NARRA VIOLET
Los rayos de Sol se filtraban entre las medio cerradas ventanas, tenues y débiles, impactando contra mi mejilla derecha, irritando mi piel con tan solo su suave contacto. Di media vuelta, ignorándolos.
Ni siquiera sabía si había dormido, me sentía como en una especie de trance, flotando en el Nirvana, perdida en mis pensamientos y emociones los cuales no sabía descifrar. Hacía horas que había dejado de pensar en Seth, o en la noche anterior, o tan siquiera en qué había pasado estos últimos años. Lo único que asaltaba mi mente era mi pasado.
Me encontraba en una cruzada conmigo misma, con lo que creía haber dejado atrás y lo que quizás nunca había enfrentado. Me creía fuerte, decidida, de alguna manera una superviviente.
Pero la realidad me había golpeado como nunca antes, y me había dado cuenta que no era así.
Quizás había una gran parte que me quedaba por superar, a la cual nunca me había enfrentado. Quizás el pasado el cual creía enterrado seguía vivo.
Nunca había tenido una relación seria, en parte gracias a mi reputación en aquel pequeño pueblo. Había besado a unos cuantos chicos después de todo, pero nada más. El último hombre que me puso las manos encima abusó de mi. Pensaba que después de tantos años estaría preparada, que podría dejar que alguien más me tocara. Claramente me equivocaba.
Finalmente abrí los ojos, saliendo de mi profunda meditación. Me levanté lentamente hasta quedar sentada en un extremo de la cama. Sin la calidez de las sábanas sentí frío al instante. Lógico teniendo en cuenta que seguía en ropa interior de la noche anterior. Finalmente me puse de pie y anduve tímidamente por la habitación, analizando lo que la oscuridad no me había dejado ver durante toda la noche. Observé un pequeño lavabo conectado con uno de los extremos de la habitación, y aproveché para entrar. La visión ante mi en el espejo fue horrorosa.
La obra maestra que era el maquillaje de North se había ido a la completa mierda, y ahora más bien parecía un puto oso panda. Me lavé la cara acabando así con los restos de maquillaje y salí del baño. Lo siguiente que hice fue acercarme al armario, para ver si había algo que pudiese ponerme, obviamente nada, era una habitación de invitados. Entonces una idea sacudió mi mente. Me acerqué de nuevo a la cama y quité una de las sábanas, arropándome con ella a modo de manta y enrollándola por todo mi cuerpo. Servirá, de momento.
Decidida, salí de la habitación, encontrándome con los ya conocido pasillos. Imágenes de la noche anterior asaltaron mi mente, aunque realmente iba tan borracha que eran borrosos.
La primera vez que bebía en años y acababa en desastre, como no.
Bajé las escaleras hasta el salón, encontrándomelo totalmente vacío.
¿Dónde diablos estaba todo el mundo? ¿Seguirían durmiendo?
Un ruido captó mi atención desde uno de los extremos del salón. Me acerqué con curiosidad descubriendo una puerta en forma de arco hacia lo que parecía ser la cocina. Cada vez que me acercaba podía distinguir mejor lo que escuchaba, Bad de Michael Jackson sonaba a un volumen bajo. Mis pies descalzos pisaban sobre el frío suelo de mármol, sin hacer mucho ruido, lo que me dio la oportunidad de llegar hasta la puerta sin ser descubierta. Una vez en el marco de la puerta, observé lo más gracioso en bastante tiempo; Un Seth salvaje en su hábitat natural.
Se encontraba de espaldas a mi, justo delante de la encimera, sin camiseta y con un pantalón de chándal, bailando despreocupadamente de lado a lado mientras preparaba algo que no alcanzaba a ver, canturreando la letra de Bad en voz baja. Me apoyé contra el marco de la puerta y observé la divertida escena por unos instantes, hasta que por mala suerte, Seth se dio la vuelta. Su voz paró de cantar al instante, y su cuerpo dejó de bailar. Me miró sorprendido y de alguna manera avergonzado.
Seth Ford sentía vergüenza, vaya sorpresa.
— Buenos días. — Sonrió levemente.
— Buenos días. — Sonreí de vuelta.
— ¿Llevas mucho tiempo .. ?
— El suficiente. — Lo interrumpí, mi sonrisa se ensanchó al instante, por fin tenía algo con lo que meterme con él. Su expresión cambió de diversión a seriedad en segundos.
— Ni una palabra a nadie. — Murmuró. Di la vuelta a la pequeña isla que se encontraba en medio de la cocina, pasando por su lado.
— Claro, Seth Jackson. — Reí. — ¿Qué estás haciendo? — Me apoyé contra la nevera, justo a su lado. Sus ojos me miraron con curiosidad por unos segundos, y después habló.
Editado: 30.12.2018