Sabana-
—¡Sabana! —Ben se levanta de la silla a penas me ve.
—¿Qué haces aquí? No deberías estar trabajando —le acepto el abrazo encantada.
—Amor, son las 9pm.
—¿Tanto? —parpadeo varias veces —. Pero si llegamos aquí como a las 11:30. De verdad que el tiempo pasa rápido aquí, me sentí como en un bucle.
—¿Te llevaron de comer? —pregunta preocupado.
—Si, hasta café con unas rosquillas. Es solo que estar en esa habitación cerrada sin aunque sea un reloj no te das cuenta del tiempo.
Busco a mis padres y a Clove con la mirada.
—¿Y los demás?.
—Amor, eres la primera en salir.
—¿En serio?. Supongo que aún están en esa ronda interminable de preguntas —me siento y jalo a Ben para que se siente a mi lado —. Me preguntaron hasta cuál era el clima el día en que nací.
Suelta una risa.
—Sabana, ¿Qué te pasó aquí? —pasa suavemente el dedo por mí labio inferior.
—Tranquilo, no es nada. Solo que la loca de Lucinda se pasó un poco con su fuerza, pero tranquilo le rompí la nariz para devolverle el favor.
—Mi corazón, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo terminaron aquí? ¿Cuándo se encontraron con Lucinda?.
—Amor, tranquilo. Voy a explicarte todo lo que pasó pero prefiero esperar a que salgan los demás para echar el cuento una sola vez.
—Esta bien. Respeto tu decisión.
Me da otro beso.
—Por cierto, Aiden está comprando un café. ¿No quieres algo? —hace para levantarse.
—Quedate aquí, quiero estar contigo —me recuesto en su hombro y él me abraza —. Aunque no puedo negarte que tengo hambre.
Me dedica una sonrisa.
—Me alegra que estés bien —besa mi frente.
Le sonrió.
—¡Sabana! ¿Estás bien? —Aiden se apresura a llegar hasta nosotros.
—Si, estoy muy bien. Tranquilo —le sonrió sin mostrar los dientes —. ¿Cómo estás tú?.
—Sumamente preocupado por Clove —se sienta cabizbajo —. Imagino lo nerviosa que estaba, lo indefensa que se sentía y me da rabia no haber estado ahí para protegerlas.
—Aiden, nadie podría prever que esa loca se iba aparecer —lo consuelo.
—Claro que si, con lo desquiciada que está esa mujer como no pudimos anticipar que haría algo como eso. No me lo puedo perdonar, no puedo...
Se levanta rápidamente.
—¡Clove! —la abraza —. ¿Estás bien? ¿Todo bien? ¿Tienes algo? ¿Quieres algo? ¿Puedes hablar?.
—Estoy bien, tranquilo —responde suavemente —. Gracias por estar aquí —lo abraza.
—¿Segura que estás bien? Imagino que estabas en pánico al ver a esa mujer y yo sin estar ahí para defenderte.
—Si, me quedé en shock, pero verla golpear a Sabana me devolvió a la realidad pero aún así no hice nada para ayudarla.
Enfoca la mirada en mi.
—Perdóname Sabana, tuve que haber hecho algo para ayudarte pero me quedé paralizada —se agacha frente a mí y toma mis manos —. Soy una pésima hermana mayor, no te defendí cuando tuve hacerlo. Perdón —suelta un sollozo.
—No tengo nada que perdonarte, no hiciste nada —mis ojos empiezan aguarse —. Tu fuiste la que más sufrió sus maltratos, es completamente entendible que no hayas podido reaccionar.
—Pero eso me hace sentir mala hermana —llora desconsoladamente.
—No eres mala hermana, no digas eso —sollozo —. Eres mi hermana y sé que después de hoy no vas a dejar que algo así pueda pasar.
—Sabana eres demasiado buena. No te merezco, por favor perdóname —me abraza.
—Tu también perdóname, debí darme cuenta de esto antes y quizás habría podido sacarte de ahí —le devuelvo el abrazo.
Nos tumbamos en el suelo sin soltarnos.
—¿Qué está pasando aquí? —cuestiona nuestro padre al vernos dando ese espectáculo.
Levantamos la mirada para verlo mientras nos sorbemos los mocos.
—La verdad, señor. No hay manera de explicarlo —responde Aiden seriamente.
—Dejame ver si entiendo, Sabana. Cuando viste a Lucinda estabas lo suficientemente lejos como para dar la vuelta e ir a otro lugar pero, preferiste ir a retar a esa desquiciada. ¿Estoy en lo correcto? —resume mi madre.
—Si lo pones de esa manera suena mal, como si hubiera hecho algo estúpido.
—¡Hiciste algo estúpido! —exclama —. Además de que dijiste todas esas cosas tratando de molestarla, ¿Qué habría pasado si hubiera tenido un arma? ¿O un cuchillo? Estaríamos justo ahora en un hospital mientras peleas por tu vida, o algo mucho peor —sus ojos se llenan de lágrimas —. Tuviste que pensar en todo lo que podría pasar, no lanzarte sin medir las consecuencias.
Agachó la cabeza.
—Tienes razón, mamá. Tienes toda la razón, pero en ese momento solo pude pensar que era la oportunidad perfecta para atrapar a Lucinda. Lastimar a su hija puede ser justificado hasta cierto punto, pero a mí no había manera de justificarlo, y sí, no medí el peligro, nos puse en riesgo a las dos y no debí de hacerlo de esa manera. De verdad le pido perdón a todos.
Le dedicó miradas de arrepentimiento a cada uno.
Mi padre toca el hombro de mi mamá.
—Creo que es suficiente por hoy, vayamos a dormir y mañana será otro día —propone en voz suave.
—Voy a dormir con Aiden, si no molesta Clarissa. Sé que a la habitación aún le faltan unos detalles pero podremos dormir ahí cómodamente.
Clove me da un abrazo de despedida y Aiden besa mi frente.
—Hasta mañana —se despiden al unísono.
—Esta bien, ustedes también vayan a dormir .Charles, te acompaño a la puerta.
Agarro la mano de Ben y caminamos hacia mi habitación.
—Hoy un día problemático —me deshago de la ropa incómoda y me pongo algo más suelto.
Ben busca en mi clóset la ropa que dejo aquí para estos momentos de emergencia.
—Sabes que tu mamá tiene razón.
—Lo se, pero les aseguro que esa posiblidad no paso por mí mente en ningún momento.
Ben se acuesta en la cama y yo me tumbo a su lado.
—Me alegra muchísimo que estés bien. Cuando tu padre me llamo para contarme que Lucinda te había atacado pensé lo peor —me pega a su cuerpo —. Hice un escándalo en la comisaría hasta que uno de los policías salió a decirme que estabas bien y me llevo a verte a través del vidrio mientras te tomaban declaración.