Era otoño, el aire aún tenía calidez y el sol se reflejaba en las hojas doradas de los árboles creando un ambiente único. Parecía que el tiempo estaba suspendido, que el bosque estaba encantado y que el mundo era cobrizo y dorado. Tan dorado como lo ojos de la muchacha que estaba sentada en un viejo tronco.
Kristana Blackdalion , hija de los Señores de Levany, estaba soñando despierta ,cuando tres hombres se le acercaron.
Dos de ellos eran tan rubios como ella pero con ojos grises, el tercero tenía cabello oscuro y ojos dorados.
-¿En qué piensas reina de las hadas? – preguntó este último .Al notar que la joven no les respondía, el mayor de ellos se agachó alarmado junto a la joven.
Kristana tenía una mirada extraña que sólo aquellos muy cercanos a ella reconocían. Era la mirada que tenía cuando le llegaban las visiones. En esos momentos la joven estaba apartada de todos vislumbrando el porvenir, a pesar de estar acostumbrado a ello Connor, que era quien estaba junto a ella, no dejaba de inquietarse por el don de su hija.
Nunca sabía qué tipo de augurios traerían aquellos trances y no podía dejar de temer que dañaran a la sensible joven. Aún tenía grabado en el alma el recuerdo de un día lejano, más de diez años atrás, cuando ella había despertado de su trance desconsolada, "duele" era todo lo que la pequeña había dicho y había llorado tanto en sus brazos que Connor había creído que se le partiría el corazón. Era verdad que después no había vuelto a tener visiones tan terribles , de hecho la última vez, pocos meses atrás, había entrevisto la llegada de una intensa lluvia y su aviso había permitido salvar las cosechas, pero otras veces las visiones no habían sido agradables y Connor odiaba no poder defenderla . Podía luchar contra todo menos contra aquello que no podía ver.
-Krista...-volvió a llamar y vio aliviado como la mirada cambiaba y se enfocaba en él.
-Padre...- dijo la joven percatándose de su presencia.
-¿Estás bien?
-Sí – dijo ella con una sonrisa y su padre intuyó que no le contaría lo que había visto.
En ese momento la joven se levantó y vio a los otros dos . El rubio era su hermano mayor , Sean, y el moreno su tío Kilcoy , los dos le sonrieron , pero no le pasó desapercibido el rastro de preocupación que tenían.
-¿Cómo les fue ? – preguntó la joven alegremente para disipar la tensión.
-Muy bien – dijo Connor y tuvo la sensación de que el aire le volvía al cuerpo – a tu tío Caleb le agradaron mis ideas para mejorar las cosechas de la aldea , así que piensa ponerlas en práctica. Mi padre dijo que nunca había esperado ver el día en que yo diera consejos sobre siembras y cosechas – agregó con diversión.- ¿Cómo ha estado todo por aquí?
-Sin problemas – respondió ella – mamá se ha encargado de que todo marche bien
-Estoy seguro de eso – contestó Conn con un claro matiz de orgullo en la voz.
-Está esperándolos – mencionó Krista.
- Entonces vamos – intervino Kilcoy - , nunca es buena idea hacer esperar a mi hermana.
Los cuatro rieron y Sean se adelantó para pasar un brazo alrededor de su hermana y encaminarse a casa mientras charlaban.
"Casa" era el Castillo de Levany y la aldea. Kristana estaba segura de que no había otro Señorío como aquel, pensaba que tenía que ver con que en el pasado su madre había sido una aldeana más y que su padre había llegado a aquel lugar como esclavo. Estas circunstancias peculiares hacían bastante original la convivencia. El Castillo parecía estar abierto a todo el mundo, de hecho habían pocos lugares que fueran de uso exclusivo de la familia, la cocina estaba invadida todo el tiempo por las mujeres de la aldea y todos lo consideraban su propio hogar . Además la gente acudía continuamente al Castillo en busca de los consejos de Shara y de Connor.
Los niños Blackdalion pasaban más tiempo jugando en la aldea que en los jardines amurallados , sin mencionar con que todos se preocupaban por su bienestar y los cuidaban como a sus propios hijos. Incluso los reprendían como a sus propios hijos, sobretodo a los tres menores que habían sobrepasado con creces la capacidad de hacer travesuras de su padre.
Los ojos dorados relampaguearon al ver a los recién llegados y Shara corrió para lanzarse en brazos de su esposo. No le importó ser una señora adulta para tales demostraciones, después de todo la espontaneidad era parte de su vida desde que él había llegado y también el amor.
-Parece que me ha extrañado mi Señora – dijo Connor risueño devolviéndole el abrazo
-Sólo un poco mi Señor – respondió ella fingiendo indiferencia y , separándose de su abrazo, saludó al mayor de sus hijos y a su hermanito, quienes ya la superaban en altura .
- ¡Papá! – gritó un trío de niños lanzándose sobre el recién llegado. Con la misma habilidad con que había ganado batallas Connor Blackdalion se las arregló para levantar en sus brazos a los tres entusiastas niños.
- ¿Cómo se han portado? – interrogó a los niños pero mirando a su esposa
-Libres de toda culpa – dijo ella con una sonrisa
-Entonces sugiero que entremos a buscar algo de comida...- propuso él mientras rumbeaba hacia su casa seguido de su familia.
Los días en Levany se deslizaron tranquilos ,deshojándose como las hojas del otoño entre trabajo arduo, música y risas.
Lentamente le daban la bienvenida al próximo invierno. "Pronto " murmuró para sí Kristana Blackdalion y su mirada se sumergió en la visión hasta que la presión de la mano de su padre sobre su hombro la trajo de regreso
-¿Qué viste cariño? – preguntó con suavidad
- Dragones...- dijo la chica con un aire soñador
-¡Oh no Krista! – exclamó - Dime que es una broma...pude acostumbrarme a la magia de tus tíos pero no podría con dragones, tal vez antes me hubiese parecido divertido pero ahora...además no quiero imaginarme lo que harían con nuestra cosecha
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Editado: 30.08.2020