~Lucas~
Luego de aquella revelación recogimos todo lo que habíamos usado y nos dirigimos a la salida.
—Oye, Lucas, no te mates la cabeza por lo que dije de Lucy, es mi problema. Aun así, realmente le gustas y no se rendirá tan fácil
—Descuida, entiendo, tomaré en cuenta tu historia. —Le sonreí, aun así no estaba muy seguro de creer sus palabras. A ninguno lo conocía lo suficiente para saber si mentía o no.
—Por cierto, tienes a alguien que te quiere a tu lado, no lo pierdas —fruncí el ceño.
— ¿De quién hablas?
— ¿Eres idiota? Me refiero a ese chico, no lo conozco, pero parece buena persona. No lo dejes y mucho menos por Lucy. —Su mirada era seria mientras hablaba.
—No me gusta Lucy —afirmé seguro
—Solo lo digo por si acaso. Nos vemos mañana de nuevo, para cumplir este estúpido castigo. —Se alejó agitando la mano en señal de despedida.
Agité la mano también y emprendí el camino a casa, aún con todo lo que había escuchado dando vueltas en mi cabeza.
~Elián~
—Kevin, no puedes utilizar esa fórmula en este caso, usa esta otra —le señalé la correcta en el cuaderno, mientras el castaño fruncía el ceño y se jalaba un poco el cabello.
— ¡No puedo! ¿Cómo entiendes esto? ¿Acaso eres extraterrestre y vienes de otra dimensión?
No pude evitar reír por su ocurrencia.
—Si fuera así, todos los físicos y profesores serían extraterrestres. Es sencillo, solo debes aprender las fórmulas para cada cosa y ya, fácil
— ¡Fácil mis pelotas!
—No te rindas, inténtalo de nuevo, traeré galletas. —Le coloqué un nuevo ejercicio y fui a la cocina.
Saqué de un cajón unas galletas María de chocolate, abrí el paquete y deposité algunas en un plato.
Regresé a la sala, Kevin parecía confundido. Me asomé para ver el ejercicio, iba por buen camino.
Me senté a su lado y coloqué las galletas en la mesa, enseguida el castaño agarró tres y las llevó a su boca.
Lo miré divertido y suspiré.
¿Cómo le estará yendo a Lucas? Debe ser agotador limpiar la cancha, era enorme.
Pensé en lo sucedido, y aunque Lucas había hecho lo correcto al ayudar a Lucy, había algo que no me terminaba de cuadrar. Esa chica no me agrada, y no es solo porque anda detrás de Lucas, porque al fin y al cabo no es mi problema si él ya la rechazó, es algo más... ¿Y quién era ese chico con el que discutía?
— ¡Terminé! Y estoy seguro que esta vez no me equivoqué. —le sonreí al chico y revisé su respuesta.
Ensanché mi sonrisa y revolví su cabello con ternura.
— ¡Excelente! ¿Ves que no son tan difíciles? Solo hay que esforzarse un poco.
Él asintió y tomó tres galletas más.
Dos horas después, lo acompañé a la puerta, recordándole que repasara un poco.
Subí a mi cuarto y me recosté un momento, quedándome dormido.
—🍁—
Sentí unas leves caricias en mi cabello, eran sumamente relajantes, moví mi cabeza un poco.
— ¿Ya estás despierto?
Conocía esa voz, la había escuchado constantemente durante ocho años.
Abrí los ojos poco a poco y le sonreí a la persona que se encontraba allí.
— ¿Cómo entraste?
— ¿Por dónde crees? —Me sonrió burlón Lucas.
—Un día los vecinos pensarán que eres un ladrón.
—El ladrón de tus besos.
Me desperté por completo y me sonrojé.
— ¿Qué?
Estalló en carcajadas y lo miré mal.
—De-deberías ver tu cara, es sumamente graciosa. —Se tiró en la cama, tomando su barriga.
— ¡Cállate! Es porque dijiste eso.
Hice un leve puchero y me volteé dándole la espalda.
—Oye, Eli, no te enojes, sabes que te quiero. —Colocó su cabeza en mi hombro para luego besar mi mejilla.
Suspiré y me moví quedando frente a él.
— ¿Cómo te fue?
—Es agotador y aún me quedan dos días, pero la compañía no es tan mala. —Sonrió y volvió a la tarea de acariciar mi cabello.
— ¿Hablas de ese chico?
—Dylan, me cayó bien, a pesar de todo.
— ¿Cuál es su versión? —pregunté curioso.
—No entendí mucho todo el asunto, pero al parecer Lucy hizo algo en el pasado que a él no le gustó y pues por eso discutían, es su prima.
Asentí levemente.
—Eli, cambiando de tema, ¿tu sabor favorito sigue siendo el chocolate?
Lo miré extrañado por la pregunta
— ¿Hablas de postres?
—Ajá
Asentí entonces.
— ¿Por qué lo dices?
—Por nada, solo quería asegurarme de saberlo.
No le tomé importancia y lo pegué más a mí, escondiendo mi cara en su cuello.
—Eli, cariño, puedes ayudarme con... —Escuché la voz de mi madre demasiado cerca y por instinto empujé fuertemente a Lucas haciéndolo caer de la cama por accidente.
Mi madre abrió la puerta y nos miró extrañada.
Lucas estaba en el suelo quejándose en voz baja, yo la miré nervioso y algo sonrojado. No hacíamos nada tan malo, pero aun así me asusté.
— ¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué Lucas está en el suelo, hijo? —Mi madre entró en la habitación y ayudó a Lucas a levantarse.
—Descuide, estoy bien. Fue un accidente, solo charlábamos —Ella sonrió levemente y me miró a continuación.
—Elián, ¿podrías ayudarme con unas cajas que están en la entrada? Son muy pesadas
Asentí y me levanté.
—Yo también ayudo —dijo el pelinegro dirigiéndose a la puerta.
—Oh no, Lucas, no es necesario —Él negó y salió de la habitación.
A continuación, mi madre me miró de forma seria, tragué saliva.
—Elián, tú... —suspiró y desvió la mirada—. No importa, no es nada, ve a ayudar a Lucas. —Negó levemente con la cabeza y me señaló la puerta.
Salí de la habitación aún nervioso. ¿Qué había querido decirme?
Terminamos de acomodar las cajas, que resultaron ser un juego de vajillas que mi madre había ganado en una pequeña rifa. Las piezas eran de color crema con rosas negras, realmente eran muy bonitas.