contentos.

Y Gala sabía porqué.

—No voy a dejar que te saltes una comida —le recordó y con un movimiento de cabeza le ordenó que se sentara.

Ella lo hizo, porque no podía negarle nada cuando la miraba así, en su condición Alexander no podía ceder terreno. Era un hombre de instintos, rayando en lo salvaje debido a su período fértil activo. Sus hormonas corrían libres y salvajes en su sistema, y ni siquiera Gala con sus conocimientos médicos podía hacer algo para remediarlo.

Él luchaba día a día contra una necesidad que no podía ser saciada hasta después de concebir. Sin embargo, Gala todavía no entraba en fertilidad, todavía no estaba segura de ser capaz de tener una responsabilidad tan grande en sus manos.

—¿Sabes algo sobre Micah?

—No, pero creo que Patrick resolvió el problema. Acaba de movilizar a un grupo de veinte, armados. Harán el trabajo de recuperación. Supongo que el infeliz que lo tiene retenido pidió algo que Patrick podía dar.

Gala frunció el ceño.

—¿Algo como qué?

—No sé, no es mucho lo que pude oír, solo algo del equipo de investigación y un asunto de intereses compartidos. —Alex se encogió de hombros—. Como sea, Ava y Marshall podrán resolverlo, ese tipo que capturaron..., Callahan, aseguró que no ha sufrido ningún daño.

Gala se permitió dejar libre el aliento que estaba conteniendo desde que recordó al malhumorado león que faltaba en la coalición.




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