“¡Que pasillos más largos!”, dice la voz en mi mente. “¡Corre Joe! ¡Corre!”, me ordena una voz que está en todos lados. “¿No hay una maldita puerta en este lugar?”, pregunto a quien quiera contestar. Me siento en un laberinto y la voz me persigue, no quiero saber a quién pertenece y por eso tapo mis oídos y corro. A mi cabeza viene la imagen del hámster que tenía mi hermano cuando éramos pequeños, este jugaba en un pequeño laberinto que mi abuela le compro, ahora sé cómo se sentía el pequeño animal que no jugaba, luchaba por salir de encierro.
No puede ser...
He llegado a una pared y la voz viene tras de mí. No puedo devolverme. Se acerca muy despacio y viene a unos cuantos metros. El muro está muy alto para escalarle, me recargo en la pared y detrás de esta escucho gente cantando, agudizo más el oído para comprender “¡Cumpleaños Feliz! Cumpleaños...”, Cantan las personas ¿Cómo pueden ellos celebrar algo mientras yo estoy encerrado aquí? La voz viene y giro en mi eje, la escucho en la nuca, no se entiende nada, son balbuceos vacíos. Entonces abro los ojos y hay una gran puerta de madera, sin pensarlo dos veces la abro. Siento caerme a un tobogán sin fin y vuelvo a superficie.
Quedo sentado en mi cama y ha sido otra maldita pesadilla, alzo mi mirada para contemplar mi entorno ya que me siento observado, están todos ellos allí, mirándome como si me hubiese crecido otra cabeza, con un pastel... ¿Un pastel?
Es mi cumpleaños ¿Cómo rayos se me olvidó?
— E-Esta bien rey, ha sido una pesadilla — Dice Fernando y me invade la vergüenza.
— Te he dicho que era mala idea — Dice Molly cruzada de brazos mirando a quien habló primero.
— Ya, eso no importa. Feliz cumpleaños "Rey" — Se burla Lara de la palabra de Fernando y abalanzándose sobre mí me da un abrazo y se ríe a carcajadas mientras las demás le siguen. Después de casi sacarme el relleno con abrazos mis amigas se apartan a petición de Fernando “¡Dejen algo para mí!”, dice él apartándoles como si fueran costales de harina. Una de las muchachas se queja y Fernando me da un sorpresivo beso delante de todos los presentes “Feliz cumpleaños REY”, dice Fernando mirando a Lara sonriente y ella y las demás dan grititos, el calor sube a mis mejillas.
“¡Cumpleaños Feliz!”, Alienta alguien y los demás le siguen. Yo sigo observando como aplauden. Están mis amigas, Fernando y... Santiago. Mi abuela Molly, Avril, Janeth y Annelise y por ultimo pero más sorpresivo está Gisél. Cuando la repaso con la mirada ella baja la suya, espero que vuelva a mirarme y asiento sonriendo para que no se sienta incomoda y me devuelve la sonrisa.
“¡Vamos abajo a partir el bizcocho!”, dice Julia con su voz de escándalo, todos la siguen, por mi parte tomo mis pantuflas de perrito y bajo con ellos. Ya abajo veo como todo está decorado por serpentinas y bombas. Qué bonito está todo, todo es bonito con ellos.
“¡Hoy el almuerzo es donde la tía Betzabé!”, dice Molly y mi expresión cambia. La tía Bez es muy buena gente pero a su manera, no quiero ser grosero con ella. Ya no hay de otra que ir al almuerzo en su casa. Al cabo de un rato llega mi prima Daniela junto con mis primas pequeñas de Corea, ellas se ven más blancas que cuando se fueron, cuando me ven vienen gritando hacia mí y me dan regalos "Kawaii" de donde vienen. Después de un rato viene Tina con la gaseosa y nos da a cada uno. En nuestras reuniones se hacen juegos y competencias, esta no es la excepción, el juego de hoy es llevar la bomba hacia el otro extremo del salón sin manos y solo soplando para que no se caiga. Gana Annelise y choca sus cinco con Janeth, giro mi cabeza y veo que Gisél está en un lado sentada comiendo pastel.
— ¡Vamos a jugar! — Digo halándola del braso Gisél.
— ¡Que estás haciendo! — Dice ella.
— Incluyéndote — Contesto pasándole una de las bombas y juega. Aunque ella no ganó se ríe con los demás y esa era mi meta, no importa que haya pasado, lo hizo porque no sabía.
***
— Ay pero como están de bellas estas muchachas — Dice la tía Bez estrujando las mejillas de mis primas.
— ¡Hola hija! — Dice Molly dándole un beso en la mejilla.
— Hola tía, como estás — Le saludo a la tía pero me ignora, sigue saludando a los demás. Sé cuál es su objetivo así que voy directamente a donde está Fernando y lo traigo conmigo para que no sea presa de mi tía. Si, esa es mi tía Betzabé.
— Siéntense muchachos que ya les traigo el sancocho de gallina que quedo delicioso — Dice ella dirigiéndose a la cocina y veo que la mano de mi abuela se enreda en uno de sus brazos y agudizo el oído.
— ¿Porque hiciste eso, de que habíamos hablado — Dice Molly.
— ¿Hacer qué? — Dice Betzabe fingiendo que no hizo nada.
— Pues que va a ser ¿Porque no saludaste a Joe así como a los demás? — Dice mi abuela poniendo su gesto típico de molestia y siento como si hubiera recibido la tía un castigo divino.
— Pues porque él no es como los demás — Dice ella sacando los platos.
— Ya hablamos de esto, los vas a aceptar como son porque ves a esa chica de allá — Asiente la tía — ¿Pues es la novia de aquella de allí.
— ¡Ay poder en Jesús! — Dice ella y ruedo los ojos.
— ¡Betsabé! — Le grita Molly.
— Pues no sé cómo le haces — Dice ella dejando a Molly en la cocina. Al cabo de unos instantes la tía Bez sirve las porciones en la mesa con ayuda de mi abuela y ellas se sientan cuando terminan. — ¡Joe! — Susurra Fernando — Me siento como mosco en leche.
— Yo también — Digo tomando su mano por debajo de la mesa.
— ¡Primo Joe! — Grita mi primito Mauro corriendo hacia mí y le abrazo.
— ¡MAURICIO! — El grito de la tía Betzabé hace que todos en la mesa peguen un salto — Siéntate aquí.