Saga El ángel

Capítulo 21: “El Olimpo (segunda parte)”

 

 

 

Castiel

 

Abro mis ojos con el ceño completamente fruncido ante lo que podría estar sucediendo. No deseo morir en las manos de seres como estos, pero dentro de mí estoy listo para dejar este mundo, solo con una condición: que dejen libres a los seres que amo. Eso no me parece demasiado, solo un sacrificio que hay que hacer por los demás. Sin embargo, no lo quiero hacer.

Este es un juego limpio del que tengo que aprender. Sé que será complicado y que veré partir a los que amo, es por eso, que he decidido hacer el sacrificio y morir yo antes que ellos.  ¿Qué es lo que estoy haciendo?, pienso negando.

—¡Déjenme! —Digo tratando de bajar de aquella mesa en la cual me encuentro atado ferozmente—. ¿Por qué heces esto? No te corresponde, Zeus.

—Nop… necesito de tu gracia, Castiel. —Sonríe y roza la punta de un rayo en mi cuello haciendo así que mi gracia abandone mi cuerpo.

Cuando la gracia se desprende de mí, es ahí, cuando siento un gran vacío en mi interior. Nuevamente he caído al vacío, pero no quiero seguir allí, necesito salir y liberarme del encierro.

En ese preciso momento, simplemente caigo en un profundo sueño. Trato de enviarle un pedido de ayuda a Dios, Rubby y, por supuesto, que a Tamara. No sé si pueden sentir u oír mi mensaje de ayuda, pero quiero comunicarme antes de que sea demasiado tarde.

—Castiel me Font a Dio us emroci… —Digo enviando así el lugar en el que me encuentro.

Intento hacer todo lo posible para seguir luchando, no puedo morir tan fácilmente. No me puedo dar por vencido. Soy un ángel del Señor y darme por vencido no está en mi sistema.

—¡Ya cállate! —Dice aquel dios supremo clavando una gran cantidad de rayos en todo mi cuerpo.

La lluvia de rayos no es lo más doloroso del mundo, pero puede considerarse un poco más que varias cosas que me han sucedido anteriormente. Deseo que las cosas cambien para mejorar, pero no creo que eso suceda.

La venganza es algo que tarda siglos en funcionar y ahora que lo veo, puedo darme cuenta de muchas cosas que están mal. Creo que ya no hay mucho que hacer, pero espero que todo mejore en algún momento.

—¡Me Font a Dio us emorci! —Exclamo en un grito de socorro.

Aún tengo un poco de mi gracia, así que abro mis ojos con rapidez y quemo los ojos de aquel dios sin dudarlo en ningún momento. Es eso o algo mucho peor.

Ninguno de los dos quiere morir, aunque puede que los dos caigamos en lo más profundo de nuestros corazones. O al menos, yo sé que tengo un corazón que reclama seguir luchando y seguir con vida.

—¡No! —Exclama al caer al suelo, se clava los dedos en los ojos para de ese modo quitarlos con facilidad.

¿Arrancarse los ojos? ¿Qué clase de ser funciona de ese modo? Mejor no lo quiero ni saber, lo único que sale de mi interior es intriga ante las situaciones que comienzan a presentarse en mi vida.

Luego de un par de horas más tarde, este dios se ve adolorido y casi sin fuerza alguna, cierra sus ojos y al abrirlos rápido nuevamente ya posee ojos mejorados y en perfectas condiciones para continuar con su vida.

Esto no es como me había imaginado los hechos. Tengo ganas de que alguien venga por mí o lograr salir por mis propios medios, ¿es mucho pedir ser un ángel libre? A quién engaño, al final de cuestas nunca podría ser libre, ya que tengo un destino y una obligación con mi padre. Sé que he hecho las cosas mal, pero Dios sigue siendo mi creador y parte de mi familia. Espero que eso sea lo importante para liberarme de un trágico destino.

Muchos pensaran en el libre albedrío, pero los ángeles y otras criaturas no lo poseemos. Los únicos seres que lo poseen son los mundanos.

—Cállate, Castiel, y ya no vuelvas a hacer eso. —Dice mirándome fijamente a los ojos, espero que alguien haya oído mis suplicas o moriré aquí.

Espero horas y horas, pero nada sucede y eso me duele mucho más.

Dios, por favor… sé que no soy el mejor, que no lo merezco y que debería morir aquí y ahora… pero no dejes que eso suceda, padre…

Pienso mirando hacia un estante donde hay miles de libros sobre cosas que nunca antes había oído o leído en mi larga vida.

Siento que he sido abandonado por mi padre, siento que ya no soy digno.

—¿Puedo? —Pregunto señalando los libros de aquel estante.

Él simplemente asiente con la cabeza tan solo una vez, sus ojos se encuentran sobre mí.

Comienzo a caminar hacia dicho lugar y tomo unos libros que están sobre los príncipes del Infierno, decido leer cada una de las páginas. Todo lo que estoy leyendo me da fuerza para seguir adelante.

Leo un par de libros donde dice que solo la sangre de un híbrido podría acabar con estos sujetos, son muy fuertes. La sangre deja incapaz a sus víctimas en un par de segundos. Los príncipes del Infierno solo salen de noche y buscan un espíritu de Nefilim, un nefilim, el más fuerte de todos los hijos de Lucifer… el primero.

Veo luego de leer las siguientes páginas sobre el anticristo, una mujer llamada “El tigre azul” eso me hace recordar a Jenna, así que decido que lo mejor será guardar dicha información dentro de mi cerebro, información que más tarde sería utilizada para hacer algo bueno por la humanidad.

Espero lograr algo bueno por las creaciones de mi padre, pero no quiero hacer un sacrificio mayor. No puedo perder a los que amo por un centenar de mundanos que no saben que existo, ¿o sí? ¿Tengo que sacrificar mi vida por un bien mayor? ¿Y si no funciona y hago todo mal?

Tengo que despertar de este tormento y darme cuenta de que todo es real.

 



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En el texto hay: angeles y magia, dios, oscuridad y luz

Editado: 24.05.2021

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