—Entonces, ¿desde hace cuanto conoces a Marshall?
Ava levantó la vista de su batido de frutos rojos con crema y la dirigió hacia los vibrantes ojos azules de Birdie. Estaba en una modesta cafetería en el área central del pueblo, con ella y su hermana Rebel.
—Casi cinco años —contestó haciendo un poco de memoria, y sorprendiéndose a la vez por el paso del tiempo.
Había respondido muchas preguntas como esa durante toda la mañana, le hicieron recordar cosas que había dejado atrás, momentos que extrañaba. En este paseo espontáneo con dos leonas, Ava se sintió nostálgica y llena de preguntas, aunque ambas hermanas fueron cuidadosas de soltarlas despacio y con cuidado. Ava agradecía eso, incluso se divertía con sus expresiones o las pequeñas anécdotas alrededor de Marshall y su creciente familia.
Salir en un paseo turístico por el pueblo no resultó ser tan malo como había pensado al principio, cuando Birdie y Rebel la interceptaron en uno de los pasillos de la Casa Matriz y le hicieron la invitación. Ava pensó que nada bueno podía salir de esto, sin embargo en vez de refugiarse en un cascarón seguro, se atrevió a hacerlo y había pasado cuatro horas caminando, visitando tiendas y conociendo un poco más sobre la vida que tenía Marshall más allá de la coalición.
Se dio cuenta entonces de lo jóvenes que eran las dos mujeres, pero Birdie con diecisiete años era más vivaz y estaba llena de energía, contrario a la reservada cautela que mostraba Rebel, quien tenía diecinueve.
—¿Cómo son sus padres? —Ava se atrevió a preguntar después—. Debe ser difícil vivir con dos alfas.
—Oh, no —respondió Birdie con una risita—. Mamá es la que lleva las riendas.
La joven le dio un codazo ligero a su hermana, Rebel confirmó moviendo la cabeza. Sus ojos marrones eran grandes con el mismo brillo curioso de Birdie, pero más reservado.
—Papá es la pareja del alfa —explicó Rebel—. Aunque eso no es relevante en nuestro enclave, la jerarquía es más dinámica.
—Ya veo... No conozco el funcionamiento de los enclaves.
—Descuida, cuando Marshall te lleve a Aberdeen te pondremos en orbita —los ojos azules de Birdie centellearon.
—¿Suelen salir mucho fuera de su territorio?
Birdie sacudió la cabeza, su boca ocupada bebiendo de su batido de duraznos.
—A los jóvenes no se les permite salir por su cuenta hasta cumplir la mayoría de edad —dijo Rebel, cortó un trozo de su pastel de chocolate y agregó—. Nosotras solo hemos tenido suerte de que mamá quisiera traernos con ella.
Ava lo entendía, el mundo era tan grande y lleno de cosas desconocidas que los jóvenes curiosos e inexpertos podrían caer fácilmente en algún sitio peligroso. Sin embargo, podía ver que las hermanas de Marshall estaban ansiosas por mostrar madurez.
Se habían maravillado con cada tienda que visitaron a pesar de que Willow County era una fracción de lo que era Aberdeen.
Sintió como su tigresa se estiraba en algún rincón de su mente, Ava se relajó también.
—Espero que hayan sacado provecho del viaje.
Birdie hizo rebotar su cabeza, su largo cabello rubio bamboleándose, sus grandes ojos llenos de alegría cuando dijo:
—Me ha encantado el parque de los sauces, ¡y la tienda de dulces! También la pastelería es excelente.
—Y la tienda de artesanías —agregó Rebel.
Birdie jugó con la pajilla metálica.
—Ajá, a papá le gustará el móvil de bambú.
Rebel arrugó el puente de la nariz.
—Uh, debería haber comprado uno para el tío Henry.
—Mala idea, esos diablillos que tiene por hijos lo destrozarán en cuestión de horas.
Rebel empujó su hombro contra el de Birdie.
—No seas así —exclamó—. Son sólo cachorros.
Birdie compuso una expresión horrorizada en su rostro y volteó hacia Ava.
—Tienes que conocerlos un día, y ver como vuelven loco a Marshall. Una vez se quedó a dormir en el sofá del tío Henry, cuando despertó tenía a Billie masticando uno de sus zapatos y a Donovan durmiendo encima de él ¿puedes imaginar la cara que puso?
Ava sonrió, claro que podía imaginarlo. Hasta podía adivinar que había gruñido al despertar, pero lo suficientemente bajo para no alarmar a los cachorros.
—Tía Patty tiene fotos de ese día —repuso Rebel, todavía masticaba el trozo de pastel—. Aunque le prometió a Marshall que las borraría.
Ava se inclinó hacia adelante para saber más.
—¿Y lo hizo?
Rebel hizo una mueca y sonrió. Ese gesto suyo parecía ser esporádico.
—Por supuesto que no.
Las tres mujeres rieron. Y Ava se sintió tan liviana como cuando estaba con sus amigas. No había estado tan relajada en mucho tiempo y su tigresa se encontraba entretenida y atenta y curiosa por saber más sobre la familia de su león.
Se preguntó qué estaría haciendo Marshall en este momento «probablemente ya terminó la reunión» pensó, Marshall había insistido en que se quedara en cama, le prometió un informe apenas se encontrara con ella. Ava le hizo caso solo porque estaba realmente agotada, pero logró dormir un par de horas y luego salió.
No podía estar quieta por mucho tiempo, sobre todo cuando había mucho por hacer en la coalición.
Sin embargo, las hermanas evitaron que se pusiera a trabajar.
—Marshall dijo una vez que trabajabas para una agencia —comentó Birdie—. ¿Eres como una oficinista o algo así?
Ava tensó los hombros, preguntándose cuanto había hablado de ella con su familia.
—No es algo que pueda decir aquí —respondió, bajando un poco la voz, echó un vistazo a los alrededores y dijo—. Soy como un agente especial.
Birdie abrió los ojos.
—¡Como una espía! —Chilló juntando las manos.
—Baja la voz —siseó Rebel.
La joven rubia hizo caso omiso de la orden de su hermana.
—De seguro asistes a misiones complejas y usas artefactos ingeniosos. Como en las películas.
Ava asintió «ah, la inocencia de los jóvenes» estaba a punto de darle algunos detalles pequeños sobre su trabajo cuando llamaron a su celular. Ava lo sacó de su bolsillo pero al ver el numero desconocido en la pantalla cortó sin atender, sin embargo segundos después el mismo número volvió a insistir.
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Editado: 08.08.2022