NADA ES LO QUE PARECE
Lena abrió los ojos. Parpadeó buscando aclarar su vista, cuando al fin lo logró paseó sus ojos por la habitación. Los muebles parecían caros y claramente diseñados para lucir en una habitación como esa con grandes ventanales cubiertos por cortinas de hermosas telas con un diseño igualmente moderno. Se incorporó sosteniéndose con sus manos mientras buscaba la manera de salir de ahí antes de que alguien la detuviera.
Pasó una mano por su cabello recordando a Abigail Hernandez, la presidenta de la fundación entrando a la casa de Ryder King saludándola con una sonrisa tranquilizadora, a pesar de la sorpresa inicial cuando la vio casi fuera de control en la sala. Notó la mirada que le dirigió a Ryder King antes de acercarse y hablar con ella mientras buscaba la manera de tranquilizar sus nervios alterados.
No se atrevió a preguntar por el motivo porque estaba ahí, o desde cuando conocía a Ryder King. Quizá ella era una de sus "amigas" y le estaba haciendo un favor al saber que ambas se conocían de la fundación.
Le ofreció un té y la llevó hasta una de las habitaciones de invitados que estaban en la planta baja por el pasillo. Lena se dejó llevar, quería apartarse de Ryder no podía dejar de sentirse abochornada por lo del café.
La hizo recostarse en la cama mientras le sonreía buscando tranquilizarla.
- No te preocupes - le dijo sentándose a su lado cuando ya estaba recostada en la cama -. Me quedaré hasta que estés más tranquila, ¿Quieres que te lleve a casa?
- No quiero que se moleste - respondió Lena sintiéndose algo agotada como siempre se sentía cuando tenia uno de sus ataques de pánico -. Yo volveré sola a casa, lo único que necesito es salir de aquí. No quiero estar en casa de mi ex jefe...
- ¿Ryder es tu jefe? - Preguntó asombrada mirando de reojo la puerta entreabierta.
- Lo fue - asintió cerrando los ojos sin poder evitar sentirse somnolienta -. Fui su asistente por dos años...
En algún momento se perdió en el cansancio. Estaba consciente de que toda su energía estaba en el nivel más bajo.
Se sobresaltó cuando la puerta se abrió, la luz del pasillo iluminó la semioscuridad que la rodeaba. Su cuerpo se tenso y por instinto se movió n la cama hacia atrás arrastrando con ella el hermoso edredón blanco bordado.
- Has despertado.
Ryder le ofreció una sonrisa que buscaba ser amistosa, pero que para ella fue como si ocultara lo que pensaba de ella después de la manera en que perdió el control. Tuvo deseos dejarse caer nuevamente en la cama y ocultarse de esos ojos que aceleraban su corazón cada vez que se posaban en ella.
- Siento mucho lo que pasó - se disculpó apenada bajando de la cama manteniendo una imagen más o menos serena a pesar de lo incomodo que era desenrollarse del edredón que se enredó en sus piernas -, no fue mi intención hacer una escena. Yo...le agradezco lo que hizo por mí en el café, pero no era necesario que me trajera a su casa. Un taxi habría sido suficiente...
- Te traigo un té - la interrumpió acercándose con la taza humeante dejándola en uno de los modernos burós al lado de la cama -. Tomálo antes de que se enfríe.
- Gracias, pero me gustaría ir a mi departamento...
- ¿Qué pasó Lena? - Preguntó tranquilamente mientras cruzaba sus brazos -, ¿Qué fue lo que provocó ese ataque?
- ¿La señora Hernandez se ha ido? - miró hacia la puerta cerrada de la habitación.
- Si, tenia algunas cosas que hacer - levantó los hombros respondiendo como si no fuera importante que la mujer ya no estuviera en la casa.
- ¡Oh!
Lena detuvo sus movimientos nerviosa y se mantuvo en silencio, la presidenta de la fundación ya no estaba ahí para ayudaría a salir, lo que no le sorprendía ya que ella misma le dijo que no la necesitaba para volver a casa; así que ahora ella tendría que hacer todo lo posible por salir de ahí lo más pronto que pudiera.
Todavía se sentía abochornada por la escena que hizo frente a Ryder King. Nunca debió haber permitido que él la llevara a su casa y le permitiera dormir agotada. Hacia tiempo que se había impedido tener algún ataque, cuando sentía que su cuerpo se tensaba lo que hacía era sentarse y meditar un poco, pero esa mañana quizá por los acontecimientos en París que la llevaron a ir al concierto de su madre en París y su estresante regreso a Houston. Estaba avergonzada por no poder controlarse frente a él. Estaba segura que los recuerdos de eso besos que él le robó fueron el detonante, al igual que verlo de pronto sentado frente a ella.
Lo miró por unos segundos antes de pasear nuevamente sus ojos por la habitación. No tenia porque responder a sus preguntas, su vida privada no le incumbía, él ya no formaba parte de su entorno cotidiano, no desde que ella renunció. Movió la cabeza y pasó una mano por su cabello arreglándolo estaba segura que había perdido por completo el cepillado que le dio esa mañana antes de salir de casa para dar un paseo y tomar el delicioso té que acostumbraba la mayor parte de los días desde que se mudó a Houston. No quería salir desaliñada cuando encontrara sus botas y pudiera salir lo más pronto posible de ahí.
- Necesitó volver a casa - dijo mostrándole una leve sonrisa fingiendo una serenidad que no sentía -, necesitó encontrar mis zapatos y ya no lo molestaré más con mi presencia en su casa.
Sus ojos viajaron por el piso de madera brillante buscando en los rincones sus botas. ¡Dios! No se sentía lo suficientemente fuerte como para levantarse de la orilla de la cama. Suspiró silenciosa deseando encontrar lo más pronto posible sus botas y así poder salir de ahí antes de que Ryder King insistiera en conseguir una respuesta de ella.
- ¿Tiene qué ver tu padre en esto? - inquirió sin moverse ni dejarla de mirar negándose a quitar el dedo del renglón.
- L-lo siento - balbuceó empezando a sentirse ansiosa. ¿En donde estaban sus botas? -, si usted pudiera decirme en donde están mis zapatos...