Saga King's

CAPITULO 26

NO HAY UNA SALIDA FÁCIL.

(Panther)

Sus pies se movieron a grandes zancadas. El periódico que sostenía fue arrugado cuando apretó su mano con toda la furia que lo carcomía por dentro. ¿Qué demonios estaba pensando ese hijo de perra? ¿Cómo había pasado? Estaba seguro que habría terribles repercusiones después de que ese articulo fuera leído por la gente de Texas y de todo el maldito país. Gruñó, no le sorprendería que hubiera hasta imágenes en la red.

¿Cómo había dejado que le hicieran eso? Nunca había confiado en ese hijo de puta con esas sonrisas enloquecedoras, especialmente hechas para meter a su bolsillo a ese maldito idiota. El liquido caliente y oscuro cayó en la manga de su camisa azul de algodón cuando sin darse cuenta de que su mano apretujaba el vaso de café. Lo arrojó al primer bote de basura que vio antes de entrar al edificio de Construcciones King jalando con fuerza la puerta.

Esta vez no saludó a nadie paso de largo y sin ver el jardín fue hasta las escaleras subiéndolas de tres en tres buscando calmar la furia que crecía a medida que pasaban los minutos.

Al llegar al final estaba Samara mordiéndose un labio parada frente a la puerta de la subdirección.

- ¿Ya te has enterado? - aunque sus palabras fueron una pregunta que era casi una afirmación y la corroboró en el momento en que Panther arrojó el periódico a sus pies y la miró con esa rabia inmensa en sus ojos azules.

- ¡No es más que un estúpido! - Exclamó a gran voz llamando la atención del poco personal que estaba en las instalaciones.

- Tomalo con calma Panther - tocó su brazo intentando tranquilizarlo -. No puedes hacer nada por lo que esta pasando.

- ¡Joder Sam! - bajó la cabeza buscando nervioso las llaves de la puerta en los bolsillos de sus pantalones -, ¡No puedo creer que haya sido un idiota! ¿Te das cuenta de lo que se ha desatado?

- Si, me doy cuenta, pero no debes ponerte así - bajó la voz buscando la manera de calmarlo -. Él ha cometido un error muy grave y tiene que lidiar con las consecuencias.

- ¡Joder!

Sus manos temblaban tanto que por más que intentó introducirlas a la cerradura le fue imposible. Samara se las quitó y ella abrió la puerta. Panther entró sin esperar que ella lo hiciera primero, fue hasta una de las ventanas y la abrió dejando que la brisa cálida de la mañana entrara, ¡Demonios necesitaba respirar! Aspiró profundamente y pasó una mano por su rostro tenso y alterado.

- ¿Le has llamado?

- No - respondió con un suspiro -, pueden estar intervenidos sus teléfonos, no quiero ...

-¡Por Dios Panther estas siendo paranoico! - lo miró exasperada -, que le llames a un amigo no tiene nada de extraño.

- Después de lo que pasó...

- ¡Oh mierda! - levantó la voz enojada -, ¡Ustedes los King son en verdad desesperantes!

Soltó un bufido y fue hasta la puerta harta de tener que lidiar con sus malditos problemas.

Se volvió antes de salir.

- Cada uno de ustedes esta buscando su propia desgracia - dijo con un dejo de amargura -, la vida querido Panther es muy corta y cuando menos te des cuenta te vas a arrepentir de las cosas que pudiste haber hecho - apretó los labios aguantando un sollozo traicionero -. Apoya a ese hombre, en este momento esta más solo que nunca.

(Burt)

El agua no hacia nada por limpiar lo sucio que se sentía. Talló con fuerza sus brazos hasta que se pusieron rojos y le ardieron bajó el agua caliente. Una lágrima cayó por su mejilla seguida de otra y otra hasta que le fue imposible ahogar un sollozo dando unos pasos hacia atrás para recargar su cuerpo en el azulejo de la ducha y deslizarse como las gotas que corrían por el azul intenso de la pared de su baño.

Dobló las piernas y las rodeó con sus brazos antes de hundir su rostro llorando por la más grande humillación de toda su vida. ¡Mierda debió darse cuenta! ¡Debió saber que ese maldito de Robby le haría una de sus cochinas jugadas! ¡Debió dejar de jugar con fuego y darse cuanta que nada de lo que hiciera haría que Panther volviera a su vida!

Sollozó angustiado y su cuerpo tembló por la intensidad del desgarró de su cuerpo estremecido. ¡Maldición! ¡Era un patético idiota! No merecía estar vivo, no era más que el hijo descarriado de un exitoso senador de los estados unidos y hombre de negocios; un maldito inutil que sólo tomaba lo que su padre le daba y hacia lo que él quería a sabiendas que sólo lo hacia para tenerlo a su lado para vigilarlo y que no hiciera algo que arruinara, sobre todo a su carrera política. Incluso el modo en que su advertencia guardó una amenaza vedada acerca de la nueva relación "amistosa" que empezó con Robby.

Sabia muy bien que su padre lo trataba como una marioneta y él lo dejaba porque era lo más sencillo que pelear por sus propios ideales con su padre. Se convirtió en lo que su padre quería frente a la gente y a cambio recibía un lugar privilegiado en los negocios de su padre buscando por todos los medios convertirse en el perfecto sucesor del apellido Mckenna.

Sin embargo no era el hombre que su padre o incluso él había deseado. Era gay, lo sabía desde que era un niño, hizo el intento de ocultarlo hasta que su padre lo descubrió con su primer amante, un maestro de aquel exclusivo colegio, problema del que se hizo cargo. Desde ese momento su padre tuvo poder sobre él y sus amenazas lo convirtieron en lo que ahora era, un hombre lleno de miedos e inseguridades.

¡Eso era él! ¡Un maldito maricón de mierda lleno de temores que le impedían luchar por ser él mismo y ser una marioneta como todos los demás que buscaban complacer a su exitoso padre! ¡Un maldito maricón de mierda...un maldito marica que su padre atemorizaba con darle la espalda y dejar de darle su apoyo si alguna vez se atrevía a mostrarle a la gente quien era realmente.

Era más fácil para el gran Harrison Mckenna cambiar la pagina y hacer como si su único hijo fuera el hijo único y perfecto mostrando ante los demás la imagen de una decente y privilegiada familia. Una familia que escondía su mierda bajo las finas alfombras orientales mientras sonreían fingiendo que los olores que salían de allá abajo eran el más fino perfume... No había nada que los detuviera para mostrarle a la gente que eran un ejemplo de la perfecta familia americana.




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