→Aclaración: La primera parte está en el primer libro.
La canción del lobo.
Parte 2.
Darleen.
Dentro de la habitación solo nos quedamos Alexia y yo, les pedí a las demás que salieran y qué nos dejaran solas por un rato.
Juro que tenía todas las intenciones del mundo de decirle las razones por la que la necesito a mí lado sin importar todo lo que venga más adelante. Pero el valor se me va de mi cuerpo cuando la miro a los ojos y por más que lo intento no puedo poner tanto peso sobre sus hombros y tampoco la quiero ver sufrir.
No es mi estilo.
No cuando ella es alguien que me importa y por quien soy capaz de matar.
Alexia Baker, la chica que llego a mi vida para ser mi esclava y termino siendo mi mejor amiga, esa persona que ha estado para mí en cualquier clase de momento sin importarle que tan peligroso podría llegar a ser eso.
La chica con la que crecí y con la que describir que la lealtad va mucho más haya de simples palabras habladas tiradas al aire libre como si el peso de ello no ya fuera suficiente. Ella se ha quedado noches enteras en el bosque conmigo, se ha enfrentado a tormentas solo por estar a mí lado sin dudarlo dos veces. Nunca la he visto bajar la mirada ante nadie ni ante sus padres ni siquiera ante mí. Creo que después de todo le he enseñado hacer cosas que posiblemente le servirán en el futuro. Ella tiene un gran futuro prometedor por delante qué espero sepa llevar a cabo al pie de la letra, que sea tan cautelosa como ahora mismo lo es y que tome las decisiones con más riesgo posible sin importarle que en el proceso pueda perderlo todo, pero al mismo tiempo de recuperarlo todo de forma rápida y segura.
Me quede mirando de nuevo a través de la ventana de nuevo. Pero esta vez a cinco pasos lejos de ella para no volverme a aventar como hace un rato. La escuche levantarse del sillón e ir por la carta del reino en donde crecimos. No tuve que mirarla directamente a los ojos para poder leer sus intenciones. Extendí mi mano para que ella dejara la carta sobre la palma de mi mano y regresara al sillón a sentarse.
—¿Crees que sea importante? —pregunto mientras se acomodaba la falda de su vestido.
—Solo usan el ceño con mis iniciales cuando la carta es personal, no cuando las cosas van de mal en peor dentro del reino —le recordé.
Alexia y yo habíamos pasado ya por bastantes cosas en estos últimos años y la única vez que utilicé sus iniciales en una carta fue cuando Laurie me pidió su mano, claro que dije que no por qué esa decisión no me correspondía a mí dársela, pero a veces solemos olvidar la autoridad que ejerce la palabra de una princesa futura reina para la aprobación de un matrimonio. Lo hubiera aprobado en ese momento, la hubiera dejado ser feliz con él, pero entonces que caso hubiera tenido tenerla a mi lado por tantos años si cuando ella tomara el lugar que le correspondía no supiera hacer nada. No le iba a entregar a Alexia, así como así.
—¿Crees que la reina ya se haya enterado de los preparativos de la boda? —aunque quisiera que así fuera el miedo me comenzó a invadir. Puedo sentir las emociones con la que fue escrita la carta y por alguna razón siendo que algo dentro de mí se romperá por completo haciendo que esa mitad de pared que se había reconstruido se derrumbe por completo. O lo que queda de él aun de pie.
—Sí es así no me debe de importar.
—¿Me contaras lo que digas la carta al terminar de leerla?
—Solo si tú me cuentas que tal besa Laurie Beckett, entonces lo pensare cuando la termine, pero antes tendrás que darme algo que valga la pena de contarte —la mire sobre mi hombro regalándole una media sonrisa sincera y sínica.
Ella solo se sonrojó bajando la mirada a no se cosa. Tal vez este jugando con los pliegues de su vestido o yo qué sé.
Me gusta la idea del complejo de tener una amistad con ella en donde los secretos sean parte de nuestra comunicación. Aunque no todos mis secretos se los sabe, existen límites y cosas que se deben guardar para uno mismo, aunque eso haga que el alma te pese más por mirar a la cara a una persona sincera y tener que decirle una gran mentira solo por no querer destruirla.
Al romper el ceño con una de mis uñas, saqué la hoja y mientras la iba desdoblando sentí que el aire a mi alrededor me comenzaba a pesar demasiado. Mis ojos se me comenzaron a llenar de lágrimas al leer: estoy embaraza de Shadow. ¡Vamos a ser padres! Me esperaba tantas cosas menos eso, todas las cosas a mi alrededor me comenzaron a dar tantas vueltas que sentí como el aire me comenzaba a faltar, las palabras se quedaron gradas dentro de mi mente rodando. Todo mi cuerpo comenzó a temblar hasta que mis rodillas se doblaron y me hicieron caer sobre ella, por alguna razón las telas de las capaz del vestido amortiguaron la caída y el sonido fue menos fuerte e impactante.
—¡No! —el grito salió de mi garganta como agua. Me ardió el pecho como si estuviera expulsando fuego de ella. El pecho se me contrajo tanto que podía sentir como mis huesos hacían añicos mis órganos. El grito me desgarro mis cuervas vocales.
Me lleve ambas manos a mi pecho intentando romper la tela, pero fue imposible. De mis ojos comenzaron a brotar lágrimas de dolor y de odiar hacía mí misma.
En cuanto mis ojos se cerraron todos esos recuerdos del pasado regresaron a mí, recuerdos que ni siquiera recordaba a haber olvidado. Jamás me imagine que algo así podría llegar a pasar. Lo esperaba de otras personas, pero jamás de él. Ya me había tenido una vez antes de hacerme olvidar y, tal vez por esa razón me sentía también estando con él, pero ahora por segunda vez me ha dejado ir, y yo tengo de dejarlo ir también por que será el padre del engendro de Abigail. Y eso duele.
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Editado: 02.09.2022