VERDADES INESPERADAS.
La habitación se fue llenando se sombras. Él estaba sentado a la orilla de la cama mirando sus pies desnudos. No quería romper más todo lo que amaba, era lo mejor. Ahí estaba mejor, si era lo mejor para todos.
Después de aquella noche tomó una decisión muy importante para su futuro y esperaba que los involucrados pudieran entenderle. Al principio después de soltar aquella bomba en frente a ellos fue todo menos una reivindicación de sus propios pecados y sentimientos.
No había sido su intención revelar un secreto que lo había mantenido fuertemente guardado y que ante el paso de los años se había convertido en un recordatorio de lo que alguna vez fue y no de lo que se había convertido.
Tanto Burt como Ryder se quedaron en silencio, tal vez el shock había sido demasiado para ellos, así que optó por huir a la habitación pasando al lado de Burt en busca de su ropa para largarse de ahí.
- ¡No puedes irte después de lo que has dicho! - Ryder lo tomó del brazo deteniéndole al querer pasar a su lado -, será mejor que hablemos acerca de todo esto Panther.
- ¿Qué quieres más saber? - Inquirió cansado evitando su mirada -, ¿Quieres saber si todavía sigo enamorado de ti? No, no lo estoy; me convencí de que todo era una locura, que eras mi hermano, que nunca podrías sentir nada por mí que no fuera un cariño de hermanos. No voy a negarte que me costó trabajo, pero lo logré. Con el paso del tiempo pude entender muchas cosas, así que ni tú, ni Burt deben preocuparse de toda esta mierda. Aún sigo siendo el mismo que han conocido por años.
- En estos momentos no creo que te conozca bien. -. Musitó casi ausente. Podía sentir sus ojos fijos en él junto con la confusión en sus palabras -. No eres el Panther King que yo...
Panther viró la cabeza hacia la voz a su espalda. Permaneció en silencio mirando a Burt que pasaba insistente las manos por su cabeza, bajó la mirada evitándole y por alguna extraña razón sintió un fuerte dolor en su pecho. ¿Habría creído por un sólo segundo que Burt lo aceptaría después de conocer sus terribles pecados? Quizá una pizca de esperanza podría haber abierto su corazón ante la posibilidad de que el amor que decía sentir por él fuera suficiente para que no le juzgara.
Movió la cabeza y apartó a Ryder de su camino y salió sin mirar atrás. Estaba dejando a dos de las personas que más amaba en el mundo. A Ry como su hermano, compañero de infinitas aventuras buenas y malas y a Burt el único hombre en el mundo que había logrado enseñarle que tenia todavía un enorme posibilidad de amar, de reivindicarse y olvidar sus pecados del pasado.
No pudo mirarlo a los ojos. Se sentía avergonzado. Estaba claro que lo había desilusionado y no tenia manera de disculparse.
Quizá por esa razón estaba ahí, fuera de su camino y del de toda su familia que había llenado su buzón intentando localizarle. Cuando llegó a ese lugar después de vagar por días en su auto decidió apagarlo y enfrentarse a todo el equipaje que cargaba para así poder ser el hombre que merecía ser.
No estaba seguro de que después de su huida todo fuera igual, tal vez por su decisión perdiera todo lo que había ganado en todos esos años, pero tenia fe que valdría la pena. ¿Qué podía perder que no hubiera perdido ya?
Lanzó un suspiro y se recostó en la angosta cama, no se tomó la molestia de tomar una de las mantas y envolverse en ella, dobló sus piernas acercándolas a su pecho y las rodeó con sus brazos hundiendo su rostro en la suave tela de su pantalón deportivo.
Así se quedó dormido. Su exhausto cuerpo se rindió a los sonido de la noche en ese apartado lugar del que podía decirse que estaba en algún lugar de Texas.
*
ALGUNOS DÍAS MÁS TARDE...
La lluvia caía torrencial tras los enormes ventanales de la cabaña de madera rústica, podía ver la corteza húmeda querer desprenderse de el tronco, alargó una mano y con el dedo apenas toco el rugoso material.
- ¿Cómo te has sentido estos días?
La voz femenina a su espalda lo hizo sobresaltar, movió apenas su cabeza mostrándole su perfil a esa bella mujer de cabello caoba sujeto en una coleta.
Le mostró una sonrisa amistosa, la misma sonrisa que siempre enseñaba a las personas con quienes tenia tratos fuera del trabajo, ya fuera en el estudio de baile o en alguno de los sitios que frecuentaba cuando iba a ayudar a esos jóvenes de bajos recursos. La misma sonrisa que le mostraba al mundo, con la que podía mantener alejadas a las personas para que no se acercaran demasiado.
- El lugar es increíble - respondió buscando la manera de dar una respuesta acertada -, aquí cualquiera se siente mucho mejor que cuando llega, en medio de toda la naturaleza.
- Esa es la idea Panther - asintió ella mirándolo inquisitiva -, como también la idea de que los que llegan aquí logren sanar tanto de su mente como de su cuerpo. Ya sabes "mente sana en cuerpo sano".
- Han hecho un buen trabajo - asintió regresando sus increíble ojos azules hacia la lluvia que no mostraba signo de aminorar.
- ¿Extrañas tus caminata de la tarde?
- Es difícil que mi cuerpo se adapte a quedarse dentro mientras allá fuera todo se llena de barro y agua.
- Bueno, la mente es relajada, no tiene problemas con un poco de lluvia - rió la pelirroja parándose a su lado -, sólo necesitas hacerla comprender que los caminos seguirán ahí apenas terminé la tormenta.
- ¿Crees que estarán igual? - Inquirió adquiriendo otro tono en su voz -, podría haber caído un árbol en medio del camino y poner un nuevo obstáculo en mi camino, o quizá el río se desborde y se pierda todo rastro de este...
- Podría ser - asintió la doctora Jackie Sánchez cruzando los brazos sobre su pecho -, en ese caso tendrías el poder de construir otro camino que pudiera llevarte a donde quieres ir.
Panther no dijo nada, mantuvo sus ojos en el paisaje gris. Era increíble que la lluvia pudiera quitar el color del campo bajo la luz del sol al atardecer; esa era la hora que más le gustaba para salir y perderse en el tranquilo bosque que rodeaba aquel complejo. Sabia lo que estaba pasando. La doctora Sánchez aprovechaba cada momento que podía para hacer su trabajo, ya que él siempre se negaba a hablar de más. En las consultas siempre procuraba hablar sobre lo que le había llevado a encerrarse en esa casa de descanso.