LO QUE IMPORTA ES PORQUE LO HACEMOS.
Lena llegó como siempre a la oficina, esta vez había decidido dejar suelto su cabello y sólo lo había recogido con unas horquillas manteniéndolo fuera de su rostro. Llevaba uno de sus tantas blusas de suave tejido en color blanco y una falda similar a las que usaba del diario, sólo que esta tenia una abertura a un lado decorada al inicio con un botón grande de un tono más oscuro al gris de la falda.
La noche anterior, ya casi cuando iba a entrar a la cama recibió un mensaje de Panther King para recordarle la cita que tenían al terminar el horario de trabajo. Lena lo leyó y su nerviosa curiosidad la mantuvo despierta por un largo rato. No sabia como debía comportarse con jóvenes, sabia que no podían ser diferentes a los que encontraba en la calle y que estudiaba curiosa su comportamiento. Cualquiera podía pasar y mirarla prestando demasiada atención y pensar en lo extraña que era, pero para ella no había otra manera de entender lo que nunca había vivido por esforzarse en ser la mejor bailarina y que su padre se sintiera orgulloso.
Acomodó la pequeña maleta en el rincón. Llevaba uno de sus vestidos para mostrárselos y así, quizá pudiera romper con el nerviosismo, tanto de ella como el de los jóvenes que iban a el estudio de baile de Panther King.
Recogió las notas de las nuevas citas recién entregadas por la recepcionista. Su jefe había llegado temprano,sólo esperaba que no estuviera acompañado. Arregló la agenda para el día y buscó la grabadora antes de ir a tocar la puerta del director general de Construcciones King.
- Pasé.
La orden sonó como un gruñido. Lena abrió la puerta y entró manteniendo la calma. Se acercó a el escritorio de Ryder King y le tendió la tableta.
- Las citas están listas, si quiere que haga algún cambio...
Los ojos bicolor de Ryder la miraron. Las cejas rubias se elevaron un poco antes de volver a su lugar habitual. La observó apenas antes de tomar la tableta y continuar revisando las facturas que se mantenían en montones sobre el escritorio.
- Ya la revisaré - dijo sin volverla a mirar -, por ahora busque los presupuestos de las dos ultimas obras, la de Jones y la de Rivers. Hay que incluir las facturas.
- Si señor
Lena dio media vuelta y fue hasta la puerta. Ryder apartó la mirada de los papeles frente a él y barrió con sus ojos la figura femenina. Nuevamente los recuerdos empezaron a hacer mella en él. Le estaba siendo imposible imaginar a Lena al lado de su hermano, ni siquiera quería pensar en aquel otro hombre que tomó sus manos en aquel restaurante. Frunció el ceño, ¿Qué demonios seguía pasando con él? Lena era sólo su secretaria, lo había sido por dos años sin ningún problema, todo se había revuelto el viernes hacia una semana cuando la miró bailar como un ángel, etérea, completamente envuelta en su papel.
O quizá fue antes, en la oficina cuando se dedicó a estudiarla por primera vez, cuando algo en ella empezó a llamar su atención. Tal vez sus ropas, su peinado serio y formal, su profesionalismo. Lo único que sabia ahora mismo era que su mundo estaba patas arriba, que algo en él había cambiado y que estaba actuando de una manera que era desconocida para él.
Ese día era viernes, el día en que su hermano saldría con ella. Una punzada recorrió su pecho hasta llegar a su estómago y convertirse en un dolor que buscaba la manera de salir, el mismo sentimiento que lo obligaba a buscar como deshacerse de él. Arrojó la fractura que sostenía en su mano sin prestarle atención., deseaba desahogarse de alguna manera. Se recargó en el respaldo de su silla y suspiró profundamente. Miró los antiguos planos del edificio enmarcados y protegidos con cristal, en ese momento el orgullo de su padre o la emoción de haber sido él quien lo descubrió bajo un montón de escombros no era lo que sentía, al contrario, sus ojos sólo veían lineas gruesas y burdas, letras en español describiendo cada estancia, cada habitación. Números y medidas.
- ¡Mierda!
Lena levantó la cabeza al escuchar a su jefe. La primera cita de la mañana había llegado precisamente en ese momento, la joven lo miró sonrojada y completamente apenada.
- ¡Vaya, su jefe está de muy mal humor! - comentó el hombre divertido.
- Lo siento.
- No se disculpe, quizá empieza a ir un poco mal el día - rió -, a veces a mi me ha pasado, aunque teniendo una secretaria tan atractiva como usted...
- Buenos días Tyler - la voz masculina surgiendo de la puerta de dirección les hizo girar sus cabeza para verlo -, ¿Coqueteando con mi secretaria?
- Nos has descubierto Ryder - una carcajada salió del hombre mayor -, me arriesgué para ver si alguna vez esta bella joven se apiade de mí y decida algún día abandonarte para integrarla a mi plantilla.
- No sé - Ryder miró a su aborchonada empleada -, quizá si te esfuerzas un poco más ella dejé de hacerse la difícil. Puede que encuentres que es más fácil de lo que imaginas...
Tyler dejó de sonreír por completo ante lo sardónico de su comentario. Aclaró su garganta incómodo y siguió a el joven director al interior de su oficina sin mirar a la joven ahora mucho más sonrojada que antes.
Lena miró la pantalla brillante del ordenador, ¡Todo se estaba volviendo insostenible!,¿Qué estaba pasando con él? Buscaba la manera de encontrar la verdadera razón del repentino cambio en Ryder King, aunque tenia la idea de que todo empezó desde que descubrió quien era ella exactamente, pero el que ella fuera o hubiese sido Yelena Kuztnakova, la revelación del milenio en el mundo del ballet, como así la habían llamado en la prensa especializada en las bellas artes no había interferido con su trabajo, que se tomaba muy en serio como todo lo que hacia.
Los días anteriores fueron una verdadera tortura. Su trabajo había sido cuestionado, errores que no estaban ahí, algunas veces puntos y comas que no eran necesarios. Nunca había sentido un cansancio igual durante los dos años trabajando ahí. Aguantó sus malos tratos consciente de que tal vez sólo eran parte de su enojo y que quizá al final de la semana serian olvidados, pero se daba cuenta de que aún no desaparecía su malestar.