UNA OPORTUNIDAD
El camino fue silencioso. Ryder no dijo una sola palabra, Lena sentía los efectos de la medicina, se sentía adormecida por lo tanto no le importaba que el hombre a su lado estuviera en silencio. Recargó su cabeza en el respaldo de su asiento, miró el camino hacia la ciudad mientras pensaba que quería estar en casa y meterse a la cama para descansar. A pesar de lo que había pasado, el día había sido entretenido y no gracias al hombre que estaba junto a ella.
Levantó la mirada hacia él. Lo contempló por unos segundos antes de apartar la mirada de él. Ahora mismo se daba cuenta que de tan parecidos eran todos en la familia King, la mayor parte de su físico era una fuerte herencia de el patriarca de la familia. Nadie podía decir que no eran hijo suyos ni siquiera Panther que mantenía la herencia afroamericana de su madre.
Cerró los ojos sintiéndose de pronto melancólica. Toda su vida siempre habían sido su padre y ella; su madre se fue cuando apenas tenia cinco años rompiendo a su familia; destrozándola, convirtiéndola en una niña solitaria, introvertida por el miedo de dar su corazón evitando así que lo pudieran dañar.
La ultima imagen de su madre corriendo tras ella con el rostro lleno de angustia mientras gritaba su nombre una y otra vez... Este se mezclaba con el otro recuerdo de cuando niña y su madre la miraba desde la puerta del estudio de baile lleno de niñas pronunciando su nombre con casi la misma angustia.
Estaba arrepentida de ir hasta el concierto esa noche y también la ultima noche que estuvo en París, está vez sentada en la ultima fila del teatro.
La camioneta se detuvo, Lena parpadeó mirando su edificio. Estaban al fin en su hogar, se incorporó algo adolorida y buscó su bolso lista para salir de la camioneta.
- ¿Estas bien?
La voz ronca y profunda de Ryder King la sobresaltó.
Se movió un poco, lo suficiente para que su cuerpo aún mallugado no protestara. Lo miró manteniendo la calma a la que siempre estaba acostumbrada.
- Si, gracias - respondió.
- Lo siento los caballos de mi padre siempre han sido muy tranquilos.
- Fue un accidente - respondió.
- Sin embargo creo que debieron ser más cuidadosos - replicó frunciendo las cejas sin dejar de mirar al frente.
- Fue sólo una caída - suspiró Lena volviendo su atención a su bolso buscando sus llaves.
- Pudo pasar algo más grave.
- No paso.
- Hablaré con mi padre.
Lena no respondió miró la calle familiar, suspiró y se volvió a mirar a el atractivo rubio.
- Gracias fue un día muy agradable - soltó el cinturón de seguridad.
- ¿Estas siendo educada? - Inquirió levantando una ceja mientras hacia lo mismo -, no creo que una caída de caballo sea parte de un día agradable para que tengas que mostrarte tan propia como siempre.
- Lo fue, incluso la caída - lo miró con la misma serenidad que tenia intensas ganas de borrar de su rostro.
Por unos instante deseo haber estado ahí cuando cayó y poder ver algo más lejos de esa misma expresión.
- Esta bien - asintió abriendo su portezuela -, para que tu día sea mucho más memorable deja que te ayude a bajar de la camioneta.
Él la ayudó de una forma tan impersonal que Lena sintió que no podía esperar más para alejarse de ella, sintió una punzada incomoda en su estomago, sujetó con fuerza su bolso. No creía que eso tuviera que ver con la actitud de Ryder King, no, quizá era consecuencia de su caída.
Después de ese día no volvió a ver a Ryder King. No hubo irrupciones en su departamento por parte de él, ni siquiera se lo encontró en sus tardes de salir a tomar el té en su lugar favorito. Al principio se sintió un poco extraña, era como si algo faltara en su vida, pero después intentó serenarse y volver a su vida tranquila y a su rutina sin tener que preocuparse por las inesperadas apariciones de su ex jefe.
Era tarde mientras secaba su cabello con la toalla después de un relajante baño el timbre sonó con fuerza en el silencio del departamento. Miró hacia la puerta nerviosa, ¿Sería él? Habían pasado casi diez días desde el fin de semana en el rancho de los King, tal vez le dio algo de tiempo para recuperarse. Dejó la toalla de tono lavanda en el respaldo de uno de los sillones y dio unos pasos hacia la puerta buscando mantenerse con la suficiente calma buscando dentro de sí mantenerse estoica mientras ocultaba lo herida que se sentía por la indiferencia de él en estos últimos días. Ni siquiera había hablado para preguntar por su estado.
No debía ser así, se dijo algo desesperada, había sido un accidente; ella había estado bien, sólo un moretón en la cadera que estaba desapareciendo con rapidez.
Se detuvo frente a la puerta, el timbre volvió a escucharse, se sobresaltó un poco y movió el picaporte con su mano sudorosa abriendo. Frente a ella unos ojos azules amigables aparecieron, le costó al principio esbozar una sonrisa después lo hizo con facilidad.
Dallas King la saludo amistosamente, ella se hizo a un lado dejándole pasar.
- Vaya, si que es una sorpresa - le dijo deteniéndose junto a la puerta al cerrarla.
- Si que lo es - asintió algo avergonzado -, debí haber llamado antes para saber como seguías después de la caída. He sido muy desconsiderado, pero imagino que Ry está al pendiente de ti.
- No le he visto desde que me dejó en casa - respondió con calma aguantando la punzada que agitó su pecho -. Me imagino que ha de estar muy ocupado como para acordarse de mi.
- ¡Maldita sea! - Gruño Dallas acercándose a a ella -, pensé que Ry..., bueno no tengo porque sorprenderme de que te dejara y huyera, él...
- Esta bien - lo tranquilizó tomándolo del brazo -, él no tenia porque pasarse por aquí, he estado bien. Fue solo un golpe, un moretón en la cadera que ya está desapareciendo.
- ¿Es todo? ¿No has tenido más molestias? - Inquirió perturbado.
- No, gracias - le sonrió amable -, han pasado días días y he sobrevivido, creo que no fue nada serio.