NO IMPORTA LO QUE HACEMOS, LO QUE IMPORTA...
Panther miró la llamada perdida de su móvil, suspiró exasperado, ¿Cuantas jodidas veces tenia que decírselo? Al parecer Burt no quería darse por vencido. En ese caso tendría que demostrarle que no iba a cambiar de opinión acerca de toda esa mierda.
Recargó los codos sobre la superficie del escritorio y ocultó su rostro en sus manos, a pesar de su negativa por volver a pasar por aquella situación imposible de sostener todavía algo dentro de sí mismo le pedía volver a encontrarse con él. No había sido fácil para él alejar a Burt de su vida, tampoco era fácil olvidar los momentos cuando pasaban esas horas que, a pesar de intentar convencerse que no eran más que momentos de satisfacción a sus necesidades se llenaban de algo que lo atemorizaba.
La primera vez que lo conoció fue durante una de las tantas recaudaciones que su padre siempre les obligaba a asistir. Era parte del séquito del senador Mckenna Su atractivo llamó su atención, sus ojos jamás habían perdido ningún detalle cuando un hombre atractivo estaba en la mira. Había pasado la mitad de su vida intentando convencerse a sí mismo de que no estaba mal ser como era, después de todo había algo de gracioso de que el gran Frank King, el hombre hetero por excelencia tuviera entre a sus hijos a un maricón y no al gran macho mujeriego que siempre había sido parte del orgullo de su padre. Que venia en la sangre de un King, como siempre decía.
Muchas veces lo había escuchado hablar de las mujeres que pasaron por su vida. Todas ellas hermosas e inteligentes. Era como si intentara que sus hijos siguieran sus pasos. Sin embargo cada uno de sus medios hermanos tenia ideas muy diferentes acerca de lo que significaba ser un King y estar bajo el yugo de ese apellido maldito.
Él, por ejemplo buscaba la manera de mantenerse fuera del foco público a pesar de su relación con Fredika, la súper modelo mejor pagada en los últimos años. La relación entre los dos era más bien como la de un protector, al que no le gustaba la manera en que manejaban su vida, mucho menos la forma en que Patrick intentaba llevarla para convertirla en una de esas celebridades famosas por sus escándalos. Aguantaba las ganas de destrozarlo con sus propias manos cuando, al abrir alguna de esas revistas de chismes o el periódico, incluso las noticias en linea aparecía alguna fotografía de Fredika en situaciones verdaderamente penosas o comprometidas; sabia muy bien que su maldito representante había sido el culpable de aquellas terribles notas.
Desde aquel día, cuando ambos coincidieron en una fiesta y la miró completamente borracha en medio de la pista intentando en vano bailar, siendo el bufón de los que ahí se encontraban, no pudo evitar sacarla de entre las personas ahí reunidas y llevársela al baño. Le ayudó a recomponerse un poco, ella lo miró con sus fríos ojos azules entrecerrados, lo primero que le dijo fue lo hermoso que era, Panther sonrió divertido.
- No tan hermoso como tú - replicó levantando un mechón platinado -, eres una mujer tan hermosa, que pareces casi un ángel...
- No soy un ángel - movió la cabeza aventándola hacia abajo como si le pesara demasiado -, estoy muy lejos de serlo.
- Los ángeles nunca han sido perfectos - pasó una toalla húmeda por su blanca piel aterciopelada -. Cada uno de ellos carga con su propio pecado. Siempre hay una manera de esconderlos.
- ¿Cuántos pecados escondes ángel oscuro de ojos azules?
Panther rió moviendo la cabeza levantando su rostro sujetándola por la barbilla. Paseó sus ojos por la belleza de sus rasgos y acarició con su mano libre su mejilla.
- Quizá más de los que tienes tú, muchos más...
Fredika sonrió, su rostro en esos momentos pareció rejuvenecer y mostrar ante él la verdadera persona detrás de la famosa modelo. Fue como si encontrara en ella a una alma gemela, esa que se escondía como el en algo que no era y que se ocultaba tras la fachada de su propio cuerpo, encerrándose para ser lo que otros podían manipular, sólo que la única cosa que podía manipularle a él no era nadie físico, era algo más que llevaba en la espalda como una carga que no podía soltar.
Desde aquel día Fredika se convirtió en alguien a quien salvar y ella para él en su salvación.
Hacia meses que buscaba la manera de apartarla de ese maldito hijo de puta. Patrick estaba acabando con ella, así que se había acercado a ella cada vez más y no le importaba que la prensa lo reconociera como el novio incondicional de la famosa modelo, incluso sus hermanos a los que les molestaba que estuviera con ella.
Entonces apareció Burt y su vida había cambiado de una manera que ni siquiera él podría haberlo imaginado. Algo en ese hombre lo hizo querer que todo fuera diferente, incluso su misma vida de reclusión como si estuviera culpándose de ser quien era, de ser un King.
Los King nunca se enamoran, y si lo hacían todo se convertía en un desastre. Al final siempre salia la herencia familiar y todo ser iba a la mierda.
Con un suspiro se levantó de su sillón y buscó la carpeta con la obra nueva y se levantó. Ese día no tenia planes para salir pero no quería quedarse encerrado, quizá después de la inspección podría ir a algún bar y sacar su mierda con algunas cervezas.
*
Mandy miró al hombre dormido a su lado. Cubrió sus senos con las sabanas blancas y bajó las largas piernas bronceadas de la cama; una nudo de dolor se atoró en su garganta, ¡Lo había hecho otra vez! Inclinó su esbelto torso y recargó sus codos en las piernas cubriendo su rostro con el maquillaje hecho un completo desastre. Nunca desde que empezaron aquella relación abierta, que en su momento fue aceptada por ella, Ryder le había tomado de esa manera. Todo había sido tan... ¿Violento, impetuoso, casi doloroso? Doloroso habían sido, pero sólo para ella y no por la manera en que fue usada por él, sino porque ella estaba cayendo en el encanto de él. Se estaba enamorando de Ryder King.