Benjamín-
—¡Mamá! ¡Ya llegamos! —grita Sabana al entrar en el departamento.
—Estoy en la cocina —responde calmada.
Dejó las bolsas en el suelo de la sala.
Luego de almorzar comenzó la travesía por el par de zapatos perfectos y luego por los accesorios correctos.
Lo bueno es que ya tenían una idea en mente, el verdadero desafío fue encontrar el vestido, las siguientes travesías fueron sencillas en comparación.
—Papá, ¿Qué haces aquí? —pregunta Clove captando mi atención.
Camino hacia la cocina y me encuentro a Charles tomando una tasa de café.
—Tengo que hablar con ustedes —dice seriamente.
Clove y Sabana se miran confundidas.
—Bueno, creo es que es mejor que me vaya —interviene Megan.
—Megan, no es necesario —intercede Clarissa.
—No, esto es un asunto de familia así que no es necesario. Es mejor que me vaya.
—¿Quieres que te lleve —propongo.
—No, tranquilo. Me voy en taxi —agarra sus bolsas del suelo —. Hablamos más tarde —me sonríe —. Hasta luego, nos vemos —se despide del resto de la familia y sale del departamento.
Volvemos a enfocar toda nuestra atención en Charles y lo que tiene que decir.
Se aclara la garganta.
—Como muy bien saben, aproveche su viaje improvisado para resolver los asuntos que tenía con Lucinda. Presente una demanda formal en contra de Lucinda por abuso físico y psicológico con las pruebas que Aiden consiguió de tu computadora —Clove intenta hablar y Charles se lo impide —. Además, con ayuda de mis contactos logré encontrar las pruebas de su lavado de dinero, y también hice una demandé formalmente.
—¿Eso qué quiere decir? —pregunta Sabana.
—Justo ahora las autoridades la están buscando y estoy muy seguro que van a dar con ella pronto. Así que Lucinda va terminar en la cárcel.
Clove se desploma en el suelo.
—¡Hija! —Charles se levanta rápidamente.
Todos la rodeamos.
—¿Estás bien? —pregunta Sabana preocupada.
—Si, si. Solo fue la sorpresa —recoge su cabello —. Puedes continuar, papá.
Nos acomodamos todos en el suelo.
Sabana soba cariñosamente su espalda y ella le sonríe.
—Bueno, la policía embargo todos sus bienes pero no pudo encontrarla por eso le propuse a Clarissa que te quedarás con ella unos días. No quise decirles cuando llegaron porque se veían tan contentas y llenas de vida que no me pareció correcto —acaricia nuestras mejillas —. Me alegra muchísimo que se hayan reconciliado y veo que vivir bajo el mismo techo las ha unido más.
—Si, a mi también me alegra muchísimo —concuerda Clove sonriendole.
—Entonces, ¿Cómo queda Clove en todo esto? —cuestiona eso.
—Pues, libre —enfoca la mirada en ella —. Corazón, eres libre. Ya no vas a tener que soportar maltratos ni humillaciones por parte de Lucinda, mejor dicho, por nadie.
Los ojos de Clove se llenan de lágrimas y se arroja a los brazos de su padre a llorar.
—Gracias. Muchas gracias, papá —solloza.
Sabana se une al abrazo y luego lo hace Clarissa. Los observó a la distancia lleno de alegría.
Por fin Sabana va a tener la familia que se merece.
Me doy la vuelta y camino lentamente hacia la puerta.
Creo que es momento de irme.
Agarro la manilla.
—Ben.
No necesito voltear, sé que es Sabana.
—Esto tiene que ver con la llamada que recibiste, ¿Cierto?.
—Si —me limitó a decir.
—¿Desde cuándo han planeado esto?.
—Desde que llegamos, movimos todos nuestros contactos para agilizar el proceso.
Aprieto más la manilla.
Sabana me abraza por la espalda .
La escucho sollozar y me abraza con más fuerza.
—Gracias, gracias por ayudar a mi hermana.
Cierro los ojos y aprieto sus manos.
—No hay nada que agradecer. Haría todo por ti.