Cuentos y Máscaras
Darlee.
La paz y la armonía que se respira dentro de estas paredes me abruma demasiado. Aquí no tengo con quien pelear, a quien gritarle o discutir a cada cinco segundos con lo suelo hacer con mis padres. La relación que tiene Jaden con sus padres deja mucho que ver sobre todo el amor una palabra de cuatro letras que significa tanto pero que dentro de mí no significa nada. Mirar a todos lados y solo observar pinturas en donde todos lucen felices, eso solo provoca que dentro de mi algo se encienda y quiera terminar con toda esa felicidad. Y no sería mala idea convertir su felicidad en cenizas.
Pase dos mechones de mi cabello detrás de mi oreja para quitármelos de enfrente. Seguí caminando en silencio ahora sin mirar los retratos para no agobiarme tanto con esas sonrisas pintorescas que me producen asco.
Mi cabeza es una gran maraña de pensamientos de los cuales todos y cada uno de ellos lo únicos que me provocan es querer hacer es que todo esto termine, que los muros se caigan de una vez, que toda esa oscuridad salga y destruya lo que quiera y si quiere arrastrarme con ella no me negare, no me importaría ver arder los reinos por mi propia mano con tal de ver sufrir a mis padres haría cualquier cosa por destruir lo que tanto aman. La oscuridad no es nada comprado con el demonio que puedo llegar a ser si ellos tan solo fueran más comprensivos y no quisieran que todo se haga a su manera. Pero por desgracia el encanto de sé termino cuando conocí mi verdadero propósito y la verdadera razón de mí nacimientos que desperdicio. Ver a través del futuro lo que depara de mi reino bajo las manos de un completo desconocido o de una completa desconocida es algo que no me puedo permitirme, no puedo dejar que pase y si pasa será sobre mi cadáver.
Me gusta mi nueva yo. Me gusta la oscuridad que me da el cabello castaño. Mi madre y mi hermana siempre me envidiaron por nacer con el cabello blanco, con los ojos azules grisáceos y no azules claros u oscuros sino azules con gris y esa infinidad de colores dependiendo de mi estado de ánimo cuando mi parte bruja sale a la luz. Descubrir el verdadero potencial de una reina es grande, pero no tan grande como conocer el poder de cuatro razas en el cuerpo de una persona, mi persona y mí poder sobre todos.
Las horas se pasan más rápido que de costumbre.
En un abrir y cerrar de ojos la tarde se comenzaba hacer más que evidente en el cielo. El aire es igual de frío que por la mañana, pero no igual que el de la noche. El olor a hierva con nieve es algo que no se puede cambiar, es el mejor olor del mundo. Pero no mejor que el de la hierba mojada.
Los pasos de Alana me siguen desde hace un buen rato escondida detrás de las paredes. Escucharla pensar no es una de las cosas que más me gustan, pero debo admitir que solo así puedo anticipar un buen ataque y conocer los movimientos de mi contrincante que por el momento no tengo ninguno que si llegara a tenerlo estoy segura de que acabaría con él antes de que me pueda dar el primer golpe.
—¿Cuánto tiempo más te quedaras entre las sombras, Alana? —le pregunte mientras girada para salir a un área del jardín que aún no ha sido despejada de la nieve.
—Lo siento —se disculpó— es que eres la segunda mujer que conozco y la única que realmente me cae bien.
Lara. No necesito verla a los ojos para saber que habla de ella. Adalyn creo que tú y yo tendremos una larga charla después de todo. Me debes bastante explicaciones que no tengo ninguna duda de que ser una de las mejores charlas que podré tener con mi madre.
—No me pidas disculpas, Alana, yo también fue niña y tenía demasiado curiosidad por muchas más cosas de las que tú tienes ahora mismo.
—Princesa, Darleen, le puedo hacer una pregunta —se acercó más a mí. Su corazón le late con una gran fuerza.
—Si me dejas de hablar, de ustedes tal vez sí —bromeé—. Pero claro que puedes hacerme tu pregunta Alana.
La pequeña Alana, aún recuerdo cuando mi madre ayudo a su madre de Jaden a tener una bebé, quería a una niña y no sé por qué razón todo el mundo termina acudiendo con la bruja de Adalyn. Pero después de un tiempo los reyes informaron que serían padres de nuevo, esta vez de una princesa, el corazón de Abigail jamás volvió a ser el mismo después de esa noticia la mayoría de los reinos solo tienen puros hijos varones. A excepción de tres o cuatro que tienen princesa y reinas algo bastante extraño, pero algo que a mí en realidad me da bastante igual.
—¿Qué es el amor para ti? —hizo su pregunta después de un par de minutos en silencio. Eso mismo yo me preguntaba por la mañana y sinceramente mi respuesta no le gustara para nada. No es algo bueno que yo responda esa pregunta después de todo yo no siento esa clase de sentimiento.
—Alana —la llame y ella me miro directamente a los ojos— esa pregunta para mí no tiene ningún significado. El amor es un sentimiento que todos tienen dentro de sus corazones, que sienten que es necesario amar a una persona por el resto de su vida, para mí simplemente es un simple sentimiento que no conozco y si alguna vez lo hice fue hace tanto tiempo que no recuerdo ahora como es en realidad.
—¿Entonces no amas a mi hermano? —Jaden, a él lo quiero. Fue la única persona que se atrevió a desafiarme cuando yo me impuse contra mis padres. El decreto de la princesa en ese momento era que solo si pedían mi mano sería capaz de asumir mi puesto como reina y fue un grave error, nunca debí de haber dicho eso ya que al parecer ahora mi karma llegando antes de tiempo.
—Amar es una palabra con mucho poder sobre una persona, el decir que amas a una persona requiere mucho valor y bastante fuerza para sostener esa promesa por toda la eternidad. El sentimiento que yo comparto con Jaden es algo más profundo —es como una verdad a media— pero no es que no le demuestre amor puro, pero lo quiero, Alana.
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Editado: 02.09.2022