EN UN CAFÉ...
Ryder se sentía molesto por lo que había pasado en la clínica. No terminarían por completo sus días y noches preocupado de que algo podría haberle pasado al no saber nada de él después de salir del departamento de Burt Mckenna. Esos días buscó la manera de entender todo lo que estaba descubriendo de su hermano. Sus secretos, sus preferencias, el hecho de que le hubiera ocultado cosas importantes después de tantos años en los que estuvieron muy unidos.
Quería entender el motivo que lo había llevado a creer que se sintió atraído a él siendo un niño de su misma edad, quería saber que había tras esa idea completamente fuera de lugar para un niño. Bajó la mirada hacia su regazo, sus ojos se posaron en el reloj sencillo aunque nada barato que se asomaba de su moderna chaqueta. No estaba seguro del porque se decidió confesarse frente a Burt Mckenna su, ahora pareja. Ambos se mostraron más que sorprendidos y confundidos ante sus palabras y cuando él se fue, ninguno de los dos se atrevió a mirarse a la cara.
Ryder pasó una mano por su cabello cada vez más alborotado. Los nervios y la incertidumbre revolvía su estómago cada vez más a tal grado que empezaba a sentir un ardor que bajaba y subía por su pecho hasta su estómago.
Todo era una mierda de caos. Habían pasado muchas cosas que se juntaron a su alrededor a punto de impedirle respirar. En ocasiones la sintió tan grande que le estaba impidiendo mirar más allá de los entresijos en los que se estaba convirtiendo su vida.
Lo que ahora estaba ocupando la mayor parte e su mente era la confesión de su hermano. No había impacto más grande ahora mismo.
Si no hubiera escuchado de su propia voz que alguna vez estuvo enamorado de él, nunca hubiera creído aquella tontería; fue un impacto, si. Definitivamente lo dejó impactado, mientras por su cabeza pasaban recuerdos de los que se negaba a regresar al presente. Uno de ellos era la muerte de su madre de la que siempre culparía a su padre.
Definitivamente su padre, ese hombre insensible que después de sólo unos meses de la muerte de su madre se presentó con Erin y Panther en la puerta de la casa en donde su madre siempre fue la reina y señora. Escondido en un rincón de las escaleras, agazapado esperando que nadie le descubriera fue testigo de la llegada de esa hermosa mujer afroamericana y el niño que mostraba un gran asombro ante el lujo que reinaba en la opulenta casa de la deshecha familia King.
Sus ojos similares se encontraron. Ryder entonces comprendió a que iba el ingreso de esos intrusos. Nadie tenia ese color de ojos tan peculiar, al menos no que fueran cercanos a Frank King. Cayó en su culo incapaz de dejar de mirar a ese niño que ahora lo miraba a él.
Ese momento siempre estaría en su cabeza. No podía evitar pensar que aquello había sido lo que ocasionó que toda esa mierda se hiciera enorme dejando como consecuencia a unos hijos bastante complicados en sus vidas y en su cabeza. Si, estaba seguro que Frank King había abierto una maldita herida que no dejaba de infectarse desde aquel día.
Una herida podrida de la que todavía había mucha porquería que se necesitaba limpiar para sanar.
Las palabras que había escuchado de la misma boca de su padre cuando escuchó sin querer en el rancho no le parecieron tan sinceras hasta el punto de meter las manos al fuego por su padre apostando todo a su sinceridad. Estaba casi seguro que lo había hecho para mantener a Abby con él. Impedir con su egoísmo que le caracterizaba que le abandonara.
Típico de Frank King. Él siempre obtenía lo que quería; no importaban las consecuencias de sus propios deseos egoístas.
Ryder suspiró, todavía no podía creer que estuviera en un taxi de vuelta a su casa después de ese viaje a la clínica en donde Panther se había internado después de aquel día cuando confesó ese secreto que estaba seguro había estado destrozándolo por dentro, ese secreto que había guardado atormentándole a pesar de que hacia tiempo se convirtió en un simple afecto de hermanos. Miró las gotas de lluvia que corrían por hileras en la ventanilla del auto brillando por las luces de los autos que pasaban al lado del taxi.
Había recibido una llamada una semana después de su desaparición. La angustia de tomarla fue una tortura mientras miles de imágenes llenaban su cabeza, pero al escuchar su voz dándole la dirección del lugar en donde se encontraba tuvo deseos de tenerlo frente a él y zarandearlo hasta que se calmaran todos aquellos sentimientos que lo mantuvieron sin poder dormir y comer.
Amaba a su hermano, mucho. No de la manera en que Panther confesó atormentado, no, lo amaba como el hermano con el que había pasado su niñez, su pubertad, su adolescencia, la mierda de vida que significaba ser el hijo de Frank King.
Erin se había encargado de abrir los ojos a lo que era su padre. Todos esos años viendo como destrozaba la vida de su amante. Haciéndola caer en la desdicha. Convirtiéndola en una alcohólica, amargada por el dolor de saber que nunca seria amada, porque su padre no sabia amar a nadie. El dinero y el poder eran suficientes para llenar la vida de ese gran hombre para muchos.
No lo era para él. Los años lo hacían tolerarlo, le enseñaron que si seguía la corriente que su padre llevaba podía mantenerse fuera de su camino la mayor parte del tiempo.
No era nada fácil hacerlo convirtiéndose después del retiro de su padre de Construcciones King. Fue nombrado director general al recibir la herencia de su madre a los veintitrés años con apenas un año trabajando en un estudio de arquitectura que uno de sus compañeros de universidad abrió con otros dos graduados. Se unió a ellos con sueños de convertirse en alguien mejor que su padre, en demostrarle que podía llegar a lo alto sin la sombra de su apellido.
Frunció los labios amargo. No tuvo oportunidad de hacerlo, su herencia llegó en el momento en que un descuido de uno de sus compañeros puso en crisis a el estudio. Tuvo que tomar una decisión y con dolor por abandonar a aquellos jóvenes deseosos de triunfar como él en medio de un caos se fue a Construcciones King empezando desde abajo tal y como Panther lo estaba haciendo especializándose en exteriores, sólo que él buscaba seguir a su padre en las renovaciones y demostrarle que podía ser mucho mejor que él.