La gema del anochecer.
Darleen
Tal vez fue demasiado tiempo el que pase desmayada, pero llamar la atención de los seres como Rhysand es fácil cuando una capaz de oscuridad se eleva cada que mi poder se eleva más de lo norma, la furia es un punto clave de todo este embrollo. En este caso la persona a la que quería desaparecer si era a Jaden por muchas cosas, pero matarlo sería tener que inventar una buena razón, pero para mí desgracia la razón sería de lo más patética.
Al abrir mis ojos desconocí por completo el lugar, para cuando mis ojos se detuvieron justo al frente a la cama vi sus ojos sobre mí emanando poder.
Me gustaría pensar que por su expresión es por qué he hecho algo bastante malo para llamar tanto su maldita atención después de tantos años sin prestarme atención, si juntamos a la perfección las piezas ellos fueron los que llamaron mi atención al quitarme lo único que podría matarme o relativamente mandarle a dormir, pero eso bueno que nadie lo sabe y únicamente yo tengo ese conocimiento.
—¿El rato te comió la lengua Rhysand? —le pregunte con un tono arrogante de mi parte.
Él no deja de mirarme de una manera que no puedo leer a la perfección, y estoy más que segura de que tampoco creo que me haga falta entenderla.
—Vale creo que ya entendí —esta vez mi voz salió en un tono burlón—, estás ofendido por qué te he humillado frente a tus amigos, ¿es por eso? Si es por eso no puede negar que pensaste con la cabeza caliente antes que con la cabeza fría al intentar hacerme frente.
—¿Te parece algo gracioso? —Su voz es demasiado ronca, es dura, pero únicamente eso me hace poner los ojos en blanco.
—No puedo negar que eres más débil de lo que recordaba —confesé—, pero que dudes de mi identidad me hace pensar que después de todo siempre será el Lord egocéntrico al igual que lo fue tu querido padre quien no vivió lo suficiente como para verte tomar su lugar.
—No hables de mi padre —pidió levantándome la voz.
Me levante de la cama y camine hasta donde él está parado.
Quede justo frente a él, pero Rhysand en ningún momento me miro directamente a mis ojos, pero estaba mirando sobre mí, siempre solía hacerlo cuando éramos pequeños, pero nunca entendí por qué no tuvo el valor de mirarme a los ojos cuando sabe que habla con la verdad. Nunca le he mentido a él y, aunque pudiera hacerlo la verdad saldría de entre mis labios como una canción llenando el vació de la habitación.
—Mírame a los ojos, Rhysand —no le pedí, le exigí que me mirara. Necesito que lo haga.
—¿Qué es lo que quieres encontrar dentro de mí, Darleen? ¿Quién asegurarte de que yo tampoco te intente asesinar como mi padre lo intento cuando éramos niños, ha? No encontraras eso dentro de mis ojos así que deja de intentar ver dentro de mí.
Por un segundo dude si lo que diría a continuación sería buena idea.
Retire la mirada de la suya mordiéndome mi labio interior, regrese mi mirada a Rhysand cuando sentí su cálida mano comenzó a acariciar la mía fría y sin vida, al menos de él puedo sentir como la sangre corre por sus venas, como su corazón late y bombea toda la sangre que aún lo mantiene vivo, mientras que para mis oídos es un martirio ver la vida florecer a mi alrededor y yo estar pudriéndome desde el interior.
—No has cambiado nada, desde que te conozco, sigues siendo la pequeña Leen que no le teme a nada ni siquiera a la oscuridad que vive dentro de su interior —agrego en un tomo meloso.
Su gesto hizo que me sintiera completa de nuevo, pero solo un trozo de esa complejidad no encaja dentro de mí cuerpo.
—No me digas de esa forma, no sabes ni siquiera lo que dices —dije algo incomoda.
—¿Qué te paso, Darleen? ¿Quién te rompió tanto que ahora tú corazón es igual de frío que del de tu madre? —Me intenté aferrar a su gesto, pero tuve que quitar su mano de mi mejilla. No volvería a sufrir por él, ya bastante tengo con que estar lidiando como para agregar una carga más.
—No te corresponde saber absolutamente nada sobre mi vida, Rhysand como a mí tampoco me corresponde preguntarte nada sobre lo que has hecho de tu vida lejos de la vista de los que solíamos conocerte. No es apropiado que un Lord cuestione la moral de una princesa.
—Está bien, tiene razón no es apropiado. Lamento ser tan descuidado con la forma en que te hablo.
—Gracias —susurré antes de alejarme de él de nuevo—. Todos parecen saber cómo debería de hablarme, pero nadie sabe cómo deberían de hacerlo en realidad.
Ambos nos quedamos en silencio un par de minutos.
Tenía tantas preguntas como él, pero al menos yo no quería hacerlas, no quería saber nada de lo que ha estado haciendo en estos últimos años y tampoco si es que se casó o simplemente me dejo ver esa parte de él para alejarme.
Adalyn siempre me decía por las noches que era mucho mejor que me olvidara de Rhysand ya que hombres mejores que él existían y millones que quisieran estar conmigo también, entonces apareció Shadow, pero no lo recordaba hasta el momento en que rompí nuestro lazo, después Aubery y al último Lucían y por supuesto él tenía que ser el único que dejara de respirar porque claramente ocupaba oxigeno que otra persona podría utilizar sin problema.
Me quede observando a través de la ventana como si fuera a pasar algo bastante interesante afuera, la vida no se pasa en un parpadeo y menos a través de la ventana de alguien a quien creías haber enterrado por la eternidad de bajo de la tierra. Estuve perdidamente enamora de él cuando éramos pequeños, vivía y lloraba cada vez que Charlie me decía que no era buena idea de que nos lleváramos tan bien, después de que su padre intentara matarme en repetidas ocasiones Adalyn termino con su vida delante de nosotros dos, dejando bastante claro que bajo nuestro reinado nadie me tocaría ni un solo cabello, claro que eso fue antes de Bain, y después de Abigail, Bain fue exiliado por mí ya que era un maldito cobarde y lo sigue siendo pero aun así él por desgracia él y yo si compartimos la misma sangre y que Aubery me haya pedido su cabeza es porque algo hizo tan idiota como para volverse a meter en la boca del lobo.
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Editado: 02.09.2022