Unas sombras negras se abalanzaron sobre ellos, al ver mejor aquellas sombras, eran las bestias.
— ¡GENERAL! —Exclamaron al unísono.
Otras más aparecieron e iban por ellos. Uno atrapa a Tiago y los demás se ven rodeados. Tiago usa una de las bombas que traía para colocarlo en la boca de la bestia y hacerla explotar; sin embargo, esta al tener la bomba en su boca la mordió y la arrojó lejos antes de que estalle.
Gunter con la daga que tenía en su cinturón, atravesó la parte inferior de la bestia que estaba sobre él. La piel de estos es muy dura, tuvo que aplicar gran fuerza para hacerlo. Acto seguido, deslizó la navaja hasta el cuello del animal, cortando lo como si fuese un simple pedazo de papel. Las tripas de la bestia cayeron sobre él, empujó a la cosa y se levantó cubierto de sangre.
— ¡Vayan con Hogomi, yo me encargaré de esto! — Ordenó.
— ¡SI SEÑOR! —Respondieron todos, menos Tsuki.
Se dirigieron al lugar en donde debían reunirse con Hogomi y su escuadrón.
La pelinegra no quería dejarlo, había hecho lo mismo con Alina y no volverá a hacerlo, en su lugar, les cuidó la espalda a sus compañeros para que las bestias no vayan tras ellos.
El general estaba por regañarla, pero no era tiempo, eran demasiados Taigāurufu, necesitaría algo de ayuda.
Ella aún no tenía el uniforme ni las armas de la Élite. Lo único que podía hacer era usar sus habilidades, todo lo que aprendió en combate cuerpo a cuerpo, no los mataría, pero al menos puede debilitarlos un poco. Gunter con una daga de 30cm, logró cortar la cola de tres de ellos, luego sacó su espada y con esos tres desequilibrados fue por los otros, ni siquiera necesitó cortarles la cola, simplemente fue esquivando los ataques de cada uno con movimientos rápidos, a diestra y siniestra, acabó uno a uno con ellos. Tsuki ya dejó a cuatro lo suficientemente noqueados como para que estén inconscientes, en cuando volteó quedo sin palabras al ver que casi todos estaban muertos.
El General aniquiló a los últimos que quedaban, jadeaba con fuerza y sudaba. Parecía alguien incapaz de dañar a una mosca hace unos momentos, ahora se había convertido en todo un asesino a sangre fría, capaz de hacer daño a quién sea que lo moleste, si tan solo los demás lo hubiesen visto. Manchado de sangre hasta en la cara, se dirigió a Tsuki.
—Debemos ir con los demás —Ni siquiera la miró, sólo marchó hacia donde Hogomi y los demás estaban.
La pelinegra lo siguió dos metros detrás de él, le había dejado sorprendida el cómo acabo con las bestias.
Tal parece que no solo las bestias estaban presentes en el lugar, cientos de Norcranianos atacaban desde todas las direcciones.
Los que estaban abajo eran golpeados o asesinados por el escuadrón de Hogomi, este último junto a su hermano estaban transformados, cada que tocaban a un Norcraniano, este se pulverizaba.
Kori ayudaba de la misma forma, usando sus poderes. Mientras los demás confiaban en sus habilidades y entrenamiento, logrando crear, una gran escena de acción y sangre; el lugar era una carnicería, con los árboles machados de sangre y lo que parecía ser trozos de piel desgarrada a causa del ataque de las bestias, ellas eran un gran problema. Tiago, Noah, Dimitry y Shigo se encargan de ellas.
Gunter se unió a la pelea apenas llegó, solo golpeaba y cortaba a los Norcranianos que se acercaban demasiado, no los mataba, solo les dejaba con heridas para impedir su escape. A Tsuki se le hizo un poco raro pero le restó importancia, pensó que después iba a interrogar a uno de ellos y se dispuso a ayudar a sus compañeros.
Acababan con diez soldados y dos bestias y más aparecían, los refuerzos no tardaron en llegar, los soldados Rujarcos trajeron sus armas, ametralladoras, bombas y armas blancas. Los guardias de la ciudad al ser informados de lo que sucedía se pusieron alertas y bloquearon las entradas. Los niños, ancianos y mujeres se encerraron en los sótanos de su casa y en el bunker que estaba debajo del museo. También había mujeres fuertes al lado de casi todos los hombres de la ciudad en las murallas de la ciudadela, armados con lo que podían, ya que las armas que tenían se agotaron y solo unos pocos pudieron armarse, incluso los perros de caza estaban sueltos junto con sus dueños vigilando la entrada.
Esto apenas era el inicio de una gran batalla que estaba por llegar después. Gake es una ciudadela que está ubicada lejos de Hinan, probablemente allí y en ciudades menores también ocurre lo mismo.
Tsuki, Kori, Kageshi y Shigo no tardaron en pensar en eso, sólo rezaban porque no sea así que todos estén bien, en especial sus parientes.
La pelinegra no lo pensó dos veces y sacó los abanicos que tenía en su cinturón y comenzó a desgarrar y partir a los que se cruzaban, el filo los cortaba como si fuesen mantequilla, tan perfecto y preciso, tanto que la piel de los soldados Norcranianos que apenas fue rosada por el filo, era cortada profundamente y la sangre brotaba sin parar. Las bestias atacan a los soldados Rujarcos de bajo rango que los disparan, arrancando la piel de sus huesos, mientras los hombres sueltan quejidos y sollozos guturales del dolor y desesperación.
Los Norcranianos los ubicaron a todos en un área específica, mientras los suyos se acercan a la ciudadela por otros caminos a escondidas. Los guardias y los ciudadanos no tardaron ni dos segundos en reaccionar para empezar el ataque, apenas se asomó un Norcraniano de entre los arbustos.
Siete de los guardias que estaban armados con armas como el sai y la Katana, saltaron de las murallas y apuñalaban a cada Norcranianos que no era tocado por las balas y las flechas.
Kori aumentaba su nivel de energía poco a poco, buscando volver a alcanzar el punto más allá del límite de su poder. Tsuki trataba de conseguir lo mismo, solo que ella busca alcanzar un nivel que jamás alcanzó y puede ser fatal.
Shigo estaba en apuros con las bestias, cada que mataba a uno, tres más aparecían, aún más fuertes y agresivos. En un momento los Norcranianos tenían la ventaja, cientos de Rujarcos eran masacrados. Bradley ya había Sido informado de esto, pero él también tenía sus problemas cerca de los límites con las montañas Ketsurein.