Saga Elemental I: El Legado

Stella

 

Acuclillada detrás de un gran trozo que alguna vez formó parte del muro protector del Instituto, y que ahora solo era un gran trozo de piedra y cemento, observaba la escena que ocurría a varios metros de distancia: Richard y doce bestias más, tenían rodeados a Sofía, Elizabeth, Lucía y Jonathan.

—No te asustes, pero una de las bestias nos ha escuchado —dijo Eric, en el momento en que volteaba la cabeza para ver—. A tu izquierda, no te muevas.

La bestia había roto la formación y se acercaba a paso lento hacia nuestro escondite, su pesada respiración y su mirada indecisa mientras se acercaba indicaba que tenía miedo… pero ¿acaso podía sentir a las Sp escondidas detrás de los árboles y trozos del muro? Estuve completamente segura de ello cuando, desde la distancia, Richard giró bruscamente la cabeza hacia nosotros y nos lanzó una mirada de desprecio y duda.

Lo que sucedió a continuación no lo olvidaré jamás... el circulo de bestias que rodeaban a Sofía, Elizabeth, Jonathan y Lucía se fue cerrando cada vez más, como si intentaran destrozarlos.

— ¡Ahora! —gritó Eric, y la mitad de los Sp se adelantaron, corriendo a toda velocidad.

Respiré hondo… era mi turno… por la memoria de todos los que murieron en manos de la Corporación Orión, por mi abuela…

— ¡Muévete Stella! —rugió Eric junto a mí, pero yo ya estaba lejos, encerrada dentro de mi cuerpo, prisionera de un miedo que no podía controlar.

A lo lejos el resto de las Sp, ya se habían unido a la batalla contra las bestias negras. Incluso el resto del Legado se había recuperado del shock anterior, y ahora se estaban defendiendo, utilizando la poca energía que aún les quedaba, todos excepto Sofía que había perdido su botella hacía tiempo. Yo era la única que me había quedado helada, y no solo del miedo por la masacre que estaba sucediendo ante mis ojos, sino porque estaba indecisa de mí, de mi poder, de que no pueda ser capaz de defenderme llegado el momento.

Cuando me di cuenta, ya estaba corriendo hacia el bosque nuevamente, oyendo los gritos de Erick, llamándome. Era inútil, lo admito, pero no era por eso que estaba corriendo, sino, porque necesitaba llegar a un lugar y encontrar algo ¿pero qué era tan importante, como para hacerme alejar de esa manera de la batalla? ¿Adónde me llevaba mi corazón?

Apenas si pude sentir el arañazo de una rama baja en mi mejilla y luego… estaba cayendo al precipicio más oscuro y profundo que había visto. Mis brazos extendidos al aire como queriendo agarrarse por algo, y mis piernas pataleando desesperadamente. Mi cuerpo dando vueltas, haciéndome sentir pequeña… hasta que lo último que vi, antes de que impactara contra la oscuridad, fueron los ojos de mi madre.

Un dolor profundo se adueñó de mí, cuando se rompió el muro interno que me impedía utilizar del todo mis poderes. Y en lugar de morir, resistí. Y entonces crecí así como mis poderes, me sentí fuerte y capaz de todo… al fin sentía esa paz que tanto había buscado y que había fracaso innumerables veces.

Me estiré como un gato al despertarse, y mis dedos rozaron un material frío. Abrí mis ojos maravillándome de las cosas que veía —que aunque parecieran muchas rocas en el fondo de un precipicio, yo las veía diferente, era como ver el mismo mundo, pero desde otro punto de vista—. Junto a mí un objeto extraño se hallaba, era un cilindro plateado (de unos quince centímetros aproximadamente). Lo destapé y en su interior descansaba un pergamino, que al desenrollarlo, pude distinguir lo siguiente: Ridder, Jason y Liliana “El Liderato y la caída más alta”

Subí a toda prisa hasta la cima del precipicio, sin apenas utilizar todas mis fuerzas, pues mi habilidad con la tierra estaba al tope. Escondí el cilindro en el hueco de un árbol y me apresuré hacia el Instituto, en el momento justo para ver cómo las bestias negras se habían duplicado en cantidad y estaban por tener la victoria sobre las Sp y los chicos.

Extendí mis brazos al aire, como si estuviera a punto de dar un gran abrazo y me dejé llevar por la extraña sensación que sentía, mientras veía cómo el suelo frente a mí se rajaba formando grandes grietas que tragaban a las bestias negras, y seguían extendiéndose cual raíces hasta el Instituto, haciendo que la edificación temblara al partirse y hundirse, para luego quedar algunos grandes pedazos distribuidos de forma tal, que al mirarlos, se asemejaban a unas antiguas ruinas.

Al disiparse gran parte del polvo de tierra y piedra, vislumbré desde la distancia, la figura de Richard que me contemplaba con asombro por haber despertado mis poderes sin haberme destrozado en el intento, y con enfado por haber destruido el Instituto.



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En el texto hay: suspenso, poderes, acción

Editado: 17.07.2022

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