ᴍᴇ ᴅᴜᴇʟᴇs

ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 22 ᴍᴇ ᴅᴇʀʀᴜᴍʙᴏ

Narra Valentino

Suspiré tan profundo que no quedó aire en mis pulmones. Había mareado el vaso de cerveza de tanto darle vueltas.
Connor explotaba de gente.
Me sentía vacío. Hasta que una voz llamó mi atención.
—¿Huh?
—Te pregunté cómo te sientes. Pero no necesito una respuesta. Está a la vista.—Alex me conoce bien, sabe que mi cuerpo está ahí, pero mi mente no. Me recuesto sobre el asiento, subo mis brazos y entrelazo mis manos en mi nuca. Suspiro.
—La escuché hablar con Vera. Está convencida de que no lo logrará. Aunque sé que es fuerte y quiere que la veamos aún más fuerte. Es una tortura hermano, no quiero ni pensarlo.
—¡Hey! ¡Mírame y escúchame bien! Ella es más fuerte que nosotros dos juntos y quizás que toda la gente que se encuentra aquí. Por supuesto que lo logrará. Ni se te ocurra pensar lo contrario.—me incorporé, apoyé mis antebrazos en la mesa, media sonrisa fue todo lo que pude lograr, mi amigo me daba ánimo, lo necesito.
—Gracias Álex, eres el mejor.
—Vamos viejo, fuerza, si no puedes por tí, por ella.—de pronto Álex se puso serio. Miraba mucho un punto a mi izquierda, no me daba cuenta de que era, hasta que llevé mi vista hacia ahí y comprendí todo.
En la barra un grupo de tres amigas hablaban animadas, miraban en nuestra dirección y comentaban entre ellas. Eran muy guapas. Volví la vista a mi amigo y le sonreí. Él lo notó y se puso serio.
—Disculpame Valo, lo siento amigo.
—No, no te atrevas a disculparte. Es lo normal, somos jóvenes, ellas también, es inevitable la atracción y las ganas de pasarla bien. Yo soy el problema, estoy en otra sintonía y no quiero desviarme de ahí. Ve, acércate y demuéstrales a esas chicas quién es el gran Álex Deck.—el sonrió con ganas. 
—No pienso dejarte solo amigo. Me costó mucho hacerte venir ésta noche, no lo arruinaré.
—Hey, yo ya debo irme. Termino la cerveza y me marcho con mi mujer. Por favor, diviértete, no pierdas la oportunidad.—le guiñé el ojo y lo convencí. Me dió palmadas en el hombro y fue en dirección a las chicas. Lo miré llegar a la barra y desplegar su encantadora sonrisa, sacudí mi cabeza recordando todas las veces que usó sus técnicas para ligar, es muy divertido.
Llevé el vaso a mi boca, dejé que la helada y amarga cerveza pasé por  mi garganta, se sentía increíble, miré hacia afuera, la ciudad se veía animada, pasaban jóvenes riendo y conversando, era realmente agradable darme cuenta de que hay vida fuera del hospital. Hasta que una voz interrumpió mi momento. Sentada frente mío se encontraba una de las tres chicas de la barra, la observé, luego miré en dirección a Álex y ya no estaba. Ella era atractiva, cabello castaño con rizos, ojos color miel, sus labios pintados de un color uva muy oscuro y la ropa que llevaba, digamos que era escasa. Tragué saliva, me tensé.
—Buenas noches guapo, me llamo Roma, me da pena que estés tan solito, tu amigo se fue con mis primas, asique van a tener una linda fiesta. Venía a ver si quieres venir conmigo y tener nuestra propia fiesta privada. ¿Cómo te llamas?
—Buenas noches. Oh disculpa, ya me iba. Te agradezco la propuesta, pero no me interesa.—me levanté de golpe, tomé mi chaqueta del respaldo del asiento y cuando me disponía a irme, ella me dijo en un tono elevado
—Oh entiendo, eres gay.—la miré sorprendido, la furia comenzó a subir por mi cuerpo hasta sentir mi cabeza estallar, en un impulso descontrolado, la miré con odio y le grité
—¡Para nada, no soy gay! Tengo una hermosa novia que está batallando contra el cáncer y te aseguro que es una lucha desgastante y dura.—ella abrió los ojos al doble de su tamaño y miraba para todos lados porque la gente nos observaba.—Es hermosa y la amo y la respeto demasiado. Si vine esta noche a tomar una cerveza con mi amigo ¡es porque necesito despejarme! ¡No vine de levante ni me interesa ligarme con nadie! ¡Mi novia es la única mujer de mi vida y estaré a su lado hasta el final! ¡Hasta el final!!—grite eso y la gente murmuraba, la chica bajó su cabeza y se retiró apenada. Sentí unos brazos alrededor, Vera me abrazaba y lloraba junto a mí. Yo no me reconocía, era una versión dolorida de mi, lastimada y deprimida. 
—Tranquilo Val, ven, salgamos de aquí.
Y Vera me llevó con ella. Estoy devastado, estoy roto.
Creí que era fuerte, pero toda la fortaleza que creí tener se derrumbó de golpe. 
Fuimos a la oficina. Nos sentamos. Vera me miraba sería, sus brillosos ojos celestes no brillaban, se veían nublados. ¿O sería yo el que estaba nublado?
—Hermanito, estás destrozado. ¿Cómo estuvo Clara hoy?—la sola mención de su nombre me desgarró, hasta sentir que ya no había más nada que romper en mí, ya no.
—La amo demasiado. Nunca imaginé que el amor podía mostrarse así. Que alguien más pudiera ser dueño de tu mente, tu cuerpo, tu corazón, tus sentidos y si, Clara es mi todo. Es mi mente, mi cuerpo, mi corazón y mis sentidos. Por eso cuando esa chica se me insinuó... Yo... Simplemente...
—Sshhh tranquilo. No sucedió nada malo. Se dió cuenta que tienes a alguien de la peor manera. Todo Connor se enteró.
—Hermana, sé que te dijo que no lo lograría. Las escuché.—Vera se puso seria.—¿Puedo confesarte algo íntimo?
—Lo que sea Val.
—La última vez que le hice el amor sentí que le hacía daño. Yo ya no la busco, no sé cuándo ella está preparada. Últimamente no lo hacemos seguido, pero ella me confiesa que le hago bien, que cuando está muy triste o dolorida piensa en nuestra intimidad y se siente mejor. Por eso no quiero dejar de hacerlo. Pero no quiero lastimarla.
—Pero ella te está diciendo que le haces bien. Y lo necesita, no dejes de hacerlo, es su fuente de bienestar.
—Lo quise hablar con el doctor, pero no sé si Clara querrá que lo cuente así. Es nuestra intimidad.
—Has algo. No lo hables con el doctor, ve y háblalo con la ginecóloga, ella te dirá la verdad y sacará todas tus dudas.
—Oh Vera, eres increíble. Cuando ya no tengo cerebro, tú lo tienes por mí. No había pensado en eso. Gracias hermanita.—sentí alivio. La propuesta de Vera me dió esperanza. Oh si. Si bien desde el diagnóstico todo lo relacionado al sexo era reservado, yo sé que nos hace bien, nos alivia y nos da energía. Soy muy cuidadoso, pero no está de más hablarlo con un profesional, así me dice si estoy haciendo bien las cosas y Clara está cuidada.
Abracé fuerte a mi hermana y me fuí.
Subí a mi auto, suspiré nuevamente y emprendí el regreso a casa. 
Subí a nuestra habitación, ella estaba dormida y tranquila. Fui al baño, me desvestí y entré a la ducha, cerré los ojos, dejé que el agua tibia masajeara mi cuerpo, era placentero, era relajante, dejé mi mente en blanco y disfruté el baño, apoyé mis manos en la pared, agaché la cabeza y dejé que el agua hiciera su trabajo.
De repente sentí dos brazos rodearme desde atrás, sin abrir mis ojos giré, busqué su boca y la besé, de tal manera que parecía que no iría a haber otro beso, ella rodeó mi cuerpo con sus brazos y correspondía mi beso. Con cuidado la guíe hacia el piso y la hice mía, ella se entregó apasionadamente y ese momento fue perfecto, no quería que acabara.
—Te amo bonita...
—Te amo más...
Así es el amor sincero, el que nace en el centro del corazón y te cambia por completo. Acariciaba a la mujer que mi corazón ama, frágil, con evidentes cicatrices, con su cabeza desnuda, con su sufrimiento a cuestas. Ella es perfecta. Ella es única. Ella es mía y de mi corazón.
Todo en ella me pertenece. Hasta su dolor. Entrelacé mis grandes manos con las pequeñas de ella y pedí por favor siempre poder hacerlo. Que Dios o quien sea el que decida, no me la arrebate y como recompensa a todo el dolor que está pasando, le permita tener una vida feliz. Casarnos, engendrar un hijo y darle vida. Mi niña frágil, yo seré lo suficientemente fuerte para ayudarte a lograrlo. 
Gracias por tanto.
Perdón por dudar de mí...
 



#11828 en Otros
#1045 en No ficción
#18743 en Novela romántica

En el texto hay: basada en hechos reales

Editado: 16.04.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.